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Liberalización láctea

Más vacas cerca de las ciudades y una industria láctea más poderosa

El fin de las cuotas de producción de leche eleva la producción, cambia la ubicación de las explotaciones y resta más capacidad de negociación a los ganaderos

Silos donde se recoge la leche de los ganaderos a la entrada de una fábrica en Lugo.
Silos donde se recoge la leche de los ganaderos a la entrada de una fábrica en Lugo.Óscar Corral

El sector lácteo está en viviendo una revolución sin precedentes a raíz del fin de las cuotas de producción que estuvieron en vigor desde finales de los ochenta hasta abril de 2015. Con la liberalización, la industria ha acabado por tener aún más la sartén por el mando y el ganadero ha perdido casi toda su fuerza como cabeza de la actividad de producción.

Incluso desde antes del fin de las cuotas, los fabricantes de lácteos y derivados contaban con una posición casi de dominio ante un sector desorganizado y con un producto perecedero. Disponían, por ejemplo, de la capacidad para imponer o pactar precios o rutas de recogida, y la ejercían a pesar de la vigilancia y las multas de las autoridades de Competencia. Hoy, sin cuotas, ya no dependen de esos ganaderos en unos determinados territorios y tienen más libertad para decidir dónde adquieren la leche que necesitan en función de sus intereses y los de la gran distribución. Se está dibujando un nuevo escenario que reconfigurará el sector, desde el número de ganaderos hasta los tipos de explotación y ubicación de las mismas.

Más producción

Un primer efecto de la eliminación de las cuotas ha sido el incremento de los niveles de producción en España por encima del 6% de media (unos siete millones de toneladas). El aumento de la oferta en España y en toda la Unión Europea, junto con un desajuste de las previsiones de consumo frente a la demanda real, provocó a su vez una caída generalizada de los precios superior al 20% de media.

El hundimiento de las cotización de la leche echó por tierra todas las expectativas de la UE de un aterrizaje suave en el cambio de un modelo regulado a libre, lo que obligó a Bruselas a finales del pasado año a poner a disposición del sector una aportación extraordinaria de 420 millones de euros (25 millones para España) para paliar la crisis. A esta cifra se sumaron otras ayudas directas del Ministerio de Agricultura por valor de 20 millones. Sin embargo, ante la persistencia del problema, Bruselas ya trabaja en la puesta en marcha de una política de abandono voluntario de la producción, cuyo mecanismo está por decidir, junto a otras medidas, como duplicar hasta 218.00 y 100.000 toneladas el volumen de compras públicas de leche en polvo y de mantequilla, respectivamente, además de fondos para promoción y exportaciones.

Deslocalización de la producción

Planta láctea de Lugo.
Planta láctea de Lugo.Óscar Corral

Un segundo efecto que está provocando la supresión de las cuotas es la deslocalización de la producción de leche desde muchas áreas tradicionalmente productoras del norte de España, especialmente de Galicia, hacia las explotaciones ubicadas en zonas más cercanas a los grandes puntos consumo, a las plantas industriales o a las plataformas de la gran distribución, donde se ahorran costes de transporte y logística. En 2015, según el Fondo Español de Garantía Agraria y el sindicato agrario COAG, la producción aumentó muy por encima del crecimiento medio anual (7,1%) en Andalucía, Castilla-La Mancha, Navarra, Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia, Cataluña y Baleares. Por el contrario, fue inferior en Galicia, País Vasco, Cantabria, Castilla y León y Asturias. Este fenómeno se está comenzando a ver en la cuota de participación de cada territorio en la producción nacional, donde Galicia llegó a contabilizar más del 40%, Castilla y León (13%), Cataluña (11%), Asturias (8%) Cantabria (7%). Estos porcentajes han experimentado ya los primeros ajustes en esas zonas productoras. Galicia, por ejemplo, ya está en el 37% y la tendencia es que siga bajando.

Menos granjas, más concentración

Un tercer efecto de la eliminación de las cuotas se refleja en el modelo de explotación, donde se prevé que habrá un aumento de la producción con menos granjas. Aunque el descenso de explotaciones ha sido constante en las últimas décadas, con la supresión de las cuotas se ha intensificado el proceso. En el último año se ha pasado de 17.000 a 16.325 explotaciones. De ese número, en Galicia se pasó de 9.606 a 9.079. También ha descendido el número en otras Comunidades Autónomas como Cantabria, Asturias y Castilla y León, mientras que en el resto de España la cifra prácticamente se ha mantenido estable o han aumentado ligeramente el número de animales para producción.

Desde la industria transformadora representada por la Federación de Industrias Lácteas, no se cree que la supresión de las cuotas vaya a provocar un cambio radical en la ubicación de las producciones. Tampoco lo cree Román Santalla, portavoz de Unións Agrarias, quien espera que la industria busque tener mucha estabilidad en el aprovisionamiento de leche, por lo que no se arriesgará a depender en exceso de estas granjas-factoría próximas a las plantas.

Cambio estratégico

Los productores recuerdan que durante años la industria argumentó que las cuotas impedían un mayor crecimiento del negocio y que ahora que la producción está liberalizada, esas mismas compañías alegan que hay un excedente de oferta y que es imposible comercializar toda la leche que se produce. Esta situación pone en evidencia la existencia de una industria dedicada simplemente a envasar e incapaz de dar una salida a la leche a través de productos transformados. Es un sector que se halla encadenado a un mercado de leche líquida donde la demanda doméstica ha caído en poco más de una década de cuatro a 3,3 millones de toneladas.

España vive como el resto de los Estados de la UE los problemas derivados de los precios, así como el comportamiento de la producción. Sin embargo, en la actual situación de excedente de oferta, bajos precios y falta de medidas para paliar la crisis, existe el riesgo de que los países más fuertes y con menores costes de producción como son los del norte y centro de Europa aguanten mejor la tormenta y pongan fuera del mercado a miles de productores de los países del sur.

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