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El Banco Mundial pide a América Latina fortalecer las redes de protección social ante la crisis

El organismo multilateral advierte que los ciclos de desaceleración económica golpean con más fuerza a los sectores más pobres

Federico Rivas Molina
Una madre con sus hijas en un edificio okupado en Río de Janeiro, en 2017.
Una madre con sus hijas en un edificio okupado en Río de Janeiro, en 2017.FELIPE DANA (AP)
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En “tiempos desafiantes” para la economía latinoamericana, los países de la región deben prestar especial atención a los más pobres. Es imprescindible que los Gobiernos impulsen planes de protección social que atemperen el impacto de la desaceleración de los indicadores y permitan sostener en el tiempo el terreno ganado durante los períodos de bonanza en la lucha contra la pobreza. Estas son las conclusiones del último informe semestral regional del Banco Mundial (BM), titulado ¿Cómo afecta el ciclo económico a los indicadores sociales en América Latina y el Caribe? Cuando los sueños enfrentan la realidad y presentado a finales de la semana pasada.

El escenario económico no es alentador para América Latina y el desafío de la pobreza aumenta, según el Banco Mundial. “Las expectativas iniciales de crecimiento en 2018 no se cumplieron y las proyecciones para 2019 se han deteriorado. La región creció 0,7% en 2018. Las principales razones de este débil crecimiento en 2018 son una contracción de 2,5% en Argentina, la lenta recuperación de Brasil luego de la recesión de 2015 y 2016, el crecimiento anémico de México debido a la incertidumbre política y el colapso de la economía venezolana”, dice el Banco Mundial, que advierte que “el escaso crecimiento económico está teniendo un impacto predecible en los indicadores sociales”. Si no se toma en cuenta a Venezuela, el caso más dramático ha sido Brasil, que “experimentó un aumento de la pobreza monetaria de aproximadamente tres puntos entre 2014 y 2017”. El dato brasileño es especialmente relevante porque el país representa un tercio de la población de la región.

La pobreza, por lo tanto, debe estar en la agenda política y económica de los gobiernos, donde los planes de contención no abundan. “Los programas sociales que ayudan a absorber el impacto de las crisis económicas son comunes en los países desarrollados, pero no están lo suficientemente extendidos en esta parte del mundo”, dijo Carlos Végh, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “Esta es una agenda social pendiente en la región para asegurar que aquellos que recientemente escaparon de la pobreza no den ningún paso atrás”, agrega.

90% de pobres en Venezuela

El Banco Mundial dice que “nada podía preparar a la región para la escalada de la crisis económica, social, y humanitaria en Venezuela, por lejos la peor crisis en la historia moderna de la región”.

Según el último informe regional semestral del organismo, la caída en el precio del petróleo, junto con políticas altamente distorsivas, un ajuste fiscal desordenado, monetización de la deuda del sector público y una mala gestión económica en general han causado hiperinflación, devaluación, defaults, y una masiva contracción en el producto y el consumo”.

“El PIB real se contrajo un 17,7% en el 2018 y es probable que caiga un 25% en el 2019, lo que implicaría una caída acumulada del PIB del 60% desde el 2013 (…) Estimaciones de fuentes no oficiales sugieren que la pobreza ha alcanzado al 90% de la población”, advierte el Banco Mundial.

Végh se refiere así a los millones de latinoamericanos que salieron de la pobreza durante la llamada Década de Oro de las materias primas (2003-2013), una etapa donde los indicadores sociales mejoraron notablemente. La pobreza monetaria, medida sobre la base de un ingreso de 5,50 dólares diarios, pasó del 42,2% en 2003 a 23,4% en 2014. La pregunta que se hace ahora el Banco Mundial es: “¿Qué proporción de la caída fue permanente y qué proporción fue transitoria?” “La importancia relativa de la reducción permanente frente a la reducción temporaria de la pobreza tiene implicaciones cruciales para medir la verdadera magnitud de la caída en la pobreza y qué tan duradera será, y las políticas públicas que pueden implementarse para lograr caídas permanentes en la pobreza en lugar de temporarias”, dice el informe.

