Bruselas mantiene el pulso: así está la batalla de la UE contra los gigantes tecnológicos
La apertura de nuevas investigaciones contra Amazon profundiza en el empeño comunitario por salvar la libre competencia
Donald Trump no pronuncia su nombre, pero todos saben de quién se trata: la llama la señora de los impuestos —the tax lady—. Y la acusa de odiar a Estados Unidos más que nadie que conozca, una posición improbable dada la larga lista de candidatos que maneja para ocupar ese lugar. La danesa Margrethe Vestager, comisaria de Competencia, ha sido diana habitual del presidente saliente por atar en corto a las grandes tecnológicas estadounidenses. La última afrenta llegó este martes, con las investigaciones a Amazon, pero el listado es mucho más largo. Como también lo es el catálogo de los que se dicen agraviados. Ya no es un pálpito decir que la segunda legislatura de Vestager a las riendas de Competencia se augura tan movida como la primera. “Me gusta mucho Estados Unidos”, aseguró defendiéndose de las acusaciones de antiamericanismo vertidas desde la Casa Blanca. La hemeroteca habla de una respuesta sin contemplaciones por su parte ante presuntos abusos. Así están los principales casos contra las multinacionales digitales.
Amazon. La Comisión Europea mantiene abiertas dos investigaciones contra la compañía de Jeff Bezos. La primera es por aprovechar en beneficio propio los datos confidenciales de los minoristas que venden en su plataforma. Bruselas sospecha que Amazon utiliza su volumen de visitas, ventas, envíos e incluso las reclamaciones de los clientes, lo que le permite afinar su estrategia comercial al saber de antemano qué productos tienen más éxito. La otra investigación es por cómo la compañía elige al ganador de la Buy Box, el recuadro de compra que permite agregar artículos de un minorista directamente a su carrito de la compra. Aparecer en él puede marcar la diferencia entre vender cinco unidades o 500 de un producto en un solo día.
Al margen de esas dos investigaciones en marcha, la Comisión Europea obligó a Amazon en 2017 a devolver 250 millones de euros a las arcas públicas de Luxemburgo por haberse beneficiado de un pacto fiscal en condiciones favorables —los llamados tax rulings— que le permitió eximir del fisco el 75% de sus ganancias en Europa entre mayo de 2006 y junio de 2014, y del que no disfrutaron sus competidores. El Gobierno luxemburgués recurrió la decisión al negar que hubiera trato de favor, y el dinero permanece aparcado en una cuenta a la espera de que la justicia europea se pronuncie. En 2015, Bruselas abrió otra investigación por una serie de clásulas que Amazon imponía a los editores en sus contratos de libros electrónicos, pero la cerró después de que las retirara.
Google. La relación de la empresa de Mountain View con la UE es bastante más tormentosa, o al menos le ha costado más cara. Hace poco más de un año, la Comisión Europea inició una investigación por su servicio de búsqueda de empleo, después de que 23 sitios web competidores se quejaran de que Google consigue usuarios para su plataforma sin incurrir en los gastos de sus rivales para posicionarse en su buscador. La Comisión también está revisando la compra de la firma tecnológica de servicios deportivos Fitbit porque teme que refuerce su posición en los mercados de la publicidad en línea y aumente el volumen de datos disponibles para personalizar su publicidad.
Entre 2017 y 2019, la compañía ha ido a multa por año, con un total acumulado de unos 8.284 millones. La última fue en marzo del año pasado, 1.490 millones por "abusar de su posición dominante” en el mercado publicitario online durante diez años mediante su plataforma Google AdSense. Antes, en 2017, recibió una sanción de 2.450 millones de euros por aprovechar su posición dominante en el mercado de búsquedas por Internet para copar también el sector de comparadores de productos. Y solo un año después volvía a ser penalizada con 4.340 millones después de que Competencia concluyera que imponía restricciones a los fabricantes de Android.
Apple. El Ejecutivo comunitario mantiene abiertas dos investigaciones contra Apple, la primera para evaluar posibles restricciones a la competencia a través de su tienda App Store, concretamente, en el hecho de que Apple impone el uso obligatorio de su propio sistema de compras y restringe la capacidad de los desarrolladores de aplicaciones para informar a los usuarios de iPhone y iPad sobre posibilidades más baratas. Y la segunda sobre su servicio de pagos Apple Pay.
“Apple es un objetivo muy conveniente porque genera muchos titulares. Permite a la comisaria convertirse en la danesa del año en 2016”. La frase la pronunció Bruce Sewell, entonces alto directivo de la compañía de Cupertino. Era la reacción al mayor golpe nunca propinado por Bruselas: la decisión de la Comisión en 2016 de obligar a Apple a devolver 13.000 millones de euros a Irlanda en impuestos impagados. La medida siguió la misma lógica que con Amazon en Luxemburgo: se estima que Apple disfrutó de un acuerdo fiscal ventajoso que le ahorró abonar una cuantiosa factura y que no estaba disponible para sus rivales. Al rifirrafe se sumó Dublín, que recibió como un insulto el mandato de Bruselas de recuperar el dinero. Por ahora, tanto Apple como Irlanda van ganando: la justicia europea les dio la razón en un primer asalto legal al considerar que la Comisión no probó la existencia de ayudas ilegales, pero Bruselas ha recurrido la decisión.
Facebook. La relación entre Bruselas y la red social no ha sido sencilla en los últimos años. El escándalo de la filtración de datos de Cambridge Analytica llevó a Mark Zuckerberg a viajar hasta la capital comunitaria para pedir perdón personalmente en la Eurocámara. La gran preocupación de la Comisión es su uso de los datos de los usuarios y su incapacidad para luchar contra la propagación de noticias falsas.
Las autoridades europeas mantienen abierta una investigación sobre cómo recolecta y monetiza los datos Facebook, y se han mostrado vigilantes desde que la empresa anunciara el lanzamiento de la criptomoneda Libra, ahora descafeinada. La única multa, de 110 millones de euros, fue por proporcionar información engañosa en la compra de WhatsApp, la mayor sanción impuesta nunca por la UE en casos de fusiones. Cuando analizaba la operación, la Comisión preguntó al gigante de las redes sociales si técnicamente podía vincular las cuentas de los clientes que dispusieran de perfiles en ambos servicios. Facebook respondió que no, pero dos años más tarde, en agosto de 2016, anunció esa novedad para sus clientes. Una falsedad que no le salió gratis.
Microsoft. En los últimos años, la compañía fundada por Bill Gates ha salido del visor de Bruselas. Si a comienzos de siglo representaba una preocupación su apabullante dominio del mercado, esa inquietud parece haberse esfumado. En 2004, la multa de 497 millones de euros por abuso de posición dominante fue la más alta impuesta hasta entonces. En 2006, a esa cantidad se sumaron 280 millones adicionales por no suministrar a sus rivales la información para que fabricaran productos compatibles con el sistema operativo Windows. Y en 2008 otros 899 millones por cobrarles un precio excesivo a cambio de facilitarles dicha información. La última multa data de 2013, con Joaquín Almunia como comisario de Competencia, y ascendió a 561 millones por no permitir instalar navegadores alternativos al Explorer en Windows 7.
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