António Horta-Osório: el banquero que sobrevivió al insomnio permanente
El directivo portugués, que reflotó de manera exitosa Lloyds, presidirá la próxima primavera Credit Suisse tras una carrera brillante aunque llena de baches personales
António Horta-Osório, el banquero que cimentó la expansión del Santander en Portugal y Reino Unido y lideró el reflotamiento del histórico Lloyds durante la debacle de la crisis financiera, será en primavera presidente de Credit Suisse. Su trayectoria en Lloyds no ha sido ajena ni a los dramas (el estrés le llevó a caer en un insomnio permanente) ni a los conflictos personales (una aventura extramarital aireada por un tabloide), pero también a polémicas por sus elevadas remuneraciones y por los altos costes sufridos por el banco por un escándalo financiero anterior a su etapa.
Lisboeta de nacimiento (1964), nieto de un abogado, economista y político e hijo de un abogado y campeón de tenis de mesa, estudió Administración de Empresas en la Universidad Católica de Portugal y completó sus estudios en Insead y en Harvard. En 1987 empezó a trabajar en Citibank en Portugal y en 1991 fichó por Goldman Sachs en banca corporativa en Nueva York y Londres. En 1993, Emilio Botín le eligió para lanzar el Banco Santander de Negocios en Portugal, origen de una larga relación que le llevaría luego a Brasil, de nuevo a Portugal, España (vicepresidente ejecutivo del Santander en 2000) y, a partir de 2006, a la dirección en Londres del Abbey National, el banco que el grupo había adquirido para germinar su espectacular expansión en el Reino Unido, lo que ahora es Santander UK.
Políglota consumado (habla seis lenguas), suave en las formas, hábil en los pasillos del poder y la política, Horta-Osório cultivó una excelente relación con el Tesoro británico, tanto con los laboristas como con los conservadores, y con el Banco de Inglaterra. Una relación que se reforzó con la adquisición por el Santander de dos bancos en apuros durante la crisis financiera: el Alliance & Leicester y el Bradford & Bingley.
Cuentan que su prestigio en la City se disparó tras exudar carisma en su comparecencia ante la Comisión del Tesoro en el parlamento británico en febrero de 2009, que contrastó con la pobre imagen de los jefes del Royal Bank of Scotland (RBS) y de Lloyds. Cuatro meses después, Horta-Osório fue nombrado consejero no ejecutivo de la prestigiosa Court of Directors del Banco de Inglaterra. En septiembre de 2010, el presidente de Lloyds le ofreció el cargo de consejero delegado del grupo, al que se le había atragantado la absorción de HBOS, uno de los bancos británicos más castigados por la crisis financiera.
“Yo amaba el Santander, que era perfecto para mí. No tenía ninguna intención de marcharme, pero cuando recibí la oferta de Lloyds, me lo pensé. Era un gran reto y pensaba que podía hacerlo y que no me perdonaría a mi mismo perder esa oportunidad”, reflexionó años después en una entrevista con Financial Times.
Lloyds había acudido al rescate de HBOS en septiembre de 2008. Era una fusión impensable años atrás por razones de libre competencia, pero alentada entonces por el Tesoro y por el Banco de Inglaterra por la crisis financiera. Un mes después, el Gobierno puso en marcha la nacionalización de Lloyds, de HBOS y del RBS. En febrero de 2009, Lloyds entró en pérdidas en barrena y el Gobierno aumentó su paquete de acciones hasta el 43% del capital.
Horta-Osório, nombrado consejero delegado en marzo de 2011, no era consciente de la verdadera situación del banco cuando llegó. “Lloyds estaba en una situación mucho más difícil de lo que creí y yo no tenía ni idea”, confesó en esa misma entrevista. El ejecutivo puso en marcha su estrategia para reducir los 200.000 millones de libras en activos tóxicos heredados de HBOS, recortar gastos y reorientar el banco hacia el mercado británico de banca comercial. Pero la crisis de la eurozona en agosto de ese año sacudió los mercados y los bancos estadounidenses empezaron a repatriar fondos de Europa. “El banco no estaba de ninguna manera preparado para afrontar la crisis de la eurozona”, admitió. Las tribulaciones del sector en general y las de Lloyds en particular empezaron a hacer mella en él, obsesionado como estaba en devolver los más de 20.000 millones de libras de dinero público inyectados en el banco.
El hombre que acostumbraba a hacer submarinismo rodeado de tiburones, a jugar cada semana dos horas de tenis, el joven ambicioso que repitió un examen de Econometría porque una nota de 18 sobre 20 no le parecía suficiente, chocó con el fantasma del insomnio ante los problemas que tenía sobre la mesa. “El banco estaba en una situación de vida o muerte y sentía como algo muy personal la obligación de liderar al equipo para darle la vuelta a la situación y devolverle el dinero a los contribuyentes”, rememoraba.
En agosto, estando con la familia en Indonesia, “tenía una gran sensación de culpa por estar de vacaciones y solo pensaba en el banco, en lo que estaba pasando en Reino Unido, en la crisis, en los altibajos de las acciones, y tampoco en vacaciones podía dormir”. “Casi me rompo”, reconoció en una sincera entrevista con The Times en 2017. Era la primera vez que explicaba con detalle la crisis personal que atravesó en aquellos meses de 2011 y que le llevaron a ausentarse durante dos meses para recuperarse. Estuvo nueve días en The Priory, una famosa clínica privada, en la que pasó durmiendo hasta 16 horas diarias para poner al día cuerpo y mente.
Pero, contra el pronóstico de muchos, Horta-Osório se recuperó, volvió al despacho y cumplió su tarea de enderezar el banco. En mayo de 2017, el Tesoro vendió su último paquete de acciones en Lloyds. La crisis estaba oficialmente cerrada. Lloyds volvía a ser un banco 100% privado.
Eso no quiere decir que su gestión no haya sido polémica. En lo profesional y en lo personal. En lo profesional porque, en contra del criterio mayoritario en la City, se comprometió a compensar a los clientes perjudicados por la venta engañosa de un producto financiero, las PPI, anterior a su gestión. Lloyds reservó 3.200 millones de libras para esos pagos pero el coste final superó los 17.000 millones. En lo personal, porque un tabloide desveló en 2016 una aventura extramarital que le obligó a pedir excusas por el daño causado al prestigio del banco. Pero también por sus elevados emolumentos, que le han permitido obtener más de 56 millones de libras en sus nueve años en Lloyds, según sus críticos.
Su destino ahora es Zúrich, donde se ha comprometido a mudarse para presidir el Credit Suisse. Otro banco con problemas, aunque menos. Credit Suisse afronta una renovación cultural y también escándalos diversos, como las acusaciones de haber espiado a dos ejecutivos disidentes. Pecado mortal en el sistema bancario más secretista del mundo.
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