Víctor Montiglio, el juez que ordenó fichar a Pinochet
El magistrado chileno investigó a fondo los crímenes de la dictadura
Víctima de un cáncer de páncreas, el miércoles falleció a los 67 años en su hogar el juez de la Corte de Apelaciones de Santiago de Chile Víctor Montiglio Rezzio, tenaz investigador de los atropellos cometidos en la dictadura de Augusto Pinochet (1973- 1990). Procesó a más de cien responsables, siendo el magistrado que ha encausado a más civiles y militares por delitos de lesa humanidad.
El juez Montiglio saltó a la fama al ser designado por la Corte Suprema para reemplazar al juez Juan Guzmán en la investigación de los principales casos de abusos de la dictadura. Entre ellos, los crímenes de la caravana de la muerte, comitiva militar que recorrió el país asesinando presos del golpe militar de 1973 y haciendo desaparecer sus cadáveres; los de la calle Conferencia, en que fuerzas de seguridad capturaron y asesinaron a los máximos dirigentes del clandestino Partido Comunista; de la Operación Colombo, en la que se hizo desaparecer a presos políticos; y la Operación Cóndor, en que la dictadura chilena se coordinó con las de otros países sudamericanos para asesinar a opositores. Durante esos procesos, el juez ordenó confeccionar la ficha en la que Pinochet, como presunto delincuente, fue fotografiado de frente y de perfil, informa Efe.
En todos estos casos, Montiglio buscó establecer la responsabilidad de Pinochet en los delitos. Hábil interrogador, fue atrapando en contradicciones a los agentes de la dictadura. Fue el primero que careó a Pinochet con su antiguo subordinado, el exjefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Manuel Contreras. Este acusó a Pinochet de ser el verdadero jefe de la DINA. Al preguntar Montiglio al exdictador si era cierto, Pinochet respondió "no es cierto y si fuera cierto, no me acuerdo".
Cuando se hizo cargo de estos casos, en 2005, los abogados del exdictador suspiraron de alivio: Montiglio era partidario de aplicar la ley de autoamnistía de la dictadura. Pero su determinación para investigar a fondo los crímenes de la dictadura sorprendió a todos y le granjeó el respeto unánime de los defensores de los derechos humanos.
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