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Columna
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Y nosotros: ¿el rígor mortis?

Xavier Vidal-Folch

La Fed inyectó ayer abundantes dólares frescos a la economía norteamericana. Pretende coadyuvar a su recuperación interna. Y la inmediata depreciación del dólar abaratará las exportaciones.

Es, pues, también, duelo de titanes, una respuesta a China, que viene haciendo oídos sordos a las peticiones de que revalúe el reminbi. Pekín ha depreciado su moneda artificialmente en el último decenio, comprando divisas a un chorro de 1.000 millones de dólares diarios, para mantenerla débil (entre un 20% y un 40% menos de lo que corresponde). Y así acumula pirámides de reservas de divisas: 10 veces más que en 2003; el valor de la mitad de toda su economía. Un arma letal: si las vendiese de repente, convertiría el billete verde, y los demás, en papel mojado. No lo hará, suicidaría sus activos denominados en esas otras monedas. Pero podría.

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EE UU responde a Pekín en el trasero del resto. Porque China dispone de más armas, comerciales y geoestratégicas (actitud hacia Corea del Norte o Irán) y está más cerrada a los flujos de capitales que otros, como Brasil (que ya ha entornado sus verjas) o la UE.

La economía norteamericana crece a ritmo doble que la europea, con un desempleo equivalente. Estando mejor, la inteligentsia económica aplaude su propósito de estímulo anticíclico, anticrisis: el presupuestario, seguramente catapultado al limbo tras el descalabro de Obama en las legislativas; y ahora el monetario.

EE UU ha movido una ficha. ¿Cómo reaccionarán los europeos? Depende. Si por rebote directo el euro se aprecia demasiado en esta guerra de divisas, y las exportaciones alemanas (sobre todo) se colapsan, quizá se lleven las manos a la cabeza y cambien de marcha.

De lo contrario, seguirán con su política inversa a la política expansiva de Washington. Procíclica, bregando hacia la crisis, restrictiva doblemente, en lo monetario y en lo presupuestario. Contra los consejos de la cumbre de Oslo del FMI: "Las economías más avanzadas no debieran tensar sus políticas fiscales antes de 2011", pues podrían "minar la recuperación" y caer en la deflación.

En lo monetario, el halcón Axel Weber reclama a Trichet que el BCE cancele toda la compra de bonos (¡justo lo que relanza la Fed!) y suba pronto los tipos de interés. En lo presupuestario, todos los Gobiernos militan ya en el superrigor. Pero hay más. Ya la polémica cumbre del 28 y 29 de octubre consideró "fundamental" que el presupuesto de la UE y el próximo paquete presupuestario septenal "reflejen" la misma austeridad: una exigencia / toma de rehenes de Londres para asumir la curiosa reforma del Tratado propuesta por París y Berlín, que regocija a los talibanes del superávit.

No hay que ser un papanatas del déficit para concluir que tanto rigor amenaza con desembocar en rígor mortis. Bastaría sensatez democristiana, seguir a Helmut Kohl: Pacto de Estabilidad para los Estados miembros, y algo de alegría compensatoria en el presupuesto europeo, para política estructural, investigación, grandes redes... Gastar menos y mejor, cada uno. Invertir más, entre todos.

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