Política fiscal e inflación
El Banco de España aconseja mantener los tipos en un nivel próximo al 1%, mientras que el Bundesbank alemán pide subidas más ambiciosas
El informe anual del Banco de España se ha politizado, como todo en nuestro país, y ha generado un debate superfluo y perjudicial. Los mensajes de la autoridad monetaria son claros y necesarios. El PIB del primer trimestre fue inferior a su estimación previa y es lógico que anuncie que revisará a la baja la previsión. No obstante, su escenario central es de crecimiento débil este año, pero positivo. Las causas principales son la crisis energética y la inflación. Pero sin que aumente el desempleo, que es el riesgo en estas situaciones.
El gobernador ha tomado posición en el debate interno del Consejo del Banco Central Europeo (BCE). Admite que la inflación ya es un hecho y que estará con nosotros más tiempo de lo esperado. La autoridad monetaria ya ha puesto fecha para empezar a subir tipos a partir del tercer trimestre. El Banco de España aconseja mantenerlos en un nivel próximo al 1%. Por lo tanto, los tipos de interés seguirían siendo bajos y favorables para contener la inflación y no provocar una recesión y un aumento del desempleo. Esto le sitúa enfrente del Bundesbank alemán, que pide subidas de tipos más ambiciosas y priorizar la estabilidad de precios al crecimiento.
Si el Banco Central hace una política monetaria neutral es necesario que la crisis energética y de cadena de suministros global se normalice en el próximo año. Además, en cada país de la Eurozona la política fiscal debe ser al menos neutral y los márgenes empresariales y los salarios aumentar cerca del objetivo de estabilidad de precios del 2%. En este escenario, la consolidación fiscal es una aliada de los ciudadanos, especialmente de los más pobres que son los más afectados por la inflación.
Un ajuste fiscal gradual y ordenado permitirá contener la inflación y mantener bajos los tipos de interés. Si la política fiscal fuera expansiva, sea por bajada de impuestos o por aumento de gastos, la inflación sería mayor y el BCE se vería forzado a subir más los tipos de interés como piden los alemanes. Eso provocaría menor inversión empresarial, menor consumo de las familias, que tendrían que pagar más caras sus hipotecas, y riesgo de recesión y de aumento del desempleo.
España tiene hoy 50 puntos de deuda pública sobre el PIB más que cuando Mariano Rajoy se vio forzado a pedir el rescate a la troika. Un plan creíble de consolidación fiscal sería una garantía de cara a los mercados y evitaría recortes y subidas de impuestos masivas ante la imposibilidad de financiar nuestra deuda pública y pagar las pensiones y los sueldos de los funcionarios, como sucedió en el verano de 2012.
¿Hemos aprendido aquella lección? No parece. El Gobierno ha enviado a Bruselas un programa de estabilidad que según la Comisión aumentará el déficit público estructural en 2023 por encima del 4% del PIB. Y el PP de Núñez Feijóo y sus barones repiten el mantra de las bajadas de impuestos, igual que Rajoy en 2011. Veremos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.