La rabia de los conductores de Volkswagen en EE UU
Los compradores se quejan de que la marca les engañó para que pensaran que eran coches ecológicos y divertidos de conducir
La sorprendente admisión por parte de Volkswagen de que la empresa vendió coches diésel que falseaban intencionadamente los datos de emisiones ha provocado que muchos de sus conductores —que creían haber adquirido vehículos ecológicos y eficientes— se sientan cabreados y traicionados.
El engaño podría suponer una enorme amenaza para la reputación de Volkswagen en Estados Unidos y dar al traste con la confianza que el fabricante alemán se había ganado entre sus compradores a lo largo de los años. Asimismo, podría tener consecuencias duraderas para el futuro de la tecnología diésel defendida por Volkswagen, que intentaba reintroducirse en Estados Unidos.
El viernes, el Organismo de Protección del Medio Ambiente anunció que ordenaría la retirada del mercado estadounidense de casi 500.000 vehículos de Volkswagen, porque estaban equipados con programas informáticos que les permitían evadir los niveles de emisiones reduciendo la contaminación durante las pruebas. Sin embargo, aún no se ha ordenado la retirada, hasta que Volkswagen explique en líneas generales cómo pretende solucionar el problema.
No obstante, independientemente de la solución tecnológica, para que los coches cumplan con los requisitos de emisiones es probable que se reduzca el rendimiento, la manejabilidad o el ahorro de combustible.
Entretanto, los dueños de los vehículos deben encajar la revelación de que los coches diésel que creían haber comprado emiten entre diez y 40 veces más sustancias contaminantes de lo que afirma la publicidad.
"Me siento estafado"
“Me siento completamente estafado”, se lamenta John Decker, de 55 años, fotógrafo de Sacramento con un Jetta SportWagen de 2013 con motor diésel. “Apesta a fraude y han engañado deliberadamente a los compradores de sus vehículos para que pensásemos que eran coches diésel limpios y ecológicos, divertidos de conducir”.
Solo el 1% de los coches que se venden en EE UU son diésel
Volkswagen había intentado, con más empeño que cualquier otro fabricante, ganarse a los consumidores estadounidenses para que se pasaran de nuevo al diésel, y desterrar la idea de que estos motores son poco fiables y contaminantes, que escupen nubes de humo y tienen problemas para arrancar con temperaturas invernales. A diferencia de Europa, donde aproximadamente la mitad de coches particulares vendidos tiene motor diésel, este tipo de vehículos ni siquiera llega al 1% de las ventas de coches nuevos en Estados Unidos. De estos, la mayor parte es de Volkswagen.
Con la introducción de los nuevos niveles de emisiones en 2009, Volkswagen fue el primero de los grandes fabricantes en ofrecer vehículos que cumplían con la nueva normativa. En agosto, las ventas diésel constituyeron un 23% de todos los vehículos vendidos por Volkswagen en Estados Unidos.
“Esto supone un nuevo nivel de cinismo en la industria del automóvil”, comentaba Jack R. Nerad, analista de mercado ejecutivo de Kelley Blue Book. “Ya habíamos visto fallos honestos y errores de juicio, y ocurrían cosas terribles, pero esto me parece algo completamente distinto. Parece que la intención desde el principio era evadir la normativa de emisiones”.
Cada vez más fabricantes han introducido una opción diésel en su oferta, promocionando los vehículos como “coches limpios” y prometiendo un mayor ahorro de combustible y una aceleración más rápida.
Ahora se pueden comprar coches diésel de BMW, General Motors, Jeep, Land Rover y Mercedes-Benz. Aunque los fabricantes japoneses han seguido investigando en la tecnología eléctrica híbrida en lugar del diésel, Mazda había afirmado que en algún momento ofrecería una versión diésel de su sedán Mazda 6.
Lo que posibilita la resurrección del diésel son los avances en los sistemas que reducen las emisiones de los tubos de escape, que suelen ser más altas en los motores diésel que en los de gasolina. Estos sistemas funcionan combinando el combustible con un aditivo que reduce las emisiones de óxido de nitrógeno, uno de los productos secundarios principales y más nocivos de los motores diésel.
“Las consecuencias podrían suponer un puñetazo en el ojo para una tecnología que había hecho grandes progresos en los últimos años”, afirma Don Anair, director adjunto del programa de vehículos limpios de la Unión de Científicos Comprometidos.
