Credit Suisse recurre al dinero saudí para capear su profunda crisis
El banco suizo se desploma en Bolsa tras anunciar fuertes pérdidas, una ampliación de capital de 4.000 millones, y un recorte de 9.000 empleos
Uno de los grandes símbolos de la otrora potente banca suiza atraviesa un momento delicado. Credit Suisse ha anunciado este jueves que ampliará capital para captar 4.000 millones de euros. De ellos, 1.500 millones provendrán del Saudi National Bank, que se hará con una participación del 9,9%, y el resto recurriendo al mercado, aunque los actuales accionistas tendrán derecho de suscripción preferente.
La fecha del 27 de octubre estaba marcada en rojo en el calendario desde hacía meses. Era el día en que la entidad debía desvelar un nuevo plan estratégico que la saque poco a poco de la profunda crisis en que vive sumida. Así lo atestiguan sus resultados trimestrales, presentados también este jueves, con unas pérdidas entre julio y septiembre de 4.030 millones de francos suizos (4.050 millones de euros).
La batería de medidas ha sido acogida inicialmente con escepticismo. La decisión de ampliar capital convertirá al Saudi National Bank en el segundo mayor accionista, pero el rescate con capital nuevo devalúa el valor de los títulos actuales, lo cual no ha sido bien recibido por el mercado. Las acciones de Credit Suisse han llegado a desplomarse más de un 17% en Bolsa, bajando de 4 francos en la sesión, un valor de mercado de poco más de 10.000 millones.
El movimiento estratégico, sin embargo, tiene la mirada puesta en el largo plazo. Uno de los puntos clave es la reestructuración del negocio de banca de inversión, donde pretende asumir menos riesgos tras haberse visto implicada en el colapso de Greensill Capital o el fiasco de Archegos,, que provocó la salida de un puñado de ejecutivos. Archegos Capital Management tomaba prestadas sumas multimillonarias de los grandes bancos de inversión para invertir en Bolsa en un pequeño grupo de valores estadounidenses y chinos, y eso se tradujo en una pérdida estimada de 5.300 millones de dólares para Credit Suisse, la entidad más perjudicada de largo.
La idea ahora es relanzar el CS First Boston como entidad de inversión independiente, disminuir su exposición a productos titulizados, y crear una filial para acelerar la reducción de los negocios y mercados no estratégicos y de baja rentabilidad con el fin de liberar capital. Parte del trabajo ya está hecho: ha anunciado acuerdos con Pimco y Apollo para transferirles una parte importante de esos activos.
Su consejero delegado, Ulrich Körner, que aterrizó en agosto tras la dimisión de su antecesor por los desastrosos resultados del primer semestre, tiene por delante el colosal reto de lidiar con la crisis del banco con sede en Zúrich. Este jueves ha advertido de la trascendencia de los cambios. “Este es un momento histórico para Credit Suisse. Estamos reestructurando profundamente la banca de inversión para contribuir a la creación de un nuevo banco más sencillo, además de estable, y con un modelo de negocio más centrado en las necesidades de los clientes”.
9.000 empleados menos
La reestructuración tenderá, por tanto, a devolver al banco a las esencias. A huir de esas operaciones complejas que en los últimos tiempos le han debilitado. Y será dolorosa, pues irá acompañada de fuertes recortes de personal. La dirección planea reducir los costes en 2.500 millones, un 15% del total, para situar sus gastos estructurales en unos 14.500 millones en 2025. Para lograrlo, acometerá despidos: prevé rebajar su número de empleados de 52.000 a 43.000 en los próximos tres años, incluidos los 2.700 que saldrán de la firma antes de que acabe el año.
Las medidas deberán ser refrendadas en una junta de accionistas extraordinaria que se celebrará el 23 de noviembre. Y supondrá incurrir en gastos adicionales: el banco calcula que los costes de reestructuración y los deterioros vinculados a su transformación ascenderán a casi 3.000 millones de euros entre el cuarto trimestre de 2022 y 2024. Esa factura piensan financiarla con las ampliaciones de capital, recursos propios y desinversiones.
Otra asignatura por resolver será devolver la estabilidad a la cúpula del banco, que ha estado sometida a continuas tensiones y cambios, no solo por la renuncia a finales de julio de Thomas Gottstein, sino por episodios previos. En enero del año pasado, el portugués António Horta-Osório dejó la presidencia de la entidad después de que una investigación determinara que infringió las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus en Suiza y en el Reino Unido.
Fue sustituido por el suizo Axel Lehmann, que este jueves se ha mostrado autocrítico sobre la gestión del banco en tiempos recientes. “A lo largo de 166 años, Credit Suisse ha construido una franquicia potente y respetada, pero reconocemos que en los últimos años hemos perdido el foco”, reconoció. Lehmann se ha mostrado confiado en que la nueva hoja de ruta rompa esa mala dinámica, que incluso provocó a comienzos de este mes el hundimiento de sus acciones por rumores sobre sus problemas de solvencia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.