La ilusión perdida en una cooperativa
Más de 15.000 socios llevan cerca de una década a la espera de un piso - El intrusismo de empresarios sin experiencia y estafadores frena los proyectos
Roberto Carlos Toribio estaba soltero en 1999 cuando se topó con un folleto publicitario: "Su sueño hecho realidad. Viva en una de las mejores urbanizaciones de Madrid. Radiadores de aluminio, puerta blindada, alicatado en cocina y baño, grifería monomando...". Durante años, estuvo pagando mes a mes una cantidad que suma 33.000 euros. Le dijeron que su piso estaría listo en cinco años. Ahora, casado y con dos hijos, vive de alquiler en Morata de Tajuña, a 32 kilómetros de la capital. El solar donde debería levantarse el edificio en el que estaría su piso con piscina y garaje sigue siendo lo que era: un descampado donde crece la maleza.
La falta de ánimo de lucro, la independencia ideológica y el derecho de información de los socios, los principios cooperativos ideados en 1848 por 28 hilanderos y artesanos de Rochdale, al noreste de Inglaterra, siguen en pie. Con ese ánimo, un millón y medio de españoles han obtenido una vivienda desde 1911. La falta de crédito, la intrusión de inmobiliarias disfrazadas de cooperativas o directamente de estafadores ha frustrado ahora a una generación de jóvenes que optaba mayoritariamente a su primera casa. En la Comunidad de Madrid, 40.000 cooperativistas están a la espera de recibir las llaves de su vivienda (en proyecto y construcción), según datos oficiales. Un 37,5% de ellos lo hacen desde hace más de una década, a pesar de haber pagado religiosamente mes a mes.
La irregular PSG llegó a patrocinar al Getafe de fútbol y a Fernando Alonso
La gestora Ofigevi cobró 48 millones. No hay ni una casa levantada
La mala gestión (o la mala fe) de los administradores ha dejado tirados a miles de socios. La regla de oro para quien se encarga de dirigir el proyecto es no comprar suelo rústico, no edificable. Un buen número de gestoras lo incumplieron. El precio de suelo urbanizable creció durante la burbuja inmobiliaria un 600%, muy por encima de lo que podían pagar. La Ley de Cooperativas limita el precio de los solares. Los trámites urbanísticos se eternizan cuando hay que cambiar la calificación del terreno, urbanizar, reparcelar... la paciencia de muchos se acaba. "Los proyectos mal gestionados se demoran tanto que los socios por desesperación dejan de pagar las cuotas, se dan de baja y exigen su dinero. La cooperativa se derrumba", explica Alfonso Vázquez, de 82 años, presidente de la Confederación de Cooperativas de Viviendas de España (Concovi). Las cooperativas Puerta de las Rosas, Balcón de la Sierra o Puerta de la Jara, arrastradas por malas prácticas de una misma gestora que enlazó un proyecto detrás de otro hasta que se hizo insostenible, se encuentran en concurso de acreedores. Los afectados están sin casa y pleiteando por recuperar su dinero. Se ven ahora envueltos en un embrollo judicial contra los responsables y las aseguradoras que previsiblemente se alargará durante años.El último gran pufo a nivel nacional lo ha creado Ofigevi, una gestora de 11 sociedades cooperativas que iban a levantar viviendas protegidas en el sureste de Madrid. Administrada por David Torralbo, comenzó a captar socios en 1997. Se agruparon en total 6.100 socios que pusieron 190 millones para desarrollar los futuros barrios de El Cañaveral, Los Berrocales o Los Ahijones, tres barrios del distrito de Vicálvaro, que sumados a los colindantes Los Cerros y Valdecarros (también paralizados) tenían previsto levantar tantas casas como tiene en la actualidad la ciudad de Zaragoza.
Tan solo El Cañaveral tiene visos de salir adelante, pues se encuentra a la espera de un permiso municipal para empezar a construir. El resto es una incógnita y un erial inmenso. Ofigevi, actualmente en concurso de acreedores, cobró por adelantado 48 millones de euros en concepto de gestión, sin haber levantado ni una casa. Los socios han llevado el caso a los tribunales.
El presidente de la patronal de cooperativas señala que la gestión de Torralbo ha estado llena de irregularidades y actuaciones fuera de la ley. Lo dibuja como "un iluso, un iluminado", que con cientos de millones de euros a su cargo y el respaldo de los socios creyó que podría presionar a la Administración para acelerar sus trámites. Gente como él, continúa Vázquez, desprestigia el modelo que idearon aquellos artesanos durante la revolución industrial. "La entrada de intrusos y grupos inmobiliarios que crean cooperativas de arriba abajo prostituye el cooperativismo", incide.
Existe un registro de gestoras fiables y solventes que cumplen, pero la lista de acrónimos que han dado al traste con los deseos de obtener una vivienda la completan CPV, PSV o PSG. De esta última era administrador David Moreno. Aún hoy, afectados directos por su gestión (recaudó 17 millones de euros, según los perjudicados) van a protestar a las puertas del chalé que posee. Moreno montó una productora de televisión y patrocinó con la marca PSG a Fernando Alonso y al Getafe Club de Fútbol. Un juzgado pidió el embargo de sus bienes. Los socios no han recuperado el dinero y han llevado también a juicio a la aseguradora, aunque sus demandas han sido desestimadas.
Un poco más al sur, en Moraleja de Enmedio, algunos de los 1.200 jóvenes que han invertido una media de 40.000 euros duermen al raso sobre el terreno donde debería estar su casa. Se han enterrado vivos (simbólicamente) o crucificado. Formaron la cooperativa en 2001, pero desde entonces el PGOU está paralizado. Su futuro, también.
El drama se ve en las caras de las miles de personas que después de haber recorrido tribunales y administraciones se han quedado sin casa y sin ahorros. A la familia García, el cooperativismo mal hecho les golpeó dos veces. Ángeles fue una de los 20.000 afectados por el escándalo de la PSV en los noventa. Tras casi ocho años de proceso judicial, consiguió su casa gracias a que el Gobierno se hizo cargo de la construcción. El final feliz de su caso la llevó a animar a su hija a destinar sus ahorros a una cooperativa. Eligieron mal: un terreno en Los Berrocales gestionado por Ofigevi.
Es común que los padres se involucren incluso más que los hijos en la larga pelea que supone quedar atrapado en un sistema cooperativo fraudulento. Por eso Ángeles, con su hija todavía en su casa, lo único que tiene claro es que no la cogen una tercera vez. Se estremece con solo oír la palabra cooperativa. "Eso es un infierno, quien quiera una vivienda, dinero y llave por delante".
Incluso el presidente de Concovi, que defiende a ultranza el sistema, considera que una cooperativa debería comprar suelo ya urbanizado para tener el piso en dos o tres años y evitar "laberintos y engaños a la gente".
Los trámites con la Administración son lentos. Las gestoras engañan a los socios con plazos que casi nunca se cumplen. Como les ocurre a los 7.500 cooperativistas que esperan su casa en Valdebebas. Con todo el suelo parcelado y preparado, solo necesitan que el Ayuntamiento de Madrid les dé la licencia para empezar a construir. La promesa de la entrega de llaves a principio de 2012 será una más de las incumplidas. Aún no se ha puesto un ladrillo.
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