"La palabra es 'emoción"
El vehículo del presidente de la Colla Joves Xiquets de Valls (Alt Camp), fundada en 1801 y heredera de los grupos que alumbraron la tradición de los castellers, empezó a vibrar ayer en plena calle pasadas las tres y media de la tarde. "Celebré el reconocimiento de la Unesco solo, en el coche", explicó luego algo dolido Josep Maria Cortés. "No llegué a tiempo para estar con mi gente porque salía del trabajo", ilustró el presidente de la asociación que compagina su pasión con el funcionariado. Fueron los miembros de su colla quienes le transmitieron la euforia a través del teléfono móvil: los gritos de celebración de los 300 aficionados reunidos ante la pantalla gigante instalada en la plaza del Blat, el millar de globos que inundaron el cielo de la localidad y las interminables tracas que sobresaltaron a los vecinos más despistados. "Es una alegría que llevamos muy adentro, los de Valls llevamos la camisa y los castells en la sangre. La palabra es 'emoción", se explayó Cortés ya por la tarde, después de haberse desahogado con su gente.
Valls, localidad considerada la cuna de las torres humanas ahora reconocidas mundialmente, vivió una jornada esquizofrénica. Ansiosa hasta el mediodía, enloquecida cuando a primera hora de la tarde se anunció la decisión del organismo internacional e insólitamente serena al atardecer. "Nos hace mucha ilusión pero es un día laborable", se excusó Joan, de 72 años y empeñado casteller que lleva medio siglo exacto en la piña de la Colla Vella dels Xiquets de Valls, la otra agrupación histórica que procede de los inventores de las torres humanas. A su lado, Joan Bové, de 75 años y aficionado desde siempre, parecía el más feliz del local. "Es que los castells son mi vida", celebró alzando un carajillo a modo de brindis.
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