La OCDE también discrepa de la previsión de crecimiento del Gobierno
El 'think tank' de los países ricos sí cree que España cumplirá el objetivo de déficit este año
Bruselas no está sola en sus discrepancias sobre el cuadro macroeconómico español: la OCDE también cree que España crecerá en 2016 menos de lo previsto por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. En su informe semestral, publicado este lunes, el think tank de los países ricos vaticina que la economía española se expandirá un 3,2% este año y un 2,7% el próximo, frente al 3,3% y el 3% de Moncloa. En 2017 la brecha entre la previsión de la OCDE (2,5%) y la del Gobierno (2,9%) se ensancha, pero España seguirá siendo la economía más dinámica de entre las grandes de la eurozona.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) da una de cal y otra de arena. Las diferencias entre sus previsiones de crecimiento —mucho más cercanas a las de la Comisión Europea— y las del Gobierno español siguen ahí y aumentan a medida que se alarga el periodo objeto del vaticinio, pero el organismo que reúne a las 34 naciones más desarrolladas del mundo confía en que España cumpla el objetivo de déficit este año y cree que se quedará muy cerca de hacerlo en 2016, cuando solo se desviará una décima. Este desfase fiscal contrasta con las cifras aportadas por Bruselas la semana pasada, cuando predijo que una desviación de cinco décimas este año y de ocho en 2016, lo que obligaría al próximo Gobierno a recortar casi 9.000 millones para cumplir los requerimientos comunitarios.
En el capítulo del desempleo, el principal problema de la economía española, también se aprecia mayor sintonía entre los cálculos del organismo presidido por el mexicano Ángel Gurría y los de Madrid. Aunque la OCDE sigue sosteniendo que España no bajará de la barrera del 20% hasta bien entrado 2016, las discrepancias entre la previsión del Gobierno (22% de media este año y 19,7% en 2016) y las suyas (22,1% y 19,8%) es de solo una décima. Para 2017, al igual que en el caso del crecimiento, la horquilla entre ambos pronósticos se agranda: Moncloa vaticina que el paro cerrará en el 17,6% y la OCDE prevé seis décimas más.
Diferencias al margen, el ente incide en la “robusta” recuperación de la economía española, que continuará en 2016 y 2017 aunque a un “ritmo más lento” a medida que el viento de cola proveniente de la depreciación del euro y del abaratamiento de petróleo vaya “disipándose”. “Familias y las empresas seguirán financiándose a tipos bajos y la política fiscal levemente expansiva se mantendrán durante los dos próximos años”, pronostican los técnicos de la OCDE. Para cuando estos impulsos hayan agotado todo su potencial, España debe tener una nueva base para relanzar su crecimiento. De ahí la importancia de las reformas estructurales, que el organismo vuelve a aplaudir en el informe. En concreto, pide al Gobierno que prosiga con la consolidación fiscal y tome más medidas en favor de la innovación. Y exhorta a mejorar la formación de los desempleados para revertir la creciente desigualdad.
A las puertas de las elecciones generales y en pleno desafío soberanista catalán, el informe también hace referencia a la “posible incertidumbre política” como uno de los riesgos que acechan a la cuarta economía del euro.
En un final de año marcado por la cumbre mundial del clima de París, la OCDE hace un aparte medioambiental en sus previsiones e implora a España a aumentar la carga fiscal sobre el diésel, “que soporta una presión impositiva menor que la de la gasolina pese a ser más contaminante”.
El ministro de Economía español, Luis de Guindos, ha incidido este lunes en Bruselas en la confianza expresada por la OCDE sobre el cumplimiento del déficit y en la similitud entre la previsión de crecimiento para 2015. "Sobre la incertidumbre política, se refiere fundamentalmente a una posible una reversión de las reformas tras las elecciones del 20 de diciembre, que es lo que los mercados descuentan", ha afirmado el titular español de Economía.
Ralentización global
Desde que la OCDE pasase revista por última vez a la economía mundial, en mayo, el panorama ha cambiado por completo. El frenazo en China —en plena reconversión de su modelo de crecimiento— y en los emergentes —golpeados por el abaratamiento de las materias primas—, ha despertado serias dudas en los inversores, ha forzado a EE UU a posponer la subida de tipos y ha revivido el temor a una nueva recesión.
El organismo con sede en París sigue la línea trazada por otros organismos internacionales, como el FMI que hace justo un mes rebajó su expectativa de crecimiento mundial hasta el 3,1%, el mínimo de los seis últimos años, y se hace eco de los nuevos vientos que soplan en la escena económica global. Según sus cálculos, la economía mundial se expandirá un 2,9% este año (dos décimas menos que en su anterior estimación) y un 3,3% en 2016 (cinco décimas menos).
En el bloque occidental, la OCDE mejora su pronóstico para EE UU este año (que crecerá un 2,4%, frente al 2% previsto con anterioridad), pero empeora su estimación para 2016 (2,5%, frente al 2,8% anterior) y reclama una subida salarial que apuntale el consumo y, por ende, el crecimiento.
Por su parte, la eurozona crecerá en 2015 el 1,5%, una décima más de lo previsto, y el 1,8% en 2016, tres décimas menos. Donde no hay novedades es en la receta del organismo para que el Viejo Continente vuelva a ser un actor clave en el crecimiento mundial: más armonización de las regulaciones nacionales, más inversión pública y menos fragmentación financiera para aprovechar el impulso monetario del BCE.
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