Un importante gancho comercial del diésel ha sido la promesa de que los conductores pueden ahorrar combustible sin sacrificar la velocidad ni el par motor, al tiempo que se eliminan los fallos infames del pasado. Antes de que Decker se comprase un Volkswagen, valoró la posibilidad de adquirir un Toyota Prius híbrido. Según la clasificación de eficiencia energética del Gobierno estadounidense, el vehículo hacía 21,7 kilómetros por litro en ciudad y 20,4 en autopista. “Pero conducirlo no era muy interesante. En la carretera el coche era un poco soso, le faltaba chispa”, afirma Decker.
Cuando probó el Volkswagen diésel, quedó encantado por lo divertido que era conducirlo, tanto por la respuesta rápida del motor como por la conducción deportiva. La clasificación del Gobierno sobre el ahorro de energía era mucho más baja que en el Prius: 12,3 kilómetros por litro en ciudad y 16,6 en autopista con transmisión automática. Pero Decker se había quedado prendado del Volkswagen.
“Era muy potente y muy rápido, y ahora sé por qué: porque no estaban controlando las emisiones”, decía. En su opinión, el factor diversión ha perdido su encanto. “Si el motivo por el que gusta conducirlos es que contaminan 40 veces más de lo que deberían, francamente, me parece indignante”.
Volkswagen deberá arreglar el sistema de emisiones para amoldarse a las normativas federales, aunque la solución concreta aún no se ha anunciado. Sin embargo, a Decker le preocupa que el motor pueda perder potencia o que el coche tenga problemas de conducción, y está convencido de que el ahorro de combustible se verá afectado. “Me sorprendería que lograsen controlar esas emisiones y mantener al mismo tiempo el rendimiento”, dice. “Probablemente esa es la razón por la que hicieron esto en un principio”.
Por lo pronto, ya no quiere el coche diésel, y cree que Volkswagen debería devolverle el dinero. Y, como otros muchos conductores, se pregunta qué pasará ahora. No cabe duda de que el engaño llevará a muchos consumidores cabreados a emprender acciones legales. El lunes, un bufete de abogados de Seattle informó de que ya había presentado una demanda colectiva en nombre de los propietarios de los coches acusando a Volkswagen de fraude, publicidad engañosa y violación de los derechos del consumidor.
El Organismo de Protección del Medio Ambiente tiene la potestad de ordenar la retirada de los casi 500.000 vehículos de Volkswagen, pero aún no lo ha hecho. Los reguladores afirman que tienen previsto “obligar a Volkswagen a retirar los coches en un futuro para reducir el impacto de sus emisiones”.
Sin embargo, señalan, están dando a los fabricantes “un tiempo razonable” para idear una solución, y que “dependiendo de la complejidad de la reparación y del tiempo requerido para obtener los componentes necesarios, podría tardarse hasta un año en identificar las acciones correctivas, desarrollar un plan de retirada y emitir las notificaciones pertinentes”.
Plazos no definidos
Volkswagen pagará las reparaciones, pero no se sabe cuánto tiempo tardará el fabricante en arreglar el casi medio millón de vehículos, una vez iniciada la retirada. John Schilling, un portavoz de Volkswagen, explica en un correo electrónico que no está claro cuánto tiempo se tardará en empezar a arreglar los coches, pero que el fabricante “se compromete a atajar el problema lo antes posible” y a desarrollar “una solución que cumpla con los niveles de emisiones y satisfaga a nuestros leales y valiosos clientes”.
El Organismo de Protección del Medio Ambiente afirma que los dueños de Volkswagen pueden seguir utilizando sus vehículos, pues la seguridad en la conducción está garantizada.
Jessica Caldwell, directora de análisis industrial de Edmunds.com, sostiene que Volkswagen es el principal interesado en solucionar el problema cuanto antes, si no quiere perder para siempre su base de consumidores. Mientras tanto, explica, los consumidores deberían esperar antes de intentar vender sus vehículos diésel, pues es muy probable que el valor de la reventa caiga antes de que se anuncie una solución.
“Por supuesto, los conductores que compraron estos vehículos diésel por sus beneficios ecológicos, entre otras cosas, podrían sentir objeciones morales a la hora de conducirlos, y pensar que no tienen más remedio que dejarlos aparcados desde este mismo momento”, sostiene Caldwell. “Y luego habrá conductores que simplemente se sientan completamente engañados y quieran que se les devuelva su dinero”.
“Sin embargo, hasta que Volkswagen no revele su plan para recomprar los coches o arreglarlos para que de verdad cumplan los niveles de emisiones, todos los conductores afectados tendrán que esperar y ver cómo se desarrollan los acontecimientos”.
© The New York Times Company, 2015. Traducción de News Clips.
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