Vestager: “Exigiremos más responsabilidad a las grandes tecnológicas”
La comisaria europea de Competencia se propone acabar con la impunidad de compañías como Google o Amazon con la nueva norma de Servicios Digitales
La pandemia de la covid-19 ha trastocado por completo la agenda de la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, volcada, como gran parte de su equipo, en la autorización de ayudas de Estado de emergencia para paliar la debacle económica. Pero la también vicepresidenta de la Comisión Europea no pierde de vista uno de los grandes objetivos de su actual mandato, centrado en reforzar el control de las grandes plataformas tecnológicas. Vestager cree que la responsabilidad que se exige a esas compañías es muy inferior al poder cuasi omnímodo que han alcanzado en el mercado digital. Y se propone acabar con esa impunidad con una norma de Servicios Digitales que permitirá a la Comisión imponer obligaciones y limitaciones a compañías como Google, eBay o Apple por el simple hecho de su posición de mercado sin necesidad de esperar a que violen las reglas de competencia.
Pregunta. Sus propuestas parecen apuntar a unas normas de competencia para unas compañías y otras más exigentes para los gigantes digitales. ¿No puede ese cambio desembocar en una doble vara de medir tal vez discriminatoria?
Respuesta. Estamos trabajando en varias iniciativas en ese terreno. La primera, dentro de llamada Ley de Servicios Digitales, es una actualización de la directiva de comercio electrónico para equiparar más o menos los derechos del comercio digital con los del analógico. Se trata de garantizar que el comercio a través de una plataforma digital es seguro y transparente. La segunda vía, con la Ley de Acceso a Mercados incluida, es doble y apunta no solo a los mercados digitales actuales sino también a los que puedan surgir porque van en aumento. El primer instrumento consistirá en fijar unos criterios objetivos para definir a las compañías que se han convertido en gatekeepers, es decir, en puerta de entrada inevitable hacia la red. A esas compañías se les fijarán una serie de cosas que deben hacer y otras que tendrán prohibidas. Entre las obligaciones figurará, por ejemplo, la de compartir los datos que recaban. Y entre las prohibiciones, se incluirá la de autoconcederse un acceso preferente a mercados adyacentes, algo que ya hemos visto que ha ocurrido en algunos de los casos que hemos investigado.
P. También ha indicado su intención de evitar que las plataformas alcancen un tamaño tan desmesurado que ya sean incontrolables.
R. Ahí entra el segundo instrumento. Queremos dotarnos de un sistema de investigación de la estructura de los mercados. En la actualidad, disponemos de herramientas para investigar a las compañías. Pero hemos visto que en los mercados digitales hay síntomas que revelan cuándo una compañía puede erigirse como puerta de entrada, tales como los efectos de red, la reducción a cero de los costes marginales o los ingresos a costa de los datos y no de dinero. Con el nuevo instrumento, podremos intervenir preventivamente cuando detectemos que hay riesgo de que una empresa se haga con el control de un mercado. No se tratará de imponer multas, sino normas de conducta para preservar el mercado y evitar que aparezca un gatekeeper.
P. ¿No hay riesgo de frenar el crecimiento y la innovación? Una intervención preventiva quizá hubiera abortado el desarrollo de una compañía como Google.
R. No se trata de evitar que una empresa crezca, sino de que no se convierta en un monopolio de facto. Porque cuando surge un monopolio de facto entonces sí que hay un riesgo enorme de tener muy poca competencia y de que desaparezca la presión del mercado hacia la innovación. Por supuesto, habrá que buscar un equilibrio. Pero, en cualquier caso, nuestro instrumento estará sometido a normas de procedimiento que permitirán a las empresas cuestionar nuestros puntos de vista y defenderse si consideran que las medidas impuestas no son proporcionadas o razonables.
P. Algunas informaciones apuntan que las nuevas normas golpearían a 20 grandes compañías que, casualmente, son casi todas estadounidenses. ¿Es competencia o proteccionismo lo que se busca?
R. Intentamos definir el ámbito de aplicación de la legislación, que se aplicará a todas las empresas en función de sus características y no por el lugar de su sede central. Quizá sea una vieja costumbre europea pero aquí cuando creces en tamaño y poder también aumentan tus responsabilidades. De eso se trata. De exigir más responsabilidades a los proveedores de servicios digitales. Alguien me dijo, aunque me cuesta creerlo, que en eBay se ponen en venta cada día 25 millones de objetos. No se puede hacer a eBay responsable de todas y cada una de esas operaciones. Pero se puede exigir la puesta en marcha de un sistema de control que evite la colocación en el mercado de productos falsificados, peligrosos, etcétera. Y lo mismo en el caso de plataformas digitales de opinión, donde debe haber un sistema de control. Debe haber transparencia y la opinión pública debe ver que estas compañías asumen su parte de responsabilidad.
P. La fusión de CaixaBank y Bankia en España se interpreta como el inicio de una nueva ola de consolidación en el sector financiero europeo, pero dentro de cada mercado nacional. ¿Está a favor de estas operaciones que crean bancos más grandes pero reducen el número de competidores en cada país?
R. Es demasiado pronto para pronunciarse. Ni siquiera hemos recibido todavía notificación de la operación o prenotificación, así que no puedo decir qué mostrará la investigación si tenemos que realizarla.
P. Las entidades financieras se quejan de que el marco regulador actual penaliza su crecimiento, sobre todo, cuando es transfronterizo. ¿Sería partidaria de modificar las normas para facilitar fusiones a nivel europeo?
R. No sé si eso es realmente así. Tenemos una gran cantidad de legislación europea sobre el funcionamiento de los bancos y eso debería servir de ayuda si se quiere hacer una fusión transfronteriza. Creo que sería una buena cosa si se produjera una mayor consolidación paneuropea al tiempo que se mantuviese la competencia en cada mercado. Pero es algo que no depende de nosotros porque, obviamente, la decisión de comprar una empresa o de fusionarse corresponde por completo a la comunidad empresarial.
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