Objetivo: frenar la desigualdad
El nuevo Gobierno chileno pretende mejorar la distribución de las rentas en una economía que crece por debajo de lo proyectado por el descenso de la inversión
Chile tiene probablemente la economía más sólida y estable de Sudamérica. Pero también un reparto muy desigual de la riqueza. Según el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es el miembro del club menos equitativo de todos, con un coeficiente Gini de desigualdad del 0,5 frente a la media del 0,31. Por ello, la primera medida que se ha propuesto el Gobierno de la socialista Michelle Bachelet, que apenas lleva dos meses en el poder, es reducir la desigualdad. Para conseguirlo, prepara una reforma tributaria (que pretende financiar la reforma educativa prevista) que está levantando suspicacias entre los empresarios, partidarios, eso sí, de la educación pública. “La reforma fiscal reducirá nuestra competitividad”, señala Claudio Seguel, directivo de Watts, una de las grandes corporaciones chilenas.
Por eso, entre otras cosas, se está frenando la inversión privada, el componente de la economía que provoca que las proyecciones de crecimiento de Chile para este año se revisen a la baja, según el economista jefe para América del Sur de BBVA Research, Juan Ruiz. La entidad ha sido la última en hacer el reajuste esta semana. Ha reducido el crecimiento del PIB en seis décimas sobre lo previsto hace tres meses, hasta el 3,4%. El Fondo Monetario Internacional (FMI) lo hizo en marzo, cuando situó el alza de la actividad en el 3,6% en 2014 por la contracción de la inversión privada (sobre todo minera y energética), que Ruiz espera se compense en parte con un alza de la inversión pública en la segunda parte del año. Será entonces cuando también se aclaren los efectos concretos de la reforma fiscal, “que crea incertidumbre entre los empresarios”, dicen sus asociaciones.
En los dos últimos años no se ha alcanzado el presupuesto previsto para infraestructuras, que el Gobierno actual piensa reforzar, explica el economista.
Tras un aumento del PIB del 4,1%
El recorte de las previsiones está provocado además por la desaceleración del crecimiento de China, que afectará a la demanda de cobre, tan importante para la economía chilena (representa un 11% del PIB y más de la mitad de sus exportaciones, ya que Chile es el primer productor mundial). El país asiático demanda el 43% de la producción total del metal.
“Se trata de un bache temporal”, aprecia Juan Ruiz, ya que para 2015 el PIB volverá a crecer al 4,3%. Un porcentaje que el FMI sitúa en el 4,1%, precisamente el registrado por el país en 2013, “tras tres años de crecimiento superior al 5%, que llegó a alcanzar el 6% en 2011”, señala en su último informe de abril la Oficina Económica y Comercial de España en Santiago de Chile. El informe achaca la desaceleración además a “razones estructurales originadas en la baja productividad y algunos cuellos de botella relacionados con las infraestructuras y la energía”.
La subida de los salarios, que se situó en el 6,2% en marzo respecto al año anterior, es un freno a la competitividad del país, según los empresarios, que son conscientes de que la reforma educativa que prepara Bachelet tiene como fin elevar la productividad (Chile es el país menos productivo de la OCDE) a través de una población ocupada más formada, aunque esto llegará en el largo plazo.
Para BBVA, en una nación con una tasa de paro que se está reduciendo y quedó en el 5,7% en 2013, la cuestión energética es más acuciante. “En Chile puede haber un problema de abastecimiento energético grave”, alerta David Navarro, consejero de la Embajada de España en el Estado sudamericano. “Se ha llegado a la saturación y necesitamos un nuevo ciclo de generación energética. La energía es un factor de desarrollo estratégico para el país y precisamos una agenda para solucionar los problemas de producción, así como una inversión importante, de la que el 20% será en renovables”, admite Jorge Pizarro, vicepresidente ejecutivo del Comité de Inversiones Extranjeras de Chile. El comité sabe que el 18% del crecimiento del PIB chileno y el 15% de los empleos generados se deben a la inversión foránea.
El Gobierno tiene entre sus objetivos abordar una reforma energética, en la que tratará de dar entrada a la inversión extranjera, que es otro de sus objetivos estratégicos. Igual que reforzar sus pactos. “Estamos en la etapa de aprovechar la red de acuerdos que tenemos [Chile es el primer país del mundo en acuerdos comerciales firmados, dice el informe de la Oficina Comercial española]”, asegura Andrés Rebolledo, director general de Relaciones Económicas Internacionales del Gobierno de Bachelet. “Nuestro objetivo prioritario es retomar las relaciones con América Latina a través de la Alianza del Pacífico, que queremos impulsar y abrir a más países”.
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