La pandemia se cobra 4,9 millones de empleos en Brasil
Más de 5.000 empresas conforman un grupo que nació para garantizar la estabilidad de los empleos hasta finales de mayo, pero la situación de junio es una incógnita
La caída del 1,5% de la actividad económica brasileña en el primer trimestre del año, y los 4,9 millones de puestos de trabajo perdidos entre febrero y abril en el país, ya muestran parcialmente el tamaño de la crisis a la que Brasil se enfrenta bajo los efectos de la pandemia del coronavirus. Para una economía que ya se tambaleaba desde la última recesión (que acabó hace tres años), la combinación entre retracción global, caos sanitario e inestabilidad política augura un futuro peor si cabe para los próximos meses. El mercado financiero estima que el PIB se contraerá un 5,89% este año, según el boletín Focus, que reúne las expectativas de más de 100 instituciones.
Para enfrentar la parálisis de la economía y los efectos de las medidas de aislamiento social que se tomaron desde el inicio de la propagación del coronavirus en marzo, varias empresas intentaron reinventarse, y las más capitalizadas han buscado alternativas para preservar a sus empleados. Más de 5.000 empresas se sumaron al movimiento #nãodemita [no despidas], a comienzos de abril, con la promesa de no despedir a ningún empleado hasta el 31 de mayo. Con todo, el confinamiento se está extendiendo más de lo esperado, por lo que esta proyección ya no es tan unánime entre los miembros del grupo.
Daniel Castanho, uno de los fundadores del grupo Ânima Educação y creador de la iniciativa, dice que, en total, la acción sensibilizó a más de dos millones de personas. En su opinión, la mitad de los firmantes del compromiso son pequeñas empresas. Castanho explica, no obstante, que cuando el movimiento se puso en marcha, las proyecciones eran de que el pico de la pandemia ya habría pasado al final de este mes y la mayoría de las actividades ya se habrían reanudado. Él y más de 40 empresas fundadoras del movimiento (grandes y medianas) siguen discutiendo cuál será el próximo paso ante el alargamiento de la crisis. Al menos 16 de ellas afirmaron a EL PAÍS que seguirán con el proyecto de mantenimiento de los empleos. Algunas, del sector bancario, de la construcción y alimentario, incluso afirmaron que crearán nuevos puestos de trabajo. “Hay empresas que dicen que, independientemente de alinearse o no al movimiento, seguirán sin realizar despidos. Otras dicen que hay departamentos y competencias que tenían antes que ya no les van a hacer falta. El compromiso de darle estabilidad a todo el mundo era hasta ahora”, dice el fundador de la iniciativa.
Algunas empresas y sectores naturalmente sienten más los impactos de las medidas de confinamiento que otras. El comercio minorista, por ejemplo, sufre las consecuencias directas del aislamiento social. El resultado del PIB del primer trimestre ya detectó parte del efecto de la pandemia. La retracción de la economía se ha debido, principalmente, al retroceso en el sector servicios. El consumo de las familias ha retrocedido por primera vez desde 2016. Incluso empeñándose en salvar empleos, algunas acciones tuvieron que tomarse en función del nuevo escenario. La empresa Lojas Renner, por ejemplo, que tiene más de 23.000 empleados, forma parte del movimiento, y se sumó, desde el día 16 de abril, al programa de reducción temporal de salarios y de suspensión de contratos de trabajo durante la pandemia, el denominado BEM (prestación de emergencia), previsto por un decreto presidencial. La empresa implantó, temporalmente, la reducción proporcional del 25% de jornada de trabajo y sueldo para la mayor parte de sus equipos. Para otro grupo de colaboradores se optó por la suspensión del contrato laboral, también temporalmente. La compañía afirma que seguirá adoptando medidas para la preservación de los empleos y explica que, desde finales de abril, ha empezado a abrir algunas de sus tiendas. “Las decisiones para las reaperturas se están analizando individualmente, respetando los decretos gubernamentales locales y siguiendo los criterios técnicos sobre la extensión de la pandemia en cada municipio, para garantizar la seguridad de la gente y del negocio", asegura.
Si para las grandes empresas el panorama ya es todo un desafío, para las pequeñas es de más vulnerabilidad aún, puesto que su acceso a líneas de crédito es más limitado y tienen menos liquidez para sobrevivir con una demanda más baja. Un estudio del Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae), realizado a principios de mes, arrojó que las medidas de aislamiento recomendadas por las autoridades sanitarias golpearon con dureza a los pequeños negocios: el 44% interrumpieron sus operaciones, ya que dependían del factor presencial. Otro 32% se mantiene en funcionamiento con la ayuda de herramientas digitales. Solo un 11% siguió operando con normalidad, por otras razones, como por figurar en la lista de servicios esenciales.
“Nos llevamos un susto en marzo y abril. Y ahora vemos los datos de los despidos. Las pequeñas empresas aportan la mitad de los empleos del país y el 30% del PIB. Lo cierto es que esta crisis afecta mucho a las pequeñas: registraron un promedio del 60% de pérdidas de facturación”, afirma Carlos Melles, presidente del Sebrae. Según el estudio, la mayoría de los dueños de pequeñas empresas (el 89%) indicó una caída en los ingresos mensuales. En cuanto a la gestión de los recursos humanos de las empresas, el 12% de los entrevistados aseguraron que tuvieron que despedir empleados debido a la crisis.
El informe expuso también la dificultad de los pequeños empresarios para conseguir créditos para superar este momento: Al 86% de los emprendedores se les negó el préstamo o su solicitud aún está analizándose. “El sistema financiero brasileño tiene aversión al riesgo y al pequeño empresario. Y eso no es de la crisis, por lo que estamos trabajando intensamente para quitar obstáculos al crédito con las fintechs, con los datáfonos. Buscando más aliados, agencias de los Estados, fondos regionales para ver si el crédito llega al pequeño comercio”, afirma Melles.
Tras la polémica declaración de que ayudar a las pequeñas empresas a enfrentar la covid-19 generará pérdidas para las arcas públicas, el ministro de Economía, Paulo Guedes, finalizó este jueves junto a su equipo económico una propuesta de Medida Provisional que crea un nuevo programa de garantía a crédito de 20.000 millones de reales (unos 3.750 millones de dólares, 3,380 millones de euros), que incluirá a las pequeñas empresas entre las elegibles, según la agencia Reuters. La inclusión también llega en medio de quejas generalizadas sobre la dificultad de las micro y pequeñas empresas en acceder al crédito, con las entidades financieras negando solicitudes de préstamos por temor a futuros impagos. De acuerdo a lo informado por Reuters, el ministro de Economía afirma en el documento que las pequeñas y medianas empresas sienten más los efectos de la paralización de las actividades. "Necesitan acceso a nuevas fuentes de recursos, habida cuenta de que una de las formas de preservarlas es asegurar que atiendan sus gastos corrientes de los próximos meses”, dice.
En el vídeo de la reunión ministerial del 22 de abril, divulgado la semana pasada, el ministro de Economía dijo: “Vamos a poner dinero, y va a salir bien y vamos a ganar dinero. Vamos a ganar dinero usando fondos públicos para salvar a las grandes compañías. Ahora bien: perderemos dinero salvando a las empresas pequeñitas”. Los representantes de ese segmento criticaron las declaraciones.
Para Castanho, la creación de nuevos e-commerce será un legado positivo de los impactos de la crisis sanitaria para muchas empresas. “La transformación digital ya tenía que haberse producido, y ahora se ha producido a la fuerza por la covid-19”. Pero el movimiento crea una nueva conciencia, que a buen seguro pasa por lo que es importante en una empresa: las personas.
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