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Ola de cambio en el mundo islámico | Repercusiones en Francia

La ministra de Exteriores francesa, en la cuerda floja

Los padres de Alliot-Marie invirtieron 325.000 euros en una empresa de un miembro del clan del dictador tunecino

Antonio Jiménez Barca

La polémica sobre las vacaciones navideñas en Túnez de la ministra francesa de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie, crece gracias a nuevas revelaciones que cuestionan aún más el comportamiento -y el futuro- de este miembro clave del Gabinete de Nicolas Sarkozy. El semanario Le Canard Enchaîné publicó ayer el último capítulo: los padres de la ministra -que la acompañaron en las vacaciones- aprovecharon la estancia de tres días en el lujoso balneario de Tabarka para comprar, por valor de 325.000 euros, acciones de una sociedad inmobiliaria a Aziz Miled, un millonario hombre de negocios próximo al clan del entonces presidente Zine el Abidine Ben Ali.

Miled es ya un conocido de los medios de comunicación franceses: hace dos semanas, Le Canard Enchaîné publicaba que este empresario que ha hecho una fortuna con el turismo, prestó su avión privado a Alliot-Marie, a su compañero sentimental, el también ministro Patrick Ollier, y a sus padres, para viajar desde el aeropuerto de Túnez a Tabarka. Entonces corría el 30 de diciembre y la revuelta tunecina ya había prendido.

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Alliot-Marie admitió el viaje, pero matizó que se habían encontrado casualmente con Aziz en el aeropuerto, que este les había ofrecido su avión y que, simplemente, se habían limitado a aceptar una cortés invitación. La revelación de los negocios existentes entre los padres de Alliot-Marie y Aziz echa por tierra la tesis del encuentro casual. También el hecho de que no fueron uno, sino dos, los viajes que la ministra y su familia hicieron a bordo del avión privado: el segundo consistió en una excursión turística.

La ministra también afirmó al principio de la polémica que Aziz, más que un miembro del círculo de Ben Ali, era un represaliado suyo. También esto es mentira, ya que el millonario está asociado empresarialmente con hombres clave del régimen y de la familia del derrocado dictador tunecino.

La última revelación añade aún más gasolina al fuego que chamusca ya la reputación y la credibilidad de una ministra que lleva dos semanas tambaleándose, enredada en explicaciones y justificaciones contradictorias y de la que la oposición pide su dimisión constantemente.

Ayer, en la Asamblea Nacional, tras insistir en que no dimitirá, Alliot-Marie pasó al ataque y tachó de indignidad utilizar a sus padres nonagenarios y su vida privada para atacarla políticamente. Un diputado socialista le contestó: "Usted no se hace responsable de sus amigos, no se hace responsable de sus padres. Pero Francia debe hacerse responsable de su diplomacia".

La pregunta del millón es si Sarkozy dejará caer o no a esta ministra prominente, nacida en 1946, figura central del neogaullismo francés, exministra de Defensa con Chirac y de Justicia y de Interior con el propio Sarkozy, paradigma -hasta ahora, al menos- de la seriedad y el rigor a la hora de abordar asuntos difíciles de Gobierno y que incluso se autopostuló en su día como primera ministra.

Por ahora, todo apunta a que no se verá obligada a dimitir. Por una parte, el portavoz del Gobierno, François Baroin, aseguró ayer que la ministra cuenta con todo el apoyo del Gabinete. Por otra, en una comida privada celebrada ayer con diputados de su partido -lugar en el que Sarkozy lanza confidencias secretas para que sean divulgadas a los 10 minutos-, el jefe del Estado francés explicó que ahora no es el momento oportuno para que dimita ningún ministro, y menos aún alguien del peso de Alliot-Marie.

Esto no quiere decir que la estima de Sarkozy hacia ella no se haya resquebrajado. Un personaje muy próximo al presidente francés aseguraba ayer en Le Parisien: "Está completamente carbonizada". De hecho, Sarkozy, en una entrevista en televisión la semana pasada, pronunció una frase sintomática: "Lo de viajar a Túnez no fue muy buena idea".

Hay más: el diario digital Mediapart reveló ayer que durante su estancia en Túnez, Alliot-Marie habló con Ben Ali. "Fue una breve conversación telefónica, como hace con muchos otros jefes de Estado", explicó un miembro del Gabinete de la ministra. El hecho tiene su importancia porque constituye la tercera mentira de la historia.

Hace 10 días, la propia ministra, en plena tormenta por el asunto del vuelo privado y con la intención de separar su vida privada de su proyección pública, aseguró que durante sus ya famosas vacaciones tunecinas no tuvo ningún contacto con el depuesto dictador.

Michèle Alliot-Marie, el martes en el palacio del Elíseo, en París.
Michèle Alliot-Marie, el martes en el palacio del Elíseo, en París.AP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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