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La economía china brilla menos de lo esperado por Pekín durante la Semana Dorada

El repunte del consumo durante los ocho días de vacaciones es “insuficiente para la recuperación” y para revertir la tendencia a la ralentización en la que está sumido el país, según algunos analistas

Turistas en la Gran Muralla, el 1 de octubre.
Turistas en la Gran Muralla, el 1 de octubre.FLORENCE LO (REUTERS)

Los primeros días de octubre han vuelto a ser escenario en China de una oleada de desplazamientos masivos, ventas millonarias de billetes de tren y avión, y una efervescencia del turismo nacional que no se vivía desde 2019. Si bien esta vorágine de viajes con motivo de los feriados por el Día Nacional (1 de octubre) ha dejado cifras que se prestan a una lectura positiva, los números, sin embargo, han sido más bajos que los pronósticos emitidos previamente por el Gobierno. Aunque el repunte del consumo con respecto a los tres años de pandemia ha sido astronómico —e incluso ha superado los niveles anteriores a la crisis sanitaria—, analistas dentro y fuera del gigante asiático apuntan que este impulso continúa siendo insuficiente para la recuperación, y especialmente a la hora de revertir la tendencia a la ralentización en la que está sumida la economía.

Un total de 826 millones de viajes se realizaron en China durante la conocida como Semana Dorada (29 de septiembre a 6 de octubre), el período de vacaciones más largo en el calendario de este año por la cercanía de dos fiestas nacionales: el Festival del Medio Otoño y el 74 aniversario del establecimiento de la República Popular. Los datos del Ministerio de Cultura y Turismo revelan un repunte del 71,3% con respecto a las celebraciones del año pasado (entonces, China continuaba aplicando cierres y limitando la movilidad entre muchas regiones), y del 4,1% en comparación con 2019, el último año antes de la pandemia.

Las imágenes de enclaves turísticos abarrotados —desde una Gran Muralla en la que no cabía un alfiler, hasta un “atasco” de camellos en Dunhuang (provincia de Gansu), pasando por zonas comerciales en Shanghái extremadamente concurridas— se han viralizado en redes sociales, mientras los medios estatales han celebrado a bombo y platillo que los 753.430 millones de yuanes (unos 98.188 millones de euros) que el sector nacional del turismo ha ingresado en ocho días demuestran la “prosperidad” y el “vigor” de la segunda mayor economía del planeta. El gasto de los consumidores ha supuesto un incremento del 129,5% interanual, pero de un sutil 1,5% si se compara con 2019.

Y a pesar de ser el mayor nivel de actividad que China experimenta en este período en cinco años, las sumas no han estado a la altura de las predicciones oficiales: desde la cartera de turismo se estimaban casi 900 millones de desplazamientos que generarían 782.500 millones de yuanes (101.976 millones de euros) en ventas.

El consumo no repunta

El consumo estancado es uno de los grandes problemas que preocupa a las autoridades chinas. Pekín esperaba que una ola consumista apuntalara el crecimiento económico a lo largo de 2023, después de que el pasado diciembre el Gobierno pusiese fin a las medidas draconianas con las que intentó frenar la propagación de la covid-19 desde enero de 2020. En todo ese tiempo, los frecuentes confinamientos masivos privaron a gran parte de la población de disfrutar con cierta regularidad de actividades como comer en restaurantes, ir al cine o viajar, por lo que muchos expertos esperaban que, tras la apertura, se produjese un efecto rebote y aumentase de manera explosiva el gasto de los consumidores.

Las vacaciones más largas desde que China dijo adiós a la política de covid cero se perfilaban como la ocasión perfecta para ello, e incluso el presidente Xi Jinping recordó en un discurso pronunciado en la víspera de los festivos la necesidad de “esforzarse por ampliar la demanda interna efectiva”. Pero la preocupación por la estabilidad de los ingresos en un mercado laboral incierto (la tasa de desempleo juvenil supera el 21%), y tras un verano aciago en materia económica, han provocado que el público chino se siga mostrando cauteloso.

