COP29 y créditos de carbono: ¿solución climática o ecopostureo?
Las nuevas normas aprobadas en la cumbre de Bakú son un paso importante en la creación de un mercado global creíble
El calentamiento global es, no cabe duda, global. Los fenómenos meteorológicos extremos no saben de fronteras, tal y como hemos podido comprobar estas últimas semanas con las danas en España, las ciclogénesis explosivas en la costa noroeste de Estados Unidos y los tifones en Filipinas. Entre los escépticos del cambio climático cunde la idea equivocada de que las empresas —me atrevería a decir que incluso los países— deberían mirar por ellas mismas en lugar de intentar salvar el planeta. Los negacionistas no entienden que la gestión mundial del cambio climático es probablemente la mejor opción que tenemos para mirar por nosotros y nuestro futuro.
Tras dos agrias semanas, no perdamos de vista uno de los mayores logros de la COP29 de Bakú: el acuerdo sobre un nuevo mercado global de créditos de carbono. Aprobado en tiempo y forma, comprende desde las normas para generar y acceder a créditos de carbono hasta los requisitos de los mecanismos que establecerán la elegibilidad de los proyectos de reducción o absorción de emisiones.
No es fácil coordinar la acción climática global. Menos aún tras la victoria de Donald Trump, conocido por cuestionar el cambio climático, promover un estilo de gobierno basado en el “yo primero” y haber sacado a Estados Unidos del Acuerdo de París durante su primer mandato. Pero no hay motivos para tirar la toalla. Por incompletas que sean, iniciativas como la del nuevo mercado global de carbono auspiciado por Naciones Unidas pueden abrir un camino para que trabajemos juntos por la reducción de emisiones.
Antes de valorar las normas acordadas, veamos qué son los créditos de carbono y por qué un mercado global podría ser tan positivo. Los créditos de carbono se generan a través de proyectos que deben cumplir una serie de criterios de “adicionalidad” para que el crédito de carbono pueda emitirse. Es decir, la reducción de emisiones tiene que ser superior a la que se produciría de no existir el proyecto; si no es necesario, el proyecto no recibirá crédito alguno. Los proyectos elegibles van de la captura directa de carbono y la protección de los bosques húmedos a la instalación de paneles solares y turbinas eólicas, entre otros.
¿Por qué son beneficiosos los créditos de carbono? Su comercio permite reducir emisiones allí donde sale más barato, con lo que se maximiza el impacto de cada euro invertido. A muchas empresas les parece que, por mucho que quieran descarbonizarse, a veces resulta prohibitivo o incluso imposible llegar al cero neto sin comprar compensaciones de carbono. Para otras —también para algunos países—, el principal impedimento es la falta de dinero. Un mercado global de compensaciones de carbono podría darle la vuelta a la situación, ya que favorecería el flujo de capital hacia proyectos de alto impacto que, de lo contrario, carecerían de los fondos necesarios, sobre todo en los países en desarrollo.
Las nuevas normas del Artículo 6 de Bakú suponen un paso importante en la articulación de un mercado global de carbono creíble. Aportan estructura y rigor a los requisitos que deben cumplir los créditos y los mecanismos que los generan y, por tanto, los proyectos. Era necesario poner el acento en la transparencia, así como regularizar la presentación de informes y su seguimiento. Además, la obligación de contemplar el riesgo de fuga de carbono (el traslado de las emisiones a otros países) y el riesgo invertido (como el incendio de un bosque reforestado) puede ayudar a mitigar la preocupación por la integridad de los créditos de carbono, una inquietud que ha llevado a la caída del precio de las compensaciones voluntarias y a que muchas empresas no quieran realizarlas. Por otro lado, si se da un impulso definitivo a la supervisión por terceros, debería aumentar la rendición de cuentas. La evolución del sistema europeo de comercio de emisiones nos ha enseñado lo mucho que cambian las cosas cuando un mercado de carbono está bien estructurado y vela por el cumplimiento normativo con eficacia, transparencia y control. Otra virtud del mercado respaldado por Naciones Unidas es que, aun cuando haya gobiernos que se descuelguen de las iniciativas climáticas globales, las empresas responsables con el medio ambiente pueden participar y beneficiarse de él.
Con esto no quiero decir que las nuevas normas sean perfectas o que el trabajo esté acabado. Aún queda mucho por hacer para que el mercado de carbono sea completamente operativo. Hay que corregir la escasez de detalles y el posible solapamiento con los mecanismos de verificación y comercio de carbono existentes, además de desarrollar y clarificar ciertos aspectos importantes de las normas actuales. Asimismo, están pendientes de acuerdo cuestiones técnicas relativas a los marcos prácticos de compraventa, como un proceso de autorización de los créditos que abarque los países receptores y la creación de un registro internacional.
Por último, los créditos de carbono no pretenden ser el principal mecanismo que tengan las empresas para mejorar su desempeño ambiental. Los esfuerzos para crear un mercado de carbono deberían complementar los mecanismos formales de fijación del precio del carbono (por ejemplo, los impuestos al carbono y los sistemas cap and trade), las iniciativas de inversión verde, la exigencia de presentar informes de sostenibilidad y las normas para su elaboración. Además, como previno el empresario y ambientalista suizo André Hoffmann en una visita reciente al IESE, debemos evitar centrarnos exclusivamente en la transición hacia un futuro sostenible. Las empresas causaron un gran daño al planeta por obcecarse en una única variable —los beneficios— y obviar el capital humano, social y natural. Seremos igual de miopes si a la hora de evaluar el impacto de una compañía solo nos fijamos en las emisiones de carbono.
Ahora, en este viaje tan largo y difícil que es la transición climática, bien podemos permitirnos una pausa para agradecer el paso adelante que representan las nuevas normas del Artículo 6 de Bakú sobre el mercado global de carbono. Los pasos adelante no tienen por qué ser perfectos para ser significativos.
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