El Banco de España mejora la previsión de crecimiento para este año hasta el 2,3%
El vigoroso comportamiento del turismo explica buena parte de una revisión al alza de cuatro décimas con respecto a la proyección que hizo la institución tres meses atrás
El turismo tira de la economía española con una fortaleza inusitada tras el fin de la pandemia. El Banco de España ha mejorado este martes su previsión de crecimiento para este año hasta el 2,3%. Supone un incremento de cuatro décimas respecto al 1,9% que preveía hace solo tres meses. La bonanza del turismo, el buen tono del empleo y los indicadores adelantados de actividad de las empresas justifican en general esta mejora. Pero casi toda la revisión obedece al enorme impulso que ha vivido hasta abril el sector turístico, apoyado en una gran Semana Santa. Y una parte mucho más pequeña se debe a las revisiones al alza que ha hecho el INE de los dos últimos trimestres de 2023. Ambos factores han puesto el punto de partida de la economía más elevado y, por tanto, mecánicamente hn subido por un efecto arrastre el crecimiento de todo el año. Además, la institución cree que el consumo se comportará un poco mejor después de una cierta atonía lastrada por la inflación. Espera un repunte de la inversión, que aún sigue hundida respecto a sus niveles prepandemia, conforme mejoren gradualmente las condiciones financieras, la confianza y gane tracción el despliegue de los fondos europeos. Y considera que se mantendrán relativamente elevados los flujos de inmigrantes que han respaldado la actividad en tiempos recientes.
La economía española registró en el primer trimestre del año un fortísimo avance del 0,7% trimestral. El dato del PIB sorprendió, batiendo todas las previsiones. Y el Banco de España señala que este vigor se explica fundamentalmente por las ventas del turismo. Estas crecieron un 19% trimestral gracias a una Semana Santa magnífica y en un contexto de gran afluencia de turistas, más llegadas de estos fuera de temporada alta, una mayor diversificación de los destinos y un gasto medio más elevado. Pernoctan en establecimientos de mayor categoría, apunta el supervisor. No obstante, considera que una parte de este empuje podría ser transitorio y deshacerse más adelante al tratarse de un capítulo que suele exhibir cierta volatilidad. Si bien admite que todavía hay todavía algo de recorrido extra debido a que no se ha recobrado el turismo de países como Japón.
Para el segundo trimestre, la institución cree que seguirá habiendo un crecimiento significativo del PIB, del entorno del 0,5%, aunque reconoce que todavía hay bastante incertidumbre sobre esta estimación. A partir ahí, las tasas de crecimiento que prevé el banco no son muy diferentes de las que ya pronosticaba en marzo. Estas irán convergiendo poco a poco hacia unos ritmos más suaves y acordes con la capacidad de crecimiento de la economía española, según se vaya difuminando del todo la demanda que había quedado embalsada con los sucesivos shocks y tras el fuerte impulso que ha dado la vigorosa recuperación de los flujos migratorios una vez acabada la pandemia. Así, en 2025 se crecería un 1,9% y en 2026, un 1,7%.
Estas proyecciones se hacen, no obstante, sin tener en cuenta la entrada en vigor de las nuevas reglas fiscales europeas. Estas normas obligan a un plan de ajuste a varios años que ponga la deuda en una senda descendente durante más de una década. El cumplimiento con Bruselas obligará a partir de 2025 a una corrección del déficit público que afectará al crecimiento, recuerda el organismo. De hecho, al no tener en cuenta este esfuerzo, en las previsiones el desfase de las cuentas públicas no baja del 3% del PIB en todos los años de proyección hasta el 2026. En opinión del Banco de España, no bastaría con aprovechar el ciclo económico: sin un plan fiscal ya no se conseguiría reconducir el agujero presupuestario. Esta es una de las alertas más importantes que deja el exgobernador Pablo Hernández de Cos a su salida de la institución.
El organismo supervisor proyecta que la inflación general será algo más alta de lo que vaticinaba en marzo. Para este año será del 3% en el promedio anual armonizado con Europa, en lugar del 2,7%. Los motivos son la reversión de algunas de las medidas que aprobó el Gobierno para combatir el shock de precios en la energía y los alimentos; el repunte inesperado de la cotización del petróleo, y la persistencia de la inflación en los servicios, sobre todo en el turismo y la hostelería. Las subidas salariales, combinadas con una baja productividad, también contribuirían a alimentar esa inflación del sector servicios. Ya para el año que viene el IPC medio se moderará más, situándose en una subida del 2%, en línea con el objetivo del BCE. Y en 2026 sería del 1,8%.
