España presiona a Bruselas para que facilite las importaciones de cereales de Argentina y EE UU
El Gobierno pide suavizar los requisitos fitosanitarios para buscar alternativas al descenso de llegada de maíz de Ucrania tras el ataque de Rusia
El ataque de Rusia a Ucrania ha pasado de ser un posible conflicto relámpago a una guerra con una salida incierta. Y esto, para los Estados europeos, se va a traducir en un golpe económico de consecuencias impredecibles. Entre los sectores más afectados está el campo español, ya que tenía en Ucrania uno de los principales mercados de donde importaba cereales —maíz, principalmente— para la elaboración de piensos para la cabaña ganadera. Por ello, el Gobierno se ha arremangado en Europa y presiona a la Comisión Europea desde hace una semana para buscar alternativas. El objetivo: impedir un encarecimiento mayor de los insumos —materias primas que son utilizadas para producir otros bienes—, que a la postre provocaría un nuevo aumento de los precios de la alimentación y empujaría aún más a la inflación al alza.
España, a través del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, insiste en Bruselas para la relajación de las exigencias comunitarias a la hora de importar cereales, aunque sea de forma temporal, y contrarrestar así la pérdida de la cosecha ucrania. En concreto, reclama que se flexibilicen “las medidas de la PAC para que se pueda incrementar la producción [de cereales]” en España y otros países comunitarios, aseguró el ministerio en un comunicado. Esto significa, por ejemplo, que se reduzcan las superficies en barbecho obligatorio y que se permita su siembra de manera temporal durante el conflicto. Este asunto ya se abordó en el pasado Consejo de Ministros comunitario extraordinario, y se ha vuelto a poner sobre la mesa este lunes en el comité especial de Agricultura que prepara los temas del próximo consejo, según fuentes del departamento.
Además, según estas fuentes, el Ejecutivo español también ha solicitado que se flexibilicen las exigencias sanitarias a la importación en Europa. Es decir, que se pueda comprar maíz que hasta ahora no es posible porque utilizan fitosanitarios y transgénicos no permitidos en el Viejo Continente. Esto, en la práctica, facilitaría la compra de cereales desde Argentina, para los que existen restricciones (por su contenido en algunos residuos de productos fitosanitarios). Y también la importación de maíz y soja genéticamente modificados desde Estados Unidos o Brasil, previo control de la Agencia de Seguridad Alimentaria. “Estamos ante una situación excepcional que requiere de medidas excepcionales”, afirmó el ministro.
El temor en el campo español se fundamenta en la relevancia de las importaciones desde Ucrania para la alimentación animal. Se trata del segundo suministrador de maíz a España, solo por detrás de Brasil, con un volumen medio por temporada de 2,7 millones de toneladas, el 22% de las compras en el extranjero de este producto. En concreto, en 2021 las importaciones agroalimentarias desde el país del Este de Europa ascendieron a 1.027 millones de euros, principalmente cereales (545 millones de euros), sobre todo maíz: 510 millones. Los aceites, por su parte, supusieron 423 millones.
“El maíz es el cereal más importado en España. Destaca Ucrania, que representa el 16% de las exportaciones internacionales de maíz y es el cuarto mayor exportador del mundo”, afirma el ministerio que dirige Planas en una nota. Tampoco se puede contar con las compras a Rusia, aunque estas eran mucho menores (un 0,5% del total de las importaciones).
En este contexto, en el que España tiene un “déficit estructural medio en la balanza comercial de las últimas cinco campañas de 14,7 millones de toneladas, cuyo destino principal es abastecer la cabaña ganadera”, según explica Agricultura, se hace más urgente la búsqueda de alternativas que eviten la puntilla para un sector agrario muy tocado. Asimismo, por la situación de guerra, no solo existe el problema de la pérdida de la producción de este año de Ucrania por una actividad comercial paralizada: también hay dudas sobre las posibilidades de siembra y producción para la próxima campaña, por lo que el déficit de estos cereales no se prevé que sea algo pasajero.
De hecho, según el ministerio, el conflicto ya ha provocado un incremento de los precios de las materias primas que afecta sobre todo al sector ganadero. A lo que añadía Planas un aviso en el comunicado con el que apremiaba a sus socios europeos: “Preocupan no solo los precios, sino también la disponibilidad de las materias primas”.
Los supermercados, sin problemas de ‘stock’
En los supermercados, por su parte, sufrieron el pasado fin de semana las primeras restricciones a causa del ataque militar de Rusia. Las principales cadenas comenzaron a racionar la venta de aceite de girasol y semillas ante una demanda disparada por el temor de los consumidores al desabastecimiento o encarecimiento del mismo. “La demanda anómala afecta a un número muy limitado de productos relacionados con el aceite de girasol procedente de Ucrania y existen alternativas tanto de origen como de producto”, afirmaba la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) en un comunicado.
Pese a ello, fuentes de las grandes cadenas de distribución coinciden en que se trata de una medida preventiva. Es decir, no existe falta de abastecimiento, pero se quiere evitar que haya efecto contagio y se llegue a ese escenario. De ahí la limitación a la compra por persona y día en Makro, Mercadona o Consum, entre otros. Además, al cuestionar sobre si hay compras anómalas de otro producto o posibles problemas de stock, las compañías lo descartan: “No hemos notado nada por el momento, aunque si el conflicto se demora en el tiempo durante meses podría afectar a otros derivados del aceite como la mayonesa o la margarina, entre otros”.
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