El polémico monumento a los 'castellers' ve la luz
Fernández Díaz dice que la obra parece el alambre de una botella de cava
La construcción del polémico monumento a los castellers en la plaza barcelonesa de Sant Miquel está a punto de terminar. A falta de algunos retoques, el Consistorio prevé inaugurarlo la próxima semana. Pero las que no llegan a su fin son las críticas a la obra de Antoni Llena. Ayer, el PP la comparó con el alambre de una tapa de cava estirado.
La estructura, aprobada por el anterior gobierno, socialista, ya era vista con reservas antes de nacer. Su coste -630.000 euros- y su ubicación -la pequeña plaza de al lado del Consistorio- eran los principales motivos de crítica. Tras ganar las elecciones, el actual alcalde, Xavier Trias (CiU), intentó parar las obras. De hecho, el quinto teniente de alcalde, Jaume Ciurana (CiU), reveló durante la reunión de octubre de la comisión de cultura había visitado a Llena para intentar cancelar el encargo, que estaba ya muy adelantado y había sido diseñado para ese sitio. Después los vecinos y comerciantes de la zona pusieron pancartas en contra del monumento.
El viernes se retiraron los andamios que lo sostenían y se pudo ver la obra en toda su magnitud. Y arreciaron las críticas. Alberto Fernández Díaz, presidente del grupo municpal del PP, volvió a cargar contra la estructura, recordando que las colles castelleres de la ciudad reciben 57.000 euros en subvenciones, 10 veces menos que la obra. "Si se hiciera un concurso entre los barceloneses, posiblemente asociarían más este monumento a una tapa de cava que a los castellers", ironizó estirando un alambre.
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