La Reserva Federal se plantea subidas de tipos más agresivas para frenar la inflación
Parte del mercado espera un ascenso de 0,75 puntos, el mayor desde 1994
Recalculando ruta. El GPS de la Reserva Federal busca la senda que le permita poner coto a la inflación sin provocar una recesión, pero el camino es cada vez más estrecho. La presión sobre los precios no cede y en mayo su subida anual marcó un nuevo máximo de los últimos 30 años, con un 8,6%. Tras ese dato, publicado el viernes, los economistas ven muy probable que la Fed suba los tipos de forma más agresiva de lo que se esperaba hasta ahora.
El primer paso se puede notar en la reunión de dos días que empieza este martes. En mayo, tras aprobar un alza de tipos de 0,5 puntos, la mayor en 22 años, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, indicó con más concreción de la habitual que el comité planeaba otras dos subidas de medio punto en los encuentros de junio y julio. Sin embargo, el mercado ha empezado a apostar por una subida de 0,75 puntos, la mayor desde 1994, como el resultado más probable de la reunión (hay quien habla incluso de un punto). Para los bancos centrales, ser predecibles se ha convertido en un activo. Tratan de anticipar por dónde van a ir sus movimientos para evitar sustos y distorsiones en los mercados, pero no siempre es posible.
En realidad, de hecho, el mercado ha ajustado ya sus expectativas. La fuerte caída de la Bolsa es un claro síntoma en el que se mezcla el miedo a tipos de interés más altos y a un crecimiento más bajo. El dólar se ha fortalecido y vuelve a cotizar en zona de máximos de los últimos 20 años frente a las principales divisas, castigando los resultados de las multinacionales estadounidenses. Pero donde de verdad se ha vivido un volantazo que tiene que ver casi en exclusiva con las expectativas sobre tipos de interés ha sido en el mercado de deuda. Los tipos del Tesoro estadounidense a tres años se han disparado, con la mayor subida en dos días desde 1987, según los datos de Bloomberg. Han pasado en dos sesiones del 3% al 3,49%.
En el mercado monetario, los derivados sobre tipos de interés, los que miden con más precisión las expectativas del mercado sobre los tipos de interés oficiales, muestran que los inversores esperan que los fondos federales estén al 4% a mediados del año próximo, desde el nivel del 0,75%-1% en que se encuentran ahora. La probabilidad que el mercado concede a la subida de 0,75 puntos esta misma semana es de al menos el 50%. Los mercados están, por tanto, preparados. Si la Fed no quiere dar sorpresas, una subida de 0,75 puntos casi ha dejado de serlo, aunque también hay quienes consideran que puede mantener el alza de medio punto esta semana y desplazar las subidas más agresivas a julio o septiembre.
Ni siquiera los grandes de Wall Street lo tienen claro. Mientras que para el economista jefe para Estados Unidos de JP Morgan lo más probable es una subida de 0,75 puntos, y la posibilidad de que sea de un punto es un riesgo no despreciable, el jefe de análisis de economía global de BoFA Securities, Ethan Harris, cree que el ascenso será de 0,5 puntos, según sendos informes enviados a clientes el lunes. Eso sí, Harris pronostica que Powell adoptará en la lucha contra la inflación un tono “whatever it takes” (”lo que haga falta”, en referencia a las palabras de 2012 del entonces presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, para salvar el euro).
Riesgo de recesión
El problema es que lo que puede hacer falta es una recesión. O, más exactamente, lo necesario para frenar la inflación pueden ser alzas de tipos que acaben provocando una recesión. La subida de los intereses disuade a empresas y consumidores de endeudarse, encarece los préstamos, enfría el mercado inmobiliario y, en resumen, frena la economía.
El consejero delegado de Morgan Stanley avisa: “Había un riesgo de recesión. Solía pensar que era de un 30%. Ahora es más bien del 50%, pero no del 100%. Conviene ser un poco cauteloso”. En su opinión, “era inevitable que esta inflación no fuera transitoria, era inevitable que la Fed tuviera que moverse más rápido de lo que estaban proyectando”, según dijo el lunes en una conferencia. Su colega Jamie Dimon, de JP Morgan, ya advirtió hace semanas de que veía venir un huracán económico.
En los mercados hay otra señal de ese riesgo: la curva de tipos invertida. Normalmente, los tipos de interés de la deuda son más bajos a corto plazo y más altos a largo plazo, pues el riesgo es mayor a largo plazo. Puestos los tipos de interés a diferentes plazos en un gráfico, suelen mostrar una curva ascendente. En ocasiones, sin embargo, la curva se da la vuelta. Esa curva invertida, al menos en algunos plazos, se interpreta en el mercado como un indicador de que viene una recesión (y de que con ella, cuando la inflación esté controlada, habrá que volver a bajar los tipos).
En Estados Unidos, el lunes, los tipos de interés de la deuda pública a 3 años eran mayores que los de la deuda a 5 años, a su vez por encima de la deuda a 10 años y estos, también por encima de la deuda a 30 años, aunque la diferencia entre los primeros (3,49%) y los últimos era escasa, lo que dibujaba una curva más bien plana.
Parte de las subidas de precios tienen que ver con la reactivación de la demanda, pero hay otras que son exógenas o resultado de problemas de oferta, y no está claro que las subidas de tipos sean muy eficaces para combatirlas. Por ejemplo, los precios de la gasolina están disparados como consecuencia de la subida del petróleo, principalmente. El galón (3,78 litros) ha superado por primera vez en la historia los cinco dólares de media en el conjunto del país, pero en California ha llegado a rondar los ocho dólares, precios nunca vistos.
El escenario de pesadilla sería el de estanflación, es decir, estancamiento con inflación. Es posible que las subidas de tipos frenen en seco la economía, pero que eso no sea suficiente para lograr la estabilidad de precios. Las implicaciones políticas de las subidas de precios ya están siendo desastrosas para la popularidad del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y para las expectativas de los demócratas ante las elecciones legislativas de noviembre, en las que se renueva algo más de un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes. Si a eso se le suma un frenazo económico, las cosas pueden ser aún peores.
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