América Latina: cada uno baila a su ritmo
Las elecciones en Brasil y México marcan el paso de una región con grandes divergencias de las fases de crecimiento entre los países
Pocas veces antes se ha visto tan claramente como hoy la divergencia entre las fases del ciclo de crecimiento de los diferentes países de América Latina. Mientras Brasil y Argentina —primera y tercera economías de la región— pugnan por dejar atrás sus desequilibrios y recuperar el brío económico; México lucha por mantener el tipo en un momento de máxima incertidumbre —en plena renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), del que dependen el 85% de sus exportaciones, y teniendo que lidiar con la volatilidad de un presidente como Trump en su mayor socio comercial—; Colombia trata de superar el bache que ha situado el crecimiento en su nivel más bajo en nueve años —pero encadena ya dos décadas de expansión ininterrumpida— y Perú sigue creciendo a buen ritmo, sin grandes obstáculos económicos en el horizonte.
“La agenda de la región pasa por superar la trampa del ingreso medio”, subraya Ángel Melguizo, jefe de la unidad para América Latina y el Caribe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). “Mientras el resto de Estados miembros lograron dar el salto hace 30 años, Latinoamérica sigue siendo una región de ingreso medio desde hace seis décadas”. A ese reto, mayúsculo, Melguizo añade otros tres: robustecer los avances socioeconómicos, consolidando la clase media y reduciendo el trabajo informal; avanzar en la integración regional y mejorar el balance con China (y no solo con EE UU y Europa); y repensar las instituciones “ante la creciente insatisfacción y desconfianza”.
Arena política
Este 2018 será, además, un año clave en la arena política de varios países de la región. Con elecciones en Brasil, México, Colombia y Costa Rica, entre otros, la inversión sufrirá presiones a la baja hasta conocer el desenlace, especialmente en Brasil y México. “La incertidumbre política pesará en el proceso de inversión en estas economías”, subraya Alejandro Werner, jefe del departamento del Hemisferio Occidental del FMI. “Eso no quiere decir que se anticipen desequilibrios macroeconómicos en función del resultado, sino que la inversión se frena hasta que todo se clarifica”.
En el caso de Brasil lo que más preocupa a los inversores es la posible reversión de la agenda reformista en marcha, como el impopular proyecto de cambios en el sistema de pensiones, y la potencial vuelta atrás en la recuperación de la sostenibilidad en las finanzas públicas. En México, más allá del TLC, la preocupación de los inversores se centra en el discurso del principal favorito para hacerse con la presidencia, Andrés Manuel López Obrador (Morena) contrario a algunas reformas estructurales puestas en marcha en este sexenio, especialmente la energética, que ha permitido la entrada de inversión extranjera en este sector. Sin embargo, importantes asesores del candidato izquierdista han rebajado el tono en las últimas semanas en un intento por convencer los inversores de que el país norteamericano seguirá siendo un país sólido y confiable.
“Las elecciones en la región son una fuente de preocupación porque tendrán lugar en tres de los cuatro países más grandes de América Latina [Brasil, México y Argentina]”, concluye José Luis Machinea, ex gobernador del banco central argentino. “Pero el hecho de que los precios internacionales de las materias primas no vayan a alcanzar los valores del periodo 2004-2012 hace que haya poco margen para llevar adelante políticas como las que hubo en algunos países de la región en aquel entonces. El riesgo está acotado”.
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