Más fuertes frente a la crisis europea
Latinoamérica resiste frente a la importante recesión europea, pero no es inmune al contagio
El mundo está cambiando muy rápidamente. Algunas agencias de calificación otorgan mejor nota a países como Brasil, Colombia o Perú que a algunos europeos como España, Portugal y, por supuesto, Grecia. Los mercados han llegado a percibir que el riesgo de incumplimiento del pago de la deuda soberana de varios países latinoamericanos (como Brasil, Chile, Colombia, México, Panamá y Perú) es menor que el de un país central de la zona del euro como, por ejemplo, Francia, según la cotización de los seguros contra impago de deuda (CDS). Para las empresas europeas, y las españolas en particular, era muy frecuente incluir de forma destacada en sus advertencias sobre riesgos su presencia en Latinoamérica. En los últimos tiempos, sin embargo, son las empresas e incluso los Estados latinoamericanos los que, en sus folletos de emisión ante los supervisores de valores, por ejemplo, citan a Europa como factor de riesgo.
Ese riesgo está ahí. Aunque Latinoamérica haya sido capaz de mantener sólidas tasas de crecimiento mientras que la economía europea renquea, la región no es inmune a una desaceleración del crecimiento global. Europa era la gran preocupación en la reciente cumbre del G-20 celebrada en Los Cabos (México). Si el agravamiento de la crisis europea frena la demanda de productos asiáticos y estadounidenses, el contagio se trasladará a Latinoamérica, más allá del impacto directo.
Los líderes europeos han tratado esta semana de contener los daños en una nueva cumbre con sentimiento de urgencia, casi de emergencia. La presión de los mercados sobre la deuda pública española e italiana a largo plazo es insostenible por mucho tiempo, como han reconocido el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el primer ministro italiano, Mario Monti. De la cumbre de esta semana en Bruselas se sale con tres acuerdos importantes para tratar de frenar ese acoso. En primer lugar, permitir que el fondo de rescate europeo recapitalice directamente a la banca con problemas una vez que la supervisión bancaria se haya unificado, con la participación del Banco Central Europeo (BCE). En segundo lugar, que la solicitada recapitalización de la banca española arranque con el actual fondo de rescate temporal (el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) y que, cuando se traspase al nuevo fondo (el Mecanismo Europeo de Estabilidad), la deuda frente a Europa no adquiera carácter preferente. Y en tercer lugar, que los fondos de rescate europeos puedan comprar deuda en el mercado secundario de forma “flexible y eficiente” para aquellos países que cumplan plenamente las recomendaciones europeas.
Con esas medidas se pretende que mejoren las condiciones de financiación y eso dé un respiro no solo a Estados, sino también a empresas y familias, de modo que eso, junto con el nuevo plan de inversiones europeo, contribuya a mejorar el crecimiento.
Los líderes europeos han tratado esta semana de contener los daños en una nueva cumbre con sentimiento de urgencia, casi de emergencia
Para Latinoamérica es importante tanto que mejore el pulso de la economía europea como que se calmen las turbulencias financieras. Europa es el destino de aproximadamente un 15% de las exportaciones latinoamericanas. El efecto directo de un frenazo vendría por las menores importaciones europeas. Pero además, en la medida en que la crisis europea frene la recuperación de Estados Unidos y el crecimiento de China, también retraerá la demanda de productos latinoamericanos en esas regiones. En particular durante los últimos años, la influencia de China en el crecimiento de Latinoamérica ha aumentado notablemente.
Sin embargo, la vía de transmisión no es solo la menor demanda para el comercio exterior. Hay otros dos efectos destacados. Por un lado, un enfriamiento de la economía mundial derivado de la crisis europea puede hacer caer (de hecho, ya lo ha estado haciendo) el precio de las materias primas, lo que tiene una repercusión clara sobre el saldo exterior.
Para Latinoamérica es importante tanto que mejore el pulso de la economía europea como que se calmen las turbulencias financieras
La otra vía es la financiera. El efecto tradicionalmente más dañino para los países emergentes (y para Latinoamérica en particular) de las crisis de carácter financiero ha sido una salida de capitales y un fuerte aumento de la volatilidad. “América Latina tiene una larga historia de accidentes ocurridos en turbulentas aguas financieras internacionales”, señalan Gustavo Adler y Camilo Tovar, del Fondo Monetario Internacional, en un reciente post en el blog del Fondo dedicado a temas económicos de América Latina.
El impacto depende de dos factores principales: el grado de integración financiera del país con el resto del mundo (que aumenta la sensibilidad a los choques externos) y la solidez de sus fundamentos económicos (que permite mitigar su impacto). Según Adler y Tovar, “pese a la creciente integración financiera, los costes asociados a los shocks financieros mundiales sobre el producto de América Latina han disminuido en los 15 últimos años. Por supuesto, los avances realizados hasta hoy no significan que la región sea inmune, pero sí han ayudado a que navegue con menos vaivenes sobre las recientes olas financieras mundiales”.
El efecto tradicionalmente más dañino para los países emergentes de las crisis financieras ha sido una salida de capitales y un fuerte aumento de la volatilidad
“Es el mayor margen de maniobra de política que varios países de Latinoamérica y el Caribe (LAC) han ido construyendo, lo que les ha permitido reducir las vulnerabilidades, aun cuando la integración internacional se ha profundizado y, por tanto, la exposición a la volatilidad externa se ha incrementado”, señalaban los economistas del Banco Mundial para la región en su informe de primavera, en el que recuerdan cómo Latinoamérica y el Caribe tuvieron una notable actuación durante la crisis financiera global. La recesión fue corta, relativamente leve y con una recuperación rápida. Pero el crecimiento se desaceleró, en parte como consecuencia de las nuevas turbulencias financieras europeas de la segunda mitad de 2011 que aún persisten.
El Banco Mundial, eso sí, distingue tres grupos de países. En primer lugar, los que tienen una alta exposición a choques externos, pero una relativamente baja vulnerabilidad (Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay) gracias a sus políticas económicas. En el otro extremo hay países como Ecuador o Venezuela que, dado su alto grado de exposición a choques externos, “deberían mejorar su capacidad de respuesta”, o como los países caribeños de habla inglesa, por su alto grado de apertura y reducido tamaño. En tercer lugar, el resto de los países presentan un nivel de vulnerabilidad moderado. “Para estos países, mejoras relativamente pequeñas en la capacidad de absorber choques tanto de su política fiscal, de su política monetaria, así como de sus políticas macroprudenciales podrían tener grandes beneficios en función de la reducción de sus vulnerabilidades”, señalan los economistas del Banco Mundial.
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