La banca, perdida en la implantación de la tecnología
La mitad de las entidades financieras con peso internacional admiten que “no comprenden los riesgos más importantes” de aplicar los avances técnicos
La mitad de las entidades financieras con peso internacional admiten que “no comprenden los riesgos más importantes” que supone la implantación de la tecnología más avanzada, la inteligencia artificial, en su negocio, según una encuesta de Baker & McKenzie. “A la banca le produce miedo la implantación tecnológica porque sabe que supondrá reducir estructura y plantillas”, dicen en la firma. También apuntan que tan arriesgado es quedarse quieto como ir muy rápido, porque puedes llegar el primero a ninguna parte.
El despacho de abogados internacional Baker & McKenzie ha colaborado con la firma Euromoney Thought Leadership para analizar cómo se está adaptando la banca mundial a la tecnología, a través de la inteligencia artificial y los sistemas de aprendizaje automático. En la encuesta se ha preguntado a 424 directivos de grandes instituciones financieras, así como a compañías dedicadas a las soluciones de tecnología financiera de todo el mundo y a expertos del sector.
La conclusión es que el sector camina pero sin un rumbo claro. “Nadie sabe cuál es la ruta correcta porque el éxito en esta carrera depende de factores que no están bajo el control del propio banco: influye lo que hacen tus competidores, el comportamiento de las empresas tecnológicas (Google, Apple, Facebook y otras) y cómo se adapta el público a los avances digitales. En esta travesía la meta es móvil”, concluye Raúl Rubio, socio de Tecnología de la Información y Comunicaciones de Baker & McKenzie.
La ‘coopetencia’, el único camino viable
]El sector financiero ha rechazado históricamente la colaboración y ha preferido competir. La única excepción ha estado en los medios de pago, las tarjetas, en donde la banca española está entre los más desarrollados de Europa.
Esta actitud le ha exigido gastar mucho dinero en tecnología. Sin embargo, ahora el reto económico y de desarrollo digital es de tal magnitud que los expertos creen que no podrán seguir solos. "La cooperación en tecnología es inevitable, aunque también competirán; llegará la coopetencia, como dicen en el sector", apunta Raúl Rubio, socio de Tecnología de la Información de Baker & McKenzie. Rubio pone como ejemplo el desarrollo de Bizum, la plataforma de pequeños pagos por móvil que ya usan más de 30 bancos. "Deberán cooperar porque compartirán los mismos estándares, es decir, la codificación de la información, y por los ataques de las fintech", según este socio.
Los financieros comprueban cada día que hay más competidores no bancarios en su sector. “Los bancos solo tienen la exclusiva en la captación de depósitos, todas las demás funciones financieras pueden realizarlas empresas tecnológicas”, señala Ana García, socia de Regulación Bancaria y Financiera de Baker & McKenzie. La banca se queja de que las fintech no están reguladas. Esta experta lo niega: “Las fintech deben cumplir unos requisitos, autorizaciones y registros, aunque no tienen exigencias de capital porque no captan depósitos. Lo cierto es que la banca ya no tiene el monopolio de los servicios financieros”.
En opinión de García, la banca no se puede quedar parada porque el consumidor “es más exigente y demanda otra forma de relacionarse. Sin embargo, para un banco es arriesgado centrar toda su estrategia en una transformación radical”, advierte.
Rubio añade que en España se ven dos aproximaciones distintas del cambio tecnológico, la del BBVA, centrado cada vez más en el canal digital, y la del Santander, que mantiene los dos caminos abiertos, el virtual y el físico. “Ahora no se puede decir que uno se equivoca y el otro acierta. La clave es si se rentabilizará todo el dinero invertido en el pasado porque en este mundo se aplica la política de prueba y error”, añade.
La casi desaparición de las oficinas
Y ¿cuándo dejarán de ser rentables las oficinas? “La red de oficinas quedará reducida a la mínima expresión. Creo que bajará su utilidad cuando desaparezca la generación de los que ahora tienen más de 60 años. El reto es acertar en el ritmo de transformación tecnológica”, concluye.
Desde el punto de vista positivo, el sector espera se espera que la inteligencia artificial mejore la gestión de riesgos gracias a una evaluación más exhaustiva de los riesgos de cartera y a una valoración de los riesgos crediticios más profunda, integral e informada. Asimismo, se prevé que ya en 2018 se logrará que los mercados financieros sean más competitivos.
Pero hay peligros. El uso de la inteligencia artificial en el sector financiero “implica incertidumbres y riesgos significativos, tales como las posibles incorrecciones en los algoritmos, el mal uso de la tecnología por parte de las personas y las preocupaciones en seguridad, privacidad y calidad de los datos”, apunta el informe de la firma de abogados. El socio de tecnología recuerda que será fundamental que “se puedan patentar los algoritmos, que son las fórmulas con las que se procesa la información. Deben tener propiedad intelectual para que avance la inteligencia artificial. Es posible que llegue pronto”, apunta Rubio.
El citado informe concluye que en un plazo de tres años, se prevé que los cambios más drásticos por el uso de la inteligencia artificial y del aprendizaje automático de las máquinas afectará a la concesión de créditos, la gestión de activos y la negociación de valores. Pero todos coinciden en que el futuro es incierto.
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