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Reportaje:

Temporeros locales para la fruta

La crisis lleva a los agricultores de Lleida a prescindir de las contrataciones en origen y emplear a parados de la zona para la campaña de este año

La campaña de recogida de la fruta de Lleida lleva un mes de actividad y centenares de personas, la mayoría extranjeros, se agolpan en las calles y plazas de los pueblos con la esperanza de que algún agricultor les contrate. Las previsiones de cosecha y de mano de obra son similares o algo superiores a las del año pasado. Se necesitarán entre 8.000 y 9.000 temporeros para recolectar fruta antes de que madure en exceso y se estropee en el árbol. Pero toda esa mano de obra ya está cubierta. Hay más candidatos a recoger peras que ofertas de trabajo. Es otra consecuencia de la crisis, que además ha cambiado el perfil de los demandantes de esos empleos.

"Estamos notando un cambio: la gente autóctona empieza a ser un demandante de empleo en la recogida de fruta, algo que no sucedía antes", señala Josep Cabré, coordinador del sindicato agrario Unió de Pagesos (UP) en Lleida. En las últimas campañas, esta organización ha ejercido la intermediación laboral entre temporeros y empresarios. Ante la falta de trabajadores autóctonos, UP tuvo que recurrir hace dos décadas a la contratación en origen, una modalidad que ha ido a menos debido al aumento de desempleados locales.

Unió de Pagesos: "Por primera vez familias del pueblo nos piden trabajo"
Los empresarios ya disponen de los casi 9.000 temporeros que requerían

UP se nutre mayoritariamente de las bolsas de trabajo. "Lo que ocurre", señala Cabré, "es que la mayoría de las personas que quieren coger fruta son inmigrantes con los papeles correctos, que habían trabajado en otros sectores. También estamos recibiendo peticiones de familias del mismo pueblo que están en el paro, algo que antes no había ocurrido nunca".

Hace dos años trabajaron en la campaña de la fruta en la provincia de Lleida unas 8.000 personas, de las cuales más de la mitad eran extranjeros. Y de estos, el 80% eran rumanos. Salomó Torres, coordinador de la campaña de temporeros de UP, afirma que la contratación en origen se reducirá en esta campaña a la mínima expresión. "Eso de traer trabajadores de otros países, como Rumanía, Marruecos y Senegal, se ha acabado", añade Salomó. "El año pasado trajimos a unos 650 temporeros. Este año, 550, y la mayoría serán colombianos que repiten y que han sido reclamados por los propios empresarios por su seriedad y buen hacer". Estos regresan a su país cuando finaliza la campaña.

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Pero este año muchos productores optan por emplear a parados. Entre ellos, abunda la población inmigrante con permiso de trabajo y de residencia procedente de la construcción, la hostelería y el sector servicios. Los campesinos suelen contratar cada año a los mismos trabajadores, que después de la recolección de la fruta se desplazan a otras comunidades para las campañas de la aceituna, la naranja y la fresa. Xavier Vergé es un joven de 29 años de Alpicat que hace una semana perdió el trabajo en una empresa de frío industrial. Su familia tiene una granja de vacas de leche y su experiencia en el campo se limita a los tiempos de estudiante.

El lunes, Xavier empezará a recoger fruta en una explotación del mismo pueblo y, si todo va bien, lo podrá hacer hasta finales de septiembre. "No sé aún cuánto voy a cobrar por el nuevo trabajo. Supongo que el salario establecido en el convenio del campo, de 5,97 euros la hora", asegura.

"Nunca había estado en el paro", añade, "y si puedo trabajar en la fruta dos meses, me irá bien porque no estaré sin hacer nada. Además, quiero iniciar otros estudios para cambiar de sector profesional", asegura. Esta vez el Servicio de Empleo de Cataluña (SOC) no ha enviado cartas a los parados con los perfiles que cree idóneos para trabajar en el campo, contrariamente a lo que hizo el año pasado. Entonces no salió bien. La movilización de 21.000 personas en 2009 y 7.800 en 2010 fue un fracaso: solo contrataron el 6,5% de los parados a los que invitaron a ir a recoger fruta. La mayoría rechazó la oferta con múltiples excusas.

UP atiende cada día a 40 personas que quieren trabajar en la recolección. En el primer semestre, el sindicato atendió a 2.907 personas, la mayoría hombres. El 39% procedían de Rumanía; el 33%, de países subsaharianos, y el 14% eran magrebíes. El sindicato hace una selección por puntos de los temporeros en la que valora la entrevista personal, la formación, el rendimiento laboral y la convivencia.

Cristian Madaline y Alexandro Quendea son dos rumanos de 25 y 37 años que llegaron a Lleida hace cinco años contratados en origen por UP. Se consideran afortunados porque no les falta trabajo y ganan ocho veces más que si estuvieran en su país. Allí Cristian es camarero y gana 150 euros al mes y Alexandro trabaja muchas horas en un taller de pintura de coches horas para llegar a 500 euros. Ahora recogen fruta en Corbins y ganan 1.200 al mes.

Cristian pasa ocho meses en España: cuatro en la campaña de fruta de Lleida y otros cuatro en la de la aceituna en Granada. Entre una campaña y la otra se toma vacaciones y regresa a su casa de Rumanía. Asegura que todo lo que gana aquí se lo gasta en diversión, discotecas y salidas a la playa. "Lo disfruto, me lo paso bien, y en lo que menos pienso es en ahorrar", señala. En cambio, Alexandro ahorra unos 4.000 euros en cada campaña para construir una casa en Rumanía.

Cristian Madaline, a la derecha, y Alexandro Quendea, dos temporeros rumanos que rocgen fruta en Corbins (Segrià)
Cristian Madaline, a la derecha, y Alexandro Quendea, dos temporeros rumanos que rocgen fruta en Corbins (Segrià)HERMÍNIA SIRVENT

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