Poder volver a clase marca otra diferencia en esta selectividad
Algunas comunidades ya ofrecen repaso presencial mientras otras descartan hacerlo
Celia Navarro y David Piñeiro cuentan los días que les faltan para examinarse de la selectividad. Ambos están matriculados en institutos públicos, pero su situación es muy diferente. Navarro estudia en Barbate, Cádiz, donde, como en toda Andalucía, la Junta ha decidido que ningún centro educativo abrirá sus puertas hasta septiembre, a pesar de que las autoridades sanitarias lo permiten, como en el resto de territorios que han pasado a la fase 2 del desconfinamiento. “El profesor de Matemáticas nos manda vídeos por YouTube de media hora explicando la materia en el ordenador, no me entero de nada, y el único método de consulta que tengo es online. Si abrieran las clases como en otros sitios, podría preguntar dudas. La desigualdad que va a haber va a ser tremenda”, afirma la joven, que lamenta que tampoco puede ir a estudiar a la biblioteca municipal mientras los bares de su pueblo llevan dos semanas “abiertos y abarrotados”.
En cambio, Piñeiro volvió hace una semana a su instituto de Santiago de Compostela, que como los demás de Galicia han reanudado las clases de segundo de Bachillerato para los alumnos que quieran asistir. “De lunes a jueves voy a clase cuatro horas y el viernes, dos. Y aquí aprovecho mucho más. Antes, cuando no entendía algo, por correo electrónico tardaban días en contestarme o no me concretaban lo que quería saber. No hay comparación con tener al profesor delante y poder preguntarle”, comenta.
La Consejería de Educación de Castilla y León (todavía en fase 1) también ve improbable que sus institutos abran antes de septiembre. Las demás comunidades sí tienen previsto algún tipo de actividad presencial para segundo de Bachillerato, pero las harán con un ritmo y alcance diferente. La selectividad da acceso a carreras de todas las facultades españolas, al margen de dónde se presente el alumno. ¿Marcará la diferencia en la prueba —que será del 24 de junio y el 10 de julio, según los territorios— el hecho de poder ir a clase estas últimas semanas del curso? “Yo lo relativizo mucho. Llevamos tres meses reforzando lo que se había hecho hasta marzo y pensar que unas pocas clases presenciales van a cambiar las cosas… No niego que en algunos casos y en algunas materias al alumno podría venirle bien, pero como norma general me parece poco necesario. Además, este año los alumnos tendrán menos materia y más tiempo para preparar una EBAU [Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad, el nombre técnico de la selectividad] adaptada a la situación, con lo cual tienen unas circunstancias, entre comillas, favorables”, responde Raimundo de los Reyes, presidente de la asociación de directores de instituto Fedadi, contraria a reabrir los centros, por motivos de seguridad.
No comparte su opinión Miranda Pardo, profesora de Inglés en Valencia, para quien poder hablar en persona supone un gran salto pedagógico y resulta decisivo para varios de sus alumnos que no han podido seguir con las mínimas garantías la enseñanza a distancia. “Es cierto que estamos expuestos a unos riesgos, pero con las medidas de seguridad adecuadas y en grupos pequeños debe hacerse”, señala Pardo, que está a la espera de que su instituto reinicie las clases una vez que su comunidad entró el lunes en la fase 2. Lo mismo cree un coordinador autonómico de la selectividad, que pide que no se mencione su nombre: “Claro que es más difícil para un alumno asimilar los contenidos y aclarar dudas estudiando a distancia que si alguien se lo explica directamente. El que diga otra cosa no sabe lo que significa la docencia y no conoce las pruebas de la EBAU”.
“Hay elementos de la docencia presencial que son difíciles de sustituir. Se está estableciendo una desigualdad que se añade a otras que ya estaban, como las sociales y la disparidad en la exigencia de los exámenes de selectividad según las comunidades, y así es muy difícil que se celebre una prueba en condiciones razonables de equidad”, señala José Saturnino Martínez, profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna. “Y el problema es que necesitas la EBAU para gestionar la demanda de titulaciones. Estamos recurriendo a un sistema que siempre ha tenido problemas y que ahora presenta muchos más”.
“Deberían poder ir todos los alumnos”
“Una vez que la autoridad sanitaria permite volver a clase, los alumnos deben poder ir, sobre todo quienes tienen una prueba tan importante para su futuro como la selectividad”, afirma Letizia Cardenal, presidenta de la confederación de asociaciones de madres y padres Ceapa.
“El Ministerio de Educación debería ejercer una función de liderazgo y haber fijado un criterio para todas las comunidades autónomas que no rompiera el principio de igualdad”, considera Nicolás Fernández, presidente del sindicato de profesores Anpe. El consejero madrileño de Educación, Enrique Ossorio, volvió a criticar el lunes al Gobierno, pese a que la región continúa en la fase 1, por no permitir a su Ejecutivo reabrir los centros educativos.
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