En cuanto a la tasa de paro, la institución alerta de que no descenderá del 11% en todo el escenario hasta 2026. La entidad anticipa que habrá una moderación del intenso ritmo de creación de empleo que ha habido hasta ahora y que la llegada de inmigrantes elevará la población activa, manteniendo casi igual el porcentaje de desempleados. El hecho de que el empleo aumente a un paso menor hará que se produzca una ligera recuperación de la productividad en los próximos años. Si bien en 2024 “continuará mostrando una considerable debilidad”, dice el banco.
El informe destaca que desde la pandemia el empleo se ha creado en mayor medida en las empresas grandes que en las pequeñas. El porcentaje de trabajadores que emplean aquellas que tienen más de 500 asalariados ha subido desde el 33% de 2019 al 36,1% en abril. Y el de las microempresas, con menos de nueve trabajadores, ha disminuido del 21,6% al 18,7% del total. Por sectores, el turismo, el transporte y las actividades profesionales, científicas y técnicas son las ramas que más empuje han exhibido.
La inflación de los alimentos proseguirá con su senda de moderación. Según las proyecciones de la entidad, pasará de un promedio anual del 11,1% en 2023 a un 4,5% en 2024 y al entorno del 2,5% en 2025 y 2026. Así se desprende de las cotizaciones de las materias primas y de lo que está pasando en las etapas iniciales de la producción. En todo caso, el supervisor recuerda que habrá altibajos, por ejemplo cuando se suprima la rebaja del IVA de los alimentos básicos.
Recuperación del consumo y la inversión
El contexto internacional será de recuperación, pero todavía con unos crecimiento modestos debido a la elevada incertidumbre y a una política monetaria todavía restrictiva en el horizonte contemplado. La recuperación europea debería tirar de las exportaciones de bienes españoles. Sin embargo, esta mejora se verá compensada por una cierta moderación del turismo y un incremento de las importaciones. Estas aumentarán por la mejora de la inversión y de las exportaciones de bienes, ya que ambas rúbricas son muy intensivas en compras del exterior. Además, se espera más turismo de los españoles fuera. Teniendo en cuenta todos estos factores, la contribución del sector exterior al crecimiento en los próximos años será prácticamente nula.
Serán el consumo y la inversión los que tomen el testigo e impulsen la actividad. El banco indica que los principales soportes en los próximos trimestres serán el menor impacto negativo por los tipos; la reactivación de la economía europea y global; el crecimiento poblacional previsto, y el avance de las rentas reales al desacelerarse la inflación, subir salarios y engordar el empleo. Esto, junto con una cierta corrección del elevado ahorro, debería tirar de un consumo privado que hasta ahora ha mostrado algo de debilidad debido a la inflación y, quizás, por el envejecimiento de la población. De hecho, en términos per cápita todavía está entre 2 y 3 puntos por debajo de las cotas precovid.
La mayor ejecución de los fondos europeos debería impulsar la inversión, que también se beneficiará de unas condiciones financieras algo mejores y de una posición financiera saneada de empresas y hogares. Y la inversión en vivienda debería repuntar a tenor de los datos de ejecución de obras. Aun así, la inversión habrá sido en 2026 el componente que peor se haya comportado desde 2019, lo que “podría lastrar la productividad y, por tanto, la capacidad de crecimiento futuro”, advierte. Y el consumo público debería desacelerarse tras los importantes incrementos producidos desde la pandemia.
Según las encuestas del banco, las empresas que menos invierten son las pequeñas y jóvenes. Las compañías responden que la incertidumbre y los obstáculos regulatorios son las principales barreras para invertir. Y solo el 20% han pedido o piensan pedir fondos europeos. Si bien el 80% de los que han solicitado estos recursos dicen que acometerán inversiones que no habrían afrontado si no dispusieran de ellos.
Entre otros riesgos que se apuntan, las previsiones destacan el citado ajuste fiscal y una geopolítica muy complicada por los conflictos de Ucrania y Gaza y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. El banco advierte además de que los mercados bursátiles se encuentran cerca de máximos históricos con primas de riesgo reducidas. Otro elemento de riesgo serían las dificultades que atraviesa el sector inmobiliario chino.
Respecto al hecho de que el Gobierno no haya nombrado sustituto para Hernández de Cos, el director de Economía del organismo, Ángel Gavilán, ha señalado que altera algo el funcionamiento, pero que el banco cuenta con mecanismos para corregirlo al tener a la subgobernadora Margarita Delgado asumiendo las responsabilidades de gobernadora de manera interina.
El Banco de España observa que los salarios están moderando muy levemente su crecimiento, aunque siguen subiendo bastante por encima de lo marcado por los convenios: crecen al 5,2% frente al entorno del 3% fijado de media en el conjunto de los convenios. Esta progresión salarial a la vez que suben las cotizaciones y que hay una atonía de la productividad explican parte de la resistencia de la inflación en los servicios. Al mismo tiempo, los márgenes empresariales están empezando a contenerse tras la robusta recuperación vivida después de la pandemia.
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