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Catorce horas diarias para compaginar los estudios de conservatorio con la educación ordinaria: “Acabas fatigado y cansado”

En España 98.603 alumnos estudian algún curso de música, pero muchos deciden abandonar ante la dificultad de continuar a la vez que avanzan educación ordinaria

Manuel Lorite sale del instituto San Isidro, en el centro de Madrid.
Manuel Lorite sale del instituto San Isidro, en el centro de Madrid.Samuel Sánchez
Ana Cristina Basantes

Son las 14.00 y la campana de salida del instituto no ha sonado aún. Un mensaje de WhatsApp con la foto de un Beethoven con gafas verde fosforescente responde: “Salgo a y cuarto”. Es Manuel Lorite, un chaval de 17 años. De golpe, sale una tropa de adolescentes. Entre la multitud asoma Manuel con la mochila a sus espaldas y el tiempo cronometrado para llegar a sus clases de conservatorio. Es miércoles, uno de los días más apretados, en los que destina cerca de 14 horas diarias a cursar segundo de bachillerato y sexto de profesional en el conservatorio.

Manuel camina desde el instituto San Isidro hasta la estación de La Latina, en Madrid, para tomar el metro al conservatorio Amaniel, cerca de Plaza de España. Dos paradas, trasbordo y una parada más. A veces, cuando el tiempo no apremia, se da el lujo de ir caminando. Pero eso no es algo frecuente. Para estudiantes de danza o de música, como Manuel, el tiempo se ha convertido en un bien escaso. “Dedico ocho horas y media al conservatorio, más una hora y media de tocar la trompa en una orquesta y una hora en practicar en casa”, dice. “Unas 14 horas a la semana destino al estudio de la música. Luego, si le sumas el instituto son muchas horas lectivas”.

Su vida transcurre en un trajín entre compaginar sus clases, deberes y continuar con su pasión por la música. “Al final tengo que compaginar cinco días lectivos, de unas seis o siete horas cada uno, con unas 14 horas, además de estudio extra, totalmente independiente al Instituto. Luego, lo que tenga que estudiar para el instituto en casa”.

Manuel toma el metro de camino al conservatorio.
Manuel toma el metro de camino al conservatorio.Samuel Sánchez

En España, alrededor de 100.000 alumnos estudian música en un conservatorio, según los últimos datos del curso 2020-2021 del Ministerio de Cultura y Deporte. Pero, en el camino, muchos abandonan los estudios por falta de tiempo.

Manuel comienza sus días a las 7.00 y termina a las 21.30. “Te tiras toda la tarde en el conservatorio”, cuenta. “Incluso tienes dos o tres horas vacías entre clase y clase”. Tiempo que aprovecha para estudiar en la cafetería del conservatorio. “Es lo que toca. Aunque el conservatorio puede ser un lugar perfecto para estudiar música, pero no lo es tanto para hacer los deberes”, explica.

Las horas dedicadas a los estudios musicales varían dependiendo del grado —elemental, profesional o superior, que equivale a una licenciatura—, y es una carrera que puede durar cerca de 15 años si el alumno quiere profesionalizarse. En el curso 2020-2021, un total de 41.441 alumnos se matricularon en elemental, y solo 8.923 terminaron el ciclo en ese mismo curso. En profesional, hubo 48.256 matriculados, y lo completaron 7.324. Y en superior, el total de matriculados fue de 9.054 y 1.849 lo terminaron en ese mismo curso.

El presidente de Juventudes Musicales de España, Miquel Cuenca, reconoce que compatibilizar los últimos cursos del instituto con la exigencia de un conservatorio es difícil: “Es más que una jornada laboral de un adulto lo que dedican estos chicos de estas edades”. “La deserción sucede en el paso del grado elemental al profesional, por la carga de trabajo. Los alumnos y las familias priorizan los estudios ordinarios frente a los estudios musicales, y en el salto al superior prefieren estudios que consideran que tienen una mejor salida profesional”, explica Cuenca. La razón, lamenta, es que en “España hay una falta de prestigio social de la formación musical. En los planes educativos, la música queda en un segundo plano y no es una parte de la formación integral”.

Manuel Lorite ensaya antes de comenzar una de sus clases en el conservatorio.
Manuel Lorite ensaya antes de comenzar una de sus clases en el conservatorio.Samuel Sánchez

Son casi las 15.00 y el sonido de las teclas del piano comienzan a escucharse. Manuel ha llegado al conservatorio. Reconoce que le queda cerca en comparación con otros compañeros, que tardan alrededor de una hora en llegar. Manuel aprovecha la hora que tiene antes de su primera clase para comer un bocadillo que ha traído desde su casa. Después, en una sala, saca de un estuche azul su trompa. La monta y comienza a tocar.

Estudios en las madrugadas

Manuel asegura que, en la práctica, supone un importante esfuerzo sacar las horas de estudio. “Toda la materia que tienes que estudiar la estudias en tus horas libres, que normalmente son las madrugadas”, dice. A eso hay que sumar los problemas para cuadrar los exámenes de ambas formaciones. “Si tengo examen de conservatorio y ese mismo día también tengo uno del instituto, es un lío bastante grande”, explica.

Manuel Lorite aprovecha sus horas libres en el conservatorio para comer y hacer los deberes del instituto.
Manuel Lorite aprovecha sus horas libres en el conservatorio para comer y hacer los deberes del instituto.Samuel Sánchez

Manuel no es el único. Carlos Cordero tiene 17 años y cursa segundo de bachillerato y segundo de profesional, con especialidad en piano. Para él es “habitual” que coincidan las audiciones con trabajos o exámenes. “No se puede confiar en que todos los profesores entiendan la situación, hay quienes no te cambian las fechas de entregas”, asegura. Laura Echeverría, también de 17 años, se ha unido con un grupo de jóvenes estudiantes de conservatorio para pedir apoyo a la hora de compaginar sus estudios ordinarios con los musicales. Entre sus propuestas, piden que los estudiantes de música puedan solicitar una plaza en un centro educativo cercano al conservatorio, y así evitar largos desplazamientos. También que se tenga en cuenta la condición de estudiante de música a la hora de pedir cambios de horario para presentar trabajos o exámenes.

Manuel ha terminado su jornada maratónica de clases. Son las 21.30 y las puertas del conservatorio se cierran. Decide ir caminando a casa, aunque tarde una media hora. Pero su día no se acaba ahí. Cuando llegue tendrá que practicar y repasar lo aprendido en las clases de música y en el instituto: “Al final acabas fatigado y cansado”.

Manuel estuvo a punto de abandonar el conservatorio cuando estaba en la ESO: “Me planteé seriamente dejarlo porque no podía más, simplemente no podía más”. Ahora, ya en su último año de bachillerato, ha decidido seguir con los estudios superiores. El siguiente paso, cuenta, es estudiar musicología: “Me encanta la música clásica y quiero divulgarla”.

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Sobre la firma

Ana Cristina Basantes
Periodista de la sección de Sociedad. Comenzó su carrera en Ecuador, donde cubrió derechos humanos, género y migración. Ha escrito sobre medio ambiente y pueblos y nacionalidades indígenas en el medio 'Mongabay Latam'. Licenciada en Comunicación en Prensa Radio y TV y máster en Periodismo UAM- EL PAÍS. Premio Roche 2021 con 'Huir Migrar y Parir'.

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