El Gobierno argentino extiende el cepo a las exportaciones de carne vacuna para controlar la inflación
El Ejecutivo de Alberto Fernández quiere bajar los precios en el mercado interno a corto plazo mientras analiza medidas para aumentar la producción
El Gobierno argentino perdió en mayo la batalla para reducir el precio de la carne vacuna, alimento estrella del país. Pese a las restricciones a las exportaciones impuestas por 30 días, su precio aumentó un 4,4% intermensual en el área metropolitana de Buenos Aires, más de un punto porcentual por encima de la inflación general. La respuesta ha sido extender la medida: los cortes de carne que más consumen los argentinos —considerados de una calidad media y que ya eran los que menos se exportaban— no podrán venderse al exterior hasta final de año a menos que se abarate su precio. Para el resto se levanta la prohibición vigente pero regirá un cupo del 50%, es decir, podrá destinarse al mercado externo la mitad de lo que fue el año pasado. Algunos productores ya han anunciado movilizaciones contra una medida que, advierten, dañará al sector y reducirá el ingreso de divisas.
“El aumento de los precios de la carne en el mercado internacional, evidenciado durante los últimos meses, implica una presión sobre los precios en el mercado interno por su condición de bien transable”, señala uno de los considerandos del decreto publicado este miércoles en el Boletín Oficial. La medida rige hasta el 31 de diciembre, pero puede prorrogarse hasta final de año de no cumplirse el objetivo de reducir el precio del mercado interno.
La carne vacuna se ha encarecido más del 70% en el último año, frente al 48,8% del IPC. Debido a su precio y al cambio de hábitos alimentarios, el consumo cayó en 2020 por debajo de los 50 kilos por cápita, el más bajo del último siglo en este país sudamericano, pero aún diez veces superior al de España (4,8 kilos por persona).
El presidente argentino, Alberto Fernández, se reunió el fin de semana con representantes de asociaciones rurales para adelantarles la medida y les planteó su preocupación por las maniobras especulativas de algunos exportadores que aprovechan el aumento de la demanda de China para inflar los precios domésticos. “Combatamos a esos 40 exportadores pícaros, pero no cerremos el mercado exterior porque al final quienes pagamos los platos rotos somos nosotros”, criticó el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino. Como respuesta, algunos productores han convocado a una protesta para el próximo 9 de julio, día en en que Argentina celebra su independencia de España.
La exportaciones de carne suponen cerca del 10% de las ventas al exterior de Argentina. En 2020 ingresaron 3.126 millones de dólares por el comercio externo de carne, frente a los 14.000 millones de dólares obtenidos por la soja, el producto más exportado. Los productores advierten que el cepo a las exportaciones es otro tiro al pie en un país endeudado y muy necesitado de divisas.
Además, señalan que lo que se vende en el exterior es distinto a lo que se consume en Argentina. China, el principal cliente de carne argentina, compra en su mayoría partes de muy baja calidad, destinadas al procesamiento industrial. Europa se queda con las piezas más refinadas y caras. Los cortes más populares en Argentina, como el asado y el vacío, son de una calidad intermedia.
Las restricciones a la exportación irán acompañadas con un plan ganadero destinado a aumentar la producción, en declive. En 1977, la relación cabezas de ganado bovino por habitante era de 2,3 y en el año 2020 esa relación disminuyó a 1,2. El año pasado había registradas 54,5 millones de cabezas, frente a los 61 millones de 2005.
A través de exenciones fiscales, líneas de crédito y capacitación, el Ejecutivo de Fernández espera revertir la tendencia y aumentar la oferta para que la producción anual pase de los tres millones de toneladas actuales a cinco. Los detalles del plan ganadero serán anunciados en las próximas semanas.
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