_
_
_
_
Reportaje:Madrid, suspenso en dependencia

"Se apaga como una vela"

José Luis Medina, en paro, lleva esperando la asignación económica para cuidar a su madre desde hace dos años

Elena G. Sevillano

José Luis le hace preguntas a su madre que sabe que ella ya no sabe responder. Pero ha decidido hacerlo así, hablarle como si el alzhéimer no la hubiera hecho olvidarse hasta de quiénes son sus hijos. "Mi niña, qué bonita eres", le dice, y la cubre de besos mientras el fotógrafo les retrata en un piso modesto del barrio de La Elipa. José Luis Medina tiene 53 años. Está en el paro, pero ya no cobra. Tuvo que dejar el trabajo cuando su madre, Celedonia Pascual, de 86 años, se cayó y el centro de día dejó de ser una opción. Ahora vive para ella, para cuidarla. Él la levanta de la cama; él le cambia el pañal; él la baña; le da de comer; la acuesta. "Yo de casa prácticamente no salgo, solo para comprar".

"Yo de casa prácticamente no salgo, solo para comprar"
Más información
Vidas (de)pendientes de una carta

Muestra "los papeles", que ha apilado sobre una mesita baja. El 23 de diciembre de 2008 se le reconoce el derecho a la prestación. En esa época Celedonia aún podía andar hasta el centro de día. Vivía en su casa, con su marido, que era el que la acompañaba a dar paseos. Pero el hombre murió en mayo de 2009. En agosto Celedonia sufre una caída. El abogado de José Luis vuelve a reclamar y en mayo de 2010 llega una nueva resolución que recoge el "agravamiento de la situación". Grado III, nivel 2. El más alto. Puntuación de 95,89. Estamos en octubre, y José Luis hace malabarismos para estirar los 561 euros de la pensión de Celedonia.

La "prestación económica para cuidados en el entorno familiar" que pidió no llega. Acaba de solicitar los 420 euros de ayuda para parados sin prestación. "¿Te levanto? ¿Tienes ganas de cenar? Estoy haciendo las lentejitas", le dice a su madre, que aunque tiene la mirada ausente mueve las manos buscando las de su hijo. El hermano de José Luis se acerca de vez en cuando. Y el Ayuntamiento le puso a una persona, de nueve a diez de la mañana. El resto, son ellos dos. "La carga no es solo física", reflexiona, "también psíquica. Ves cómo quien más quieres se apaga como una vela".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_