La edad dorada de las sumilleres
Otra mujer, Montse Velasco, gana por tercer año consecutivo la Nariz de Oro
El mundo del vino hace mucho que ya no es solo cosa de hombres. La catalana Montse Velasco (33 años), responsable de la cocina líquida del restaurante familiar La Cuina del Guinardó, se acaba de alzar con el Premio Nariz de Oro. Y es la tercera vez consecutiva que ocurre en el concurso de la sumillería nacional, donde los catadores se enfrentan en la final a cinco copas negras en las que tienen que identificar el contenido guiados por su olfato. En 2009 y 2010 el Premio Nariz de Oro fue para otras dos damas de copas, también en la treintena, cuyo instinto se impuso al de cientos de aspirantes: María José Vázquez, del restaurante del Museo Guggenheim de Bilbao, y Andrea Alonso, del hipermercado Makro de Alicante. La bilbaína Vázquez armoniza las creaciones del chef Josean Martínez Alija en un espacio (ahora transformado y relanzado con el nombre de Nerua) donde la gastronomía es un complemento del arte exhibido. Y no menos arte requiere enfrentarse a miles de referencias para distribuir calidad e interés por el vino desde un hipermercado, trabajo de Alonso, alicantina de origen uruguayo formada en Argentina. "Es una atalaya perfecta, asesoro a propietarios de restaurantes y tengo una bodega inmensa", declaraba al alzarse con la copa dorada, orgullosa de pasar "de ser un sumiller anónimo a un referente".
"Antes el del vino era un mundo machista; ahora nos valoran", dice
El mismo orgullo y satisfacción luce ahora Montse Velasco, quien cuenta "con una clientela asidua muy creyente" en La Cuina de Guinardó, donde una veintena de personas se sientan a las ocho mesas para degustar platos confortables de productos de temporada, "lo que hay en el mercado". Y también compran en la tienda anexa no solo comida preparada, sino el vino que les recomienda Velasco. "Está a tope de cajas, si quieres potenciar el vino tienes que tener género", dice esta buscadora de bodegas pequeñitas y "marcas menos conocidas", que apuesta por "la producción nacional, con pinceladas internacionales". Aunque le piden "vinos de moda como verdejo o blancos afrutados", se dejan aconsejar. "Tú misma", suele ser la respuesta de los bebedores. Y ella, que cambió el turismo de sus primeros estudios por el día a día del maridaje vino-cocina, no para de investigar el terreno de la enología: "Me gusta escuchar y aprender". "Antes era un mundo machista, pero ahora se valora cada vez más el trabajo de las mujeres con el vino", agrega desde su reciente subida al podio de los olfatos privilegiados.
En 2000 y 2003 hubo precedentes de Nariz de Oro femenina, con la cántabra María Saiz y la vasca Itxaso Arana, pero en sucesivas ediciones predominaron narices masculinas, entre ellas David Seijas, de elBulli, y Jordi Raventós, de El Bosc. "Dicen que las mujeres tenemos más sensibilidad, pero yo creo que es instinto", comenta Montse Velasco. Pero lo instintivo requiere decisión, admite. "Cuando me he dejado guiar por mi primera impresión he ganado; al dudar he fallado", dice la sumiller barcelonesa, que concurrió cuatro veces a la Nariz de Oro y llegó dos veces a la final. Esta vez, el acierto de la bebida ha sido pleno en las cinco copas negras: un riesling alsaciano, un tinto-malbec de Ribera del Duratón, un tinto Douro, un tequila reposado y un brandy gran reserva. "Con su sabiduría en vinos, la Montse te deleita y te orienta", dice en Internet uno de los fieles de La Cuina.
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