El aliado de los directivos para ser felices
Ricardo Sunderland, socio de la firma de cazatalentos Egon Zehnder, propugna que los consejeros delegados tomen conciencia del poder de su energía y eviten sus dobles vidas
A sus 54 años, Ricardo Sunderland ha sido confesor de más de 250 consejeros delegados y directores generales de grandes empresas de diferentes industrias y geografías desde su puesto de socio en Egon Zehnder. Tras una larga trayectoria como banquero, este mexicano, residente en Estados Unidos, asegura que es en este trabajo donde encontró su verdadera vocación. “No soy coach ejecutivo, soy coach transformacional”, aclara por videoconferencia desde San Francisco, “lo que significa que ayudo a conectar el corazón y la espiritualidad de los líderes, para que no solo sean exitosos sino que también sean felices. Al generar coherencia entre la cabeza, el corazón y la acción, permito que los directivos sean más humanos y logren generar equipos más sólidos”.
Por sus manos han pasado ejecutivos como Jane Fraser, de Citigroup; Héctor Grisi, de Grupo Santander; Alejandro Reynal, de Four Seasons, o Dolf van den Brink, de Heineken, responsables de organizaciones que tienen miles de personas en plantilla. Con todo este bagaje, el socio de la firma de cazatalentos ha publicado el libro The Energy Advantage: How to Go from Managing Your Time to Mastering Your Energy (la ventaja energética: cómo pasar de administrar su tiempo a dominar su energía), donde propone a los ejecutivos un cambio de enfoque para que sus dimensiones profesional y personal estén alineadas y se transformen en líderes más humanos.
Porque, según Sunderland, los altos ejecutivos viven una doble vida: por un lado, tratan de ser unos guerreros invencibles en su trabajo y, por otro, personas sensibles con sus familias. Vivir esta doble vida es casi imposible y les hace daño, ya que desaprovechan su energía, asegura. “Los líderes que llegan a mí quieren volver a sentir. Me dicen: “Soy muy exitoso, pero no necesariamente feliz. Tengo un vacío que no me puedo quitar de encima…”. Este vacío emocional, explica, está provocado por un sistema de creencias autolimitantes y unos miedos que han hecho que los ejecutivos dejen de lado los sentimientos y la paz interna. Por ejemplo, piensan que mostrar su vulnerabilidad en la oficina es una debilidad o que traer los problemas de casa al trabajo o viceversa es un error. Nada más lejos de la realidad, afirma. “Mientras sigamos creyendo que esta compartimentación emocional funciona, dividimos nuestra energía”, asegura. “Poder integrar y ser la misma persona en todo lugar y en todo momento nos ahorra energía. Tenemos que actualizar nuestro sistema de creencias para poder dar al corazón el valor y el permiso en el espacio corporativo”.
“Los líderes actuales son muy buenos pensando y haciendo, pero para poder ser humanos necesitan integrar los sentimientos. Cuando logran incorporar a la energía mental y a la física, la energía emocional y la espiritual, entonces entran en coherencia y lo integran como un humano completo. De lo contrario, son mitad humanos”, sostiene Sunderland, acostumbrado a ver altos directivos “prisioneros de su jaula de oro”.
Adiós a la piel de elefante
Las claves para que los máximos dirigentes optimicen su energía y se vuelvan más humanos pasan por generar conciencia de cómo fluye su energía. Para ello han de aprender a sentirla en el cuerpo. Pero se trata de “personas que a lo largo de 30 años se han entrenado durante 10 o 12 horas diarias para no sentir, y eso ha dormido su cuerpo. Se enorgullecen de la piel de elefante que han ido creando”. Conforme van aprendiendo a sentir en su cuerpo el enojo, la tristeza, la culpa, la vergüenza… van aprendiendo a seguir su energía, que no se sigue con el pensamiento. Sunderland utiliza muchos ejercicios de respiración para conseguirlo.
La segunda clave es que aprendan a quererse a sí mismos un 100%, cerrando la brecha emocional que habitualmente tienen, lo que les da un mayor nivel de autoconfianza, y les hace menos controladores y perfeccionistas. La tercera palanca es conseguir la claridad mental mediante la cual los pensamientos fluyen. Y la cuarta: tener una relación amorosa con los seres queridos, un equilibrio entre el dar y el recibir, dice Sunderland. Y, por supuesto, sentido de pertenencia al núcleo familiar.
Actualmente, los ejecutivos se están dando cuenta de que el éxito, el logro, no lo es todo, sostiene el coach transformacional de Egon Zehnder. “Porque conforme consiguen más objetivos no son más felices, y entran en conflicto. Cada día buscan un mayor equilibrio entre el éxito y la felicidad”.
Los superpoderes de los directivos tienen una luz y una sombra. La sombra principal es su miedo a decepcionar a la gente o a ser rechazados. El temor al fracaso es un síntoma de ese miedo y lo reconocen nueve de cada 10 consejeros delegados, señala Sunderland. Porque los directivos, como cualquier ser humano, son inseguros, señala.
La energía fluye o se atora en nuestro cuerpo. “Cuando mis clientes están en paz y emocionalmente entran en coherencia, su historia les deja de secuestrar, eso les permite estar presentes, y cuando están presentes tienen una claridad de pensamiento enorme que les permite resolver y ejecutar 10 veces más porque su energía fluye y sus inseguridades desaparecen”. Según Sunderland, “cuando logran entender que el tiempo es un recurso limitado, pero la energía no, se centran en administrar su energía en vez del tiempo, y están más en paz con ellos mismos y con los demás”.
Para este experto, el buen consejero delegado del siglo XXI tiene que contar con los siguientes ingredientes: necesita aprender a optimizar su energía en lugar de su tiempo; aceptar su vulnerabilidad como fortaleza e integrar su emocionalidad como parte esencial de su capacidad creativa, estratégica y de su capacidad de decisión. Un líder así logra generar seguridad psicológica en los equipos de trabajo y tomará las mejores decisiones. También necesita una enorme curiosidad para poder mantenerse en la silla y ser muy adaptable. Para lo cual ha de conocerse; saber lo que le da y le quita energía.
Biografía
Orígenes. Nació en Ciudad de México en 1969. Se puso a trabajar en la empresa familiar a los 14 años y permaneció en ella hasta los 23.
Carrera. Trabajó en Citigroup durante ocho años en México y en Estados Unidos, donde acabó siendo director financiero en la sede de Florida. Se movió a KPMG como consultor de estrategia e integración de sistemas y regresó a México, donde lo nombraron responsable de Servicios Financieros para Latinoamérica como socio de la consultora. En tiempos de Enron, decidió volver a la banca y contactó con el cazatalentos Egon Zehnder. La firma decidió ficharlo y lleva 17 años en ella, los últimos 15 en sus oficinas de San Francisco, donde ejerce de socio especialista en transformación.
Familia. Casado y con tres hijos.
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