Los turistas visitan el Templo del Cielo en Pekín (China), durante los festejos de la Semana Dorada que concluirán este miércoles.
Los turistas visitan el Templo del Cielo en Pekín (China), durante los festejos de la Semana Dorada que concluirán este miércoles.efe

“Ajustando la inflación y teniendo en cuenta el aumento del número de turistas, el gasto por persona [durante la Semana Dorada] fue significativamente inferior a los niveles de 2019. Lo que sugiere que la confianza de los consumidores sigue siendo bastante frágil”, apuntan los analistas de Trivium China en una nota publicada el lunes.

Desde la consultora Dongwu Securities consideran “una buena señal” el frenesí por los viajes durante las vacaciones de octubre, pero matizan que su efecto “no es lo suficientemente fuerte como para ser un sustituto del consumo inmobiliario”. El mercado de bienes raíces representa casi un cuarto del PIB chino y ha sido tradicionalmente uno de sus motores de crecimiento, pero acumula meses de caídas. “La recuperación de la economía en el cuarto trimestre requiere de políticas más potentes: reducir la deuda y una segunda ronda de relajación inmobiliaria”, apostillan desde la firma china de servicios financieros, citada por el rotativo hongkonés South China Morning Post.

De hecho, las ventas de viviendas durante esta fecha tradicionalmente clave para los promotores inmobiliarios han caído tanto en base interanual como intermensual. Las compras de inmuebles de nueva construcción disminuyeron un 17% en comparación con 2022, según los datos de 35 grandes urbes analizados por China Index Holdings, mientras que las de casas completadas lo hicieron en un 8%, de acuerdo con China Real Estate Information Corporation (CRIC). Asimismo, las ventas de viviendas de nueva construcción se desplomaron en una media diaria del 31% con respecto a septiembre, mientras que las ya terminadas experimentaron una caída aún más estrepitosa, del 84%, según CRIC.

Tampoco ha sido una buena temporada para la taquilla china, que ha registrado una recaudación sorprendentemente baja después de un verano récord, en el que alcanzó su máximo histórico. Las ventas de entradas de cine descendieron durante la Semana Dorada hasta los 2.700 millones de yuanes (casi 352 millones de euros), un 39% menos que en 2019, según datos de la plataforma de venta de entradas Maoyan Entertainment. Se trata del segundo peor desempeño de los últimos cinco años, solo por detrás de 2022, cuando la mayoría de salas del país permanecieron cerradas durante meses.

Prevalece el turismo de nacionales

“¡80 millones de turistas han visitado Xi’an durante estas vacaciones!”, escribe a través de WeChat una guía de la célebre ciudad que alberga los guerreros de terracota. “Pero son todo chinos, no hay extranjeros”, señala. A China le está costando reconectarse después de tres años cerrada al mundo; según la Administración de Aviación Civil, en septiembre, los vuelos semanales de pasajeros se situaron en el 52% del nivel de 2019, y sin llegar a cubrir el 90% de las rutas internacionales.

Esa falta de normalidad en las conexiones aéreas, además de las restricciones de expedición de visados para los ciudadanos chinos y la depreciación del yuan con respecto al dólar y el euro, han provocado que la recuperación de los viajes al extranjero esté siendo más lenta de lo previsto. Según la Administración Nacional de Inmigración, una media de 1,48 millones de personas al día cruzó las fronteras durante la semana de vacaciones, por debajo de los 1,58 millones que se estimaban. La cifra es solamente un 85,1% del volumen que se registró en 2019, año en el que los turistas chinos fueron los que más gastaron al visitar otros países (con un total que superó los 242.000 millones de euros). A España viajaron 680.000, con un gasto medio por persona de 2.400 euros, el más alto de todos los mercados turísticos hasta la fecha.

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