Credit Suisse se sume en la volatilidad por las dudas sobre su solvencia
Los títulos de la entidad han llegado a desplomarse un 10%, y el precio de sus seguros de impago se ha disparado
El banco suizo Credit Suisse está en el centro de las miradas después de que el precio de sus seguros de impago se disparase y las acciones de la entidad llegaran a derrumbarse este lunes un 10% —para luego darse la vuelta y recuperar buena parte de lo perdido— en medio de las dudas sobre su solvencia. Los contratos que protegen a los inversores ante el riesgo de una eventual quiebra de la entidad —los llamados CDS— subieron con fuerza el viernes, una señal de desconfianza sobre su situación. Y el diario Financial Times ha informado de que sus directivos han empleado el fin de semana en llamar a sus principales inversores para tranquilizarles y asegurarles que la salud financiera del banco es buena.
El dinero es cobarde. Especialmente en momentos como el actual, de inflación extrema y recesiones en el horizonte. Y esas gestiones se interpretan como un intento desesperado por frenar la espiral de destrucción de valor. Las conversaciones están lejos de haber dado resultado: el ruido sobre su debilidad, que podría desembocar en una ampliación de capital, se ha extendido por redes sociales y medios, creando una bola de nieve que no es sencilla de detener una vez toma velocidad.
Las malas noticias se acumulan en las oficinas centrales de Zúrich. El banco, fundado en 1856 y con más de 50.000 empleados en plantilla, se ha dejado casi la mitad de su capitalización en Bolsa en solo seis meses, perdió 1.600 millones de dólares en el primer semestre del año, y tras ese varapalo hubo movimientos en su cúpula, con la dimisión de su entonces consejero delegado Thomas Gottstein, y el posterior nombramiento de Ulrich Körner, que tomó posesión en agosto. El recién llegado había pedido a los inversores 100 días de gracia para poder visibilizar un cambio de estrategia, en el que se contempla una división de su negocio de inversión en tres partes. Pero los mercados son impacientes: ni en la Gran Recesión ni en la pandemia habían tocado cotas tan bajas las acciones del banco, sumergidas este lunes en mínimos históricos.
Según la agencia Reuters, Köerner dirigió un mensaje interno al personal en el que insistía en la solidez de su capital y en su liquidez. “Sé que no es fácil mantenerse enfocado en medio de las muchas historias que lees en los medios, en particular, dadas las muchas declaraciones inexactas que se están haciendo. Dicho esto, confío en que no confunda la marcha diaria del precio de las acciones con la sólida base de capital y la posición de liquidez del banco”, afirmaba en su nota.
El banco vale ya menos de 10.000 millones de euros, cinco veces menos que su rival local UBS. Y como casi siempre sucede en el sistema financiero cuando hay zozobra, su nombre no ha salido a la palestra solo: el alemán Deutsche Bank también sucumbía a las pérdidas este lunes, aunque en menor medida. Tres horas después del inicio de la sesión sus títulos caían más de un 3%, tras un inicio aún peor, aunque finalmente cerró prácticamente plana. Esa onda expansiva no llegaba a las entidades españolas, que si bien cotizaban en rojo en los primeros compases, acabaron en verde en una jornada alcista.
Leopoldo Torralba, economista de Arcano Economic Research, cree que es muy difícil saber si el pánico está justificado. “Muchas veces, la incertidumbre respecto a los posibles deterioros de valor del activo o motivados por una subida del coste del pasivo es exagerada por los mercados. La razón es que los bancos tienen pocos recursos propios respecto a otros sectores, y pequeños deterioros del valor del activo te generan notables caídas de los recursos propios”, sostiene.
Al mal comportamiento de Credit Suisse en 2022 se le suman otros escándalos que le han penalizado en los últimos tiempos. Credit Suisse fue de largo la entidad más damnificada por el caso Archegos, destapado el año pasado. Archegos Capital Management tomaba prestadas sumas multimillonarias de los grandes bancos de inversión para invertir en Bolsa en un pequeño grupo de valores estadounidenses y chinos, y eso se tradujo en una pérdida estimada de 5.300 millones de dólares para Credit Suisse.
Otro episodio que generó inestabilidad fue la salida del portugués António Horta-Osório, que dejó la presidencia de la entidad en enero de 2021 después de que una investigación determinara que infringió las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus en Suiza y en el Reino Unido. Fue sustituido por el suizo Axel Lehmann, un apellido muy similar al nombre de la entidad estadounidense que muchos evocan ahora para referirse a lo que supondría para la economía un descenso a los infiernos de Credit Suisse.
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