El BM pone especial atención en que un combate serio de la pobreza necesita de mediciones comparables. Los analistas que celebran las bajadas de la pobreza durante las fases económicas expansivas “obtendrían conclusiones muy distintas si evaluaran el cambio en la pobreza durante un ciclo económico completo (es decir, auge y recesión)”, dice el informe. “La importancia del componente cíclico en los indicadores sociales se magnifica en el caso de los mercados emergentes sujetos a grandes shocks externos. Todos estos shocks son de naturaleza cíclica, por lo que tenderán a amplificar los ciclos económicos de los mercados emergentes y, a su vez, los componentes transitorios de los indicadores sociales”, agrega el Banco Mundial. Por eso insiste en que son necesarias políticas distributivas de largo aliento. El Banco reconoce, con todo, que durante la Década de Oro América Latina ha avanzado mucho en ese sentido.

Los Gobiernos de izquierda que dominaron la política regional impulsaron programas de ayuda que ahora han logrado atemperar el impacto de la crisis. El más notable fue el programa Bolsa Familia en Brasil, que condicionó la ayuda al cumplimiento de ciertos criterios de salud y educación que quedaron en manos de los beneficiarios. Sin embargo, el ejemplo no cunde en toda la región.

“En tiempos desafiantes para la economía, es más importante que nunca que los países hagan las reformas necesarias para impulsar un crecimiento sostenible e inclusivo. No podemos dar por sentados los logros recientes en la reducción de la pobreza y debemos redoblar los esfuerzos para consolidarlos y aprovecharlos”, dijo Axel van Trotsenburg, vicepresidente del BM para América Latina y el Caribe. Se trata, en cualquier caso, de que en tiempos de bonanza los países puedan “controlar de alguna forma los efectos cíclicos sobre la pobreza antes de celebrar cualquier logro como permanente”. El desafío se torna especialmente complejo cuando arrecia la tormenta.

Balance regional

F.R.M.

El informe semestral del Banco Mundial hace un rápido repaso de las expectativas económicas de las tres principales economías de América Latina:

Argentina:

“Argentina comienza el 2019 inmersa en una severa recesión, y se proyecta que el PIB caerá un 1,3% este año, tras una contracción de 2,5% en el 2018. En 2018, el peso se depreció un 66% con respecto al año previo, la inflación se mantuvo cercana al 50%, y la tasa de interés de política monetaria tuvo que ser incrementada por encima del 70% en octubre para prevenir una mayor depreciación. A pesar del apoyo sin precedentes del FMI, que se tradujo en un paquete revisado de 57.100 millones de dólares, y del éxito del Banco Central en la estabilización del peso a inicios de este año, el ajuste fiscal necesario para cumplir con el programa del FMI está cobrando un alto precio en términos de la actividad económica y el peso ha vuelto a sufrir un revés”.

Brasil:

“Tras contraerse un 3,5% en el 2015 y un 3,3% en el 2016, en lo que constituye la mayor recesión en 30 años, Brasil reanudó un crecimiento positivo en el 2017 y el 2018 (con incrementos del PIB de 1,1% en ambos años), y se espera que crezca un 2,2% en el 2019. En vista de un déficit fiscal de 7,2% del PIB y de una deuda pública de casi 80% del PIB, las reformas fiscales en Brasil son esenciales. Las pensiones son, por lejos, la mayor carga fiscal y representan cerca de 12% del PIB. El gobierno ya ha enviado al Congreso una importante reforma del sistema de pensiones (…), pero no está claro si esta reforma será aprobada por el Congreso tal como está, dado que el partido del presidente no tiene mayoría".

México:

"México comienza el 2019 con un crecimiento modesto, pero estable, proyectado en 1,7% para este año (después de crecer 2,0% en el 2018), con superávits primarios y deuda en disminución, y con una inflación que se espera permanezca dentro del rango objetivo del Banco Central (3% +/- 1). Sin embargo, la tasa de política monetaria (8,25%) sigue estando dentro de las más altas entre las economías más grandes de la región, lo cual refleja la necesidad del Banco Central de defender el peso, dadas las señales contradictorias de la administración actual con respecto al futuro de las políticas económicas (…). Las señales de la nueva administración han sido mixtas y solo el tiempo dirá qué orientación prevalecerá".

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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