"Hay zonas con tanto lodo que no podrán ser recuperadas"
La Academia de Ciencias húngara cree que el suelo no será útil en tres años
Laszlo Kotai, químico de la Academia de Ciencias de Hungría, conoce bien el barro rojo. Durante los últimos 15 años ha estudiado la balsa de Kolontar que reventó el pasado 4 de octubre, causando la muerte de 10 personas y una catástrofe ambiental casi sin precedentes. Y sus conclusiones no son precisamente esperanzadoras. El proceso hasta que la tierra vuelva a ser apta para la agricultura durará "entre dos y tres años", dice, pero advierte de que hay zonas que no compensará restaurar. "En algunos puntos hay tanto lodo que merece la pena cerrarlo y convertirlo en un depósito".
Hungría lleva desde 1966 intentando encontrar una utilidad al residuo de las plantas de aluminio. "Aquí hay mucha bauxita y se produce mucho barro rojo, tenemos unos 55 millones de toneladas. Por la forma de producción hace que se quede mucho hierro, unos 15 millones de toneladas, y buscamos una forma de reutilizarlo", dice Kotai, el mayor experto en la materia. "Es falso que el barro rojo sea desconocido. Llevamos 40 años estudiándolo", se enoja ante la cena que ofrece en su casa, a las afueras de Budapest.
Las víctimas mortales provocadas por el vertido tóxico se elevan ya a 10
El presidente de la Comisión Europea visita el lugar a los ocho días del suceso
El martes pasado, un día después de que reventara la balsa, Kotai acudió a tomar muestras del fango. Ahora enseña sus primeros resultados. En una hoja registra los metales pesados (arsénico, plomo, cadmio, mercurio...): "Están por encima de lo admisible en un suelo, pero no de lo permitido para un residuo. Pero esto es un residuo que no debería estar en el suelo". Con todo, afirma que no son muy preocupantes: "El barro crea una capa que sella el suelo, así que contamina poca cantidad de tierra. Hemos medido y en algunos puntos hay cinco centímetros contaminados, y en otros, dos. Eso hay que quitarlo".
Kotai cree que las autoridades han pecado de alarmistas. Y alza la voz: "Llegaron a decir que el vertido era radiactivo. El problema es ya bastante grave como para inventar nada". La academia ha propuesto que lo primero que se haga sea "neutralizar el exceso de alcalinidad y regar el barro con un aglutinante para que no forme polvo, que es irritante. Después ya habrá tiempo para retirar el barro a otra balsa", justifica.
En 2006, Kotai publicó un estudio sobre cómo se puede retirar el hidróxido sódico (el compuesto abrasivo que quemó a los habitantes de Kolontar y Devecser) del barro rojo, pero el problema es que "cambiar la forma de fabricación del aluminio para evitarlo encarece el producto y nadie quiere aplicarlo. Dicen que es caro, pero si se tuvieran en cuenta los costes de la reparación del vertido verían que el reprocesamiento del barro no es descabellado".
Los equipos de limpieza terminaron ayer el muro con el que tratarán de frenar el nuevo vertido para cuando ceda la balsa -algo que Hungría considera inevitable-. Los policías siguen apostados a la entrada de Devecser y de Kolontar para controlar el paso, pero dejan sin resguardo los caminos que hay a unos cientos de metros de la carretera, lo que permite moverse con relativa facilidad por la zona. Los camiones siguen regando las calles para limitar la aparición de polvo tóxico. Es obligatorio usar mascarillas. La planta de aluminio fue inspeccionada por la policía, pero podría retomar su producción -ya bajo control estatal- el fin de semana.
Al lugar del desastre llegó ayer, ocho días después del vertido, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, que tras entrevistarse con las autoridades del país calificó lo ocurrido como una "gran catástrofe medioambiental". Un día antes habían llegado seis expertos de la UE. Bruselas defiende la elección de Pia Lindstrom, jefa de seguridad de presas de Boliden, la empresa sueca que causó un desastre similar en Aznalcóllar y que no ha pagado los 240 millones que costó la reparación.
La Comisión avala "la capacidad técnica y la experiencia" de Lindstrom, aunque lo cierto es que, de los más de 500 artículos científicos publicados sobre Aznalcóllar, no aparece como firmante en ninguno de ellos. Su nombramiento ha generado malestar entre científicos y ecologistas españoles, que lo consideran una burla. El Ministerio de Medio Ambiente no se pronuncia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.