El Banco de México mejora su previsión de crecimiento por primera vez en un lustro
El gobernador, Agustín Carstens, augura que la inflación cerrará 2017 “mucho más cerca del 3% de lo que el mercado espera”
La “película de terror” que Agustín Carstens vislumbraba para la economía mexicana en diciembre del año pasado, poco antes de las elecciones presidenciales estadounidenses, va camino de convertirse en un filme de suspense con final feliz. El gobernador del Banco de México ha revisado este miércoles al alza su previsión de crecimiento por primera vez en un lustro y ha pronosticado que la inflación, desbocada en el tramo inicial del año, cerrará el ejercicio en curso más cerca de lo previsto del rango objetivo que fija la propia institución. Tras la mejora, de dos décimas —de entre el 1,3% y el 2,3% a entre el 1,5% y el 2,5%—, la expansión del PIB que augura el instituto emisor para el conjunto de 2017 queda en línea con las previsiones del Gobierno mexicano, que hizo lo propio la semana pasada. Un respiro para una economía que se había acostumbrado a las malas noticias tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de la primera potencia mundial.
“No es frecuente que el Banco de México revise al alza su previsión de crecimiento”, ha reconocido Carstens en la rueda de prensa posterior a la presentación del informe trimestral de la entidad. El instituto emisor ve dos señales positivas en la segunda mayor economía de América Latina, tras Brasil: el consumo, erigido en principal motor de crecimiento en lo que va de año, y el empleo, claramente al alza y sin visos de que la tendencia cambie. Al menos, a corto y medio plazo. Según el nuevo cuadro macroeconómico de Banxico, la seguridad social sumará entre 650.000 y 750.000 afiliados adicionales este año, 70.000 más de lo que esperaba anteriormente.
En el debe, por el contrario, el banco central mexicano encuadra la mala evolución de inversión pública y privada —“sigue muy plana”, ha reconocido Carstens—, en buena medida por la postergación de proyectos dada la incertidumbre en torno a la renegociación del tratado de libre comercio con EE UU y Canadá (TLC). “Es una variable que marca la diferencia, sobre todo en el crecimiento a largo plazo”, admite el jefe de la política monetaria mexicana. “Pero apostaría a que veremos un buen resultado” de las conversaciones para modernizar un acuerdo comercial con más de dos décadas de antigüedad, ha añadido. El 80% de las exportaciones mexicanas dependen de este tratado.
De cumplirse el pronóstico del banco central, la inflación debería cerrar el año “más cerca del 3% [el objetivo de la entidad] de lo que el mercado espera”, expectativas suficientes para que Carstens, que en noviembre cambiará la Ciudad de México por Basilea para ponerse al frente del Banco de Pagos Internacionales —el coordinador de los bancos centrales más importantes del mundo—, aproveche para sacar pecho por su gestión al frente del guardián de la política monetaria. Si el martes destacaba que, sin las repetidas subidas de tasas, la inflación ya se habría ido al 8%, este miércoles el jefe del instituto emisor mexicano ha defendido su “decidida y oportuna” acción para contener la escalada de precios que tanto temen los mexicanos. “Su reflejo en la inflación no es inmediato. Pero si el banco central no actúa de esta manera y pierde la credibilidad, las expectativas se desanclan”, ha remarcado en una suerte de reivindicación de su legado. “Andamos en curso de que el plan se materialice. Ha habido una secuencia de choques adversos [la depreciación del peso frente al dólar, el aumento del precio de la gasolina tras la liberalización del mercado y el encarecimiento de los productos agropecuarios, fundamentalmente], pero estos se han venido afrontando bien”.
Banxico descarta que el alza de tipos dañe el crecimiento
El instituto emisor mexicano no cree que la senda alcista de los tipos iniciada hace dos años suponga, aún, un riesgo para el crecimiento. “La política monetaria simplemente ha pasado de muy acomodaticia a neutral”, ha asegurado Carstens, desmintiendo así a quienes, como el ex economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, creen que la institución que dirige ha ido demasiado rápido.
Sin embargo, el gobernador del banco central no descarta que “en algunos casos” la desaceleración del crédito se pueda imputar al incremento de tasas. En abril, el crédito a los sectores de vivienda y consumo creció la mitad que el conjunto de préstamos al sector privado, un hecho que algunos analistas han relacionado con una política monetaria cada vez más restrictiva. “Queremos preservar la estabilidad macroeconómica sin afectar a la actividad”, ha rematado Carstens. “Y lo que está claro es que, a día de hoy, México no tiene desequilibrios”.
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