Dos familias mexicanas desafían el oligopolio del cemento
El grupo Elementia, de Slim y la saga Del Valle, ya compite con la todopoderosa Cemex
Dos de las mayores fortunas de México sostienen Elementia, dueña de Cementos Fortaleza. Carlos Slim, el hombre más rico del país, y la familia Del Valle, décima en la lista de la revista Forbes, unieron sus fuerzas en 2009 para poner en pie un nuevo jugador en la industria de la construcción. El saldo por ahora es de 26 plantas en nueve países, unas ventas de 253 millones de dólares en el segundo trimestre y haber situado a una de sus divisiones en la quinta plaza en el escalafón del cemento mexicano, un mercado hermético durante más de 70 años.
Frente a Fortaleza está Cementos Mexicanos (Cemex), una de las banderas económicas del país. Con más de un siglo de historia, la tercera cementera del mundo ha mantenido el sector mexicano casi como su coto privado, copando cerca de la mitad del mercado y relegando al resto de sus cuatro competidores a un papel residual. Ni siquiera los dos grandes gigantes, la suiza Holcim y la francesa Lafarge
—recientemente fusionados—, consiguieron erosionar el apabullante dominio de Cemex. Desde los años cuarenta no aparecía un nuevo actor en escena. La brecha en el antiguo régimen del cemento no se abrió hasta que el nuevo príncipe del dinero mexicano se alió con otra de las fortunas tradicionales. Slim y Del Valle, al frente de dos potentes grupos con tentáculos en varios sectores, suman juntos casi 80.000 millones de dólares y se han propuesto ensanchar las grietas en el muro de hormigón.
El asalto comenzó en 2013 con un primer movimiento estratégico. Tras afianzar otros apartados de la construcción como el vidrio, el cobre o el plástico, Elementia entraba en una alianza con la poderosa Lafarge, que entonces apenas contaba con un 1% de cuota en México. Nacía Cementos Fortaleza, y anunciaba la construcción de su primera planta por 300 millones de dólares. Al año siguiente, se hacía con el control total de la sociedad a cambio de 225 millones de dólares en efectivo y el anuncio de otras dos nuevas plantas.
Con una nueva palada de 250 millones de dólares, Cementos Fortaleza arrancó el año pasado su tercera fábrica. Mediante un contrato llave en mano con la francesa FCB Fives, las previsiones son que para 2017 la producción cementera aumente un 75%. Entre los tres centros de que dispone en el Estado de Hidalgo, sumarían tres millones de toneladas anuales. De cumplirse los planes, la nueva compañía acariciaría el cuarto puesto en la clasificación de productores, aunque aún le quedaría un largo camino hasta lograr mirar a los ojos a Cemex. La centenaria cementera tiene un 49% de cuota, seguida del 21% de Holcim, el 16% de Cruz Azul, el 10% de Moctezuma y el 3% de Chihuahua.
En la plantas de Fortaleza se produce sobre todo cemento gris para venta a granel y cemento de albañilería en sacos de 50 kilos. La apuesta de dos de las grandes fortunas mexicanas pasa por el escalón más bajo y popular del sector. “No tenemos la capacidad para surtir a las grandes obras”, declaró en 2014 a Forbes el director general de Fortaleza, Antonio Taracena, recién fichado de la competidora Moctezuma. “Vamos por un mercado más estable: el de la autoconstrucción”.
Por autoconstrucción se entiende el método que ha alimentado la voracidad urbanística del país durante las últimas décadas. Alrededor de cualquier gran ciudad se expande una inmensa mancha urbana de pequeñas viviendas, levantadas muchas veces por sus propios inquilinos. Según la Cámara Nacional de Cemento, este sector absorbe 11 millones de toneladas al año y representa en torno al 63% del total de viviendas.
La estrategia está funcionando. La división de cemento registró el mayor crecimiento anual de entre las tres ramas de la compañía durante el segundo trimestre con un 34%, seguido por la división de sistemas de construcción (8%), mientras que la facturación de la rama del metal cayó un 5%, lastrados en gran medida por el desplome de más del 20% del precio del cobre.
Los orígenes de la empresa están basados precisamente en el cobre y los accesorios para el sector de la construcción. En 1952, la familia Del Valle arrancó Mexalit fabricando techos de fibrocemento. Pero Elementia no nace hasta que Slim traspasa en 2009 todos los activos de Nacobre, su aventura en la commodity, a la nueva compañía, que se convierte en una de las joyas del Grupo Kaluz, el imperio de los Del Valle.
El modelo diseñado juega además con una cierta ventaja frente a otros competidores clásicos. Cementos Fortaleza ha perfeccionado la integración vertical del grupo en el sector de la construcción. Elementia abarca desde el cemento, materiales de cobre, chapa, plástico, pintura y hasta tinacos (depósitos domésticos de agua). “Cuentan además con una importante red de distribución y venta. La idea es dar un servicio de 360 grados; que el cliente, que muchas veces es el propio jefe de obra, se lleve todo lo que se necesite sin salir de la tienda”, explica una fuente del sector.
Los beneficios de la empresa cayeron un rotundo 98% en el cómputo anual de 2015, golpeados por el efecto cambiario con el dólar. El mercado estadounidense supone el 25% de las ventas de la compañía y, con clientes en 45 países, la gran mayoría de sus contratos se establecen en dólares. Para el primer trimestre del año, Elementia lanzó un plan de cobertura de deuda en dólares. Con una recuperación del Ebitda durante la primera mitad del año, el grupo cuenta además desde julio con el sostén de una línea de crédito por 128 millones de dólares concedido por el Banco Santander. Este movimiento “obedece a la estrategia de fortalecer el balance de la compañía”, admitió en un comunicado.
Las acciones de Elementia echaron a rodar en el parqué mexicano en verano del año pasado. Los 210 millones de dólares que logró colocar, en el rango bajo de la oferta, servirán para seguir alimentando la máquina de cemento sin perder de vista nuevas compras.
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