España es el principal cliente de la empresa del vertido tóxico húngaro
La firma exporta material para cerámicas de Castellón y cables de Barcelona
La empresa húngara MAL no es desconocida para el sector industrial en España. Una portavoz de la firma explicó ayer que "España está entre los principales clientes" y Ferenc Pad, presidente del comité de empresa y uno de los responsables de la comercialización de sus productos, detalló que "solo Italia supera a España en compras de óxido de aluminio". Añadió que España está, "con unas 4.000 toneladas al año a la cabeza, junto a Alemania, en la importación de hidróxido de aluminio". El primero se usa para colorear la cerámica y el segundo como material ignífugo en cables. La firma espera que Hungría levante hoy la suspensión de actividad que dictó tras el desastre .
Ferenc Pad no quiere pasar junto a la enorme planta de aluminio en Ajka. Herencia del sistema soviético, la central es inmensa, llena de chimeneas y ventanas sin cristales que nadie ha cubierto. Pad lleva en la empresa 38 años y explica sin ironía la diferencia entre el comunismo y el capitalismo: "Ahora ya no hay nadie en la empresa que no trabaje y se mira el beneficio".
La balsa tenía el doble de agua corrosiva de la permitida
El representante de los 1.100 trabajadores insiste en que la producción debe continuar y se muestra optimista ante las señales que, dice, les ha lanzado el Gobierno húngaro en ese sentido. "También se caen aviones y no se para la aviación", justifica. Pad señala que hay empresas que dependen de MAL que viven con inquietud la situación. "Han llamado desde España para ver qué va a pasar con la producción". Señala que los dos productos de la planta -la única de Hungría- "van a las cerámicas de Castellón", donde se usan como colorante -aunque hay otros productos que lo pueden sustituir- y "a Barcelona, para empresas que los usan en la fabricación de cables".
MAL exporta un 80% de su producción y supone el 12% del mercado europeo, según su página web, aunque ayer su portavoz no pudo precisar los datos. La patronal de esmaltes de la cerámica de Castellón no pudo ayer confirmar su relación con MAL.
Pad pasó casi 20 de años vigilando las balsas de los residuos que han causado la catástrofe . "Estaba tan convencido de su seguridad que no me hubiera importado vivir justo debajo de la balsa", añade aún incrédulo con lo que ha podido pasar.
En un café junto al lago en Ajka (al sudeste del país), Pad explica que no ve motivo para la ruptura, pero da algunas claves: "El año pasado no llovió casi y hubo que echar agua al barro para que no se convirtiera en polvo y se hiciera irrespirable. Pero este verano llovió mucho más. A la balsa llevamos el agua que inundó la empresa y que no se puede echar al río". El resultado, según detalla, es que la balsa acumulaba unos 800.000 metros cúbicos de un líquido altamente alcalino, el que inundó y abrasó las localidades de Kolontar y Devecser, aguas abajo de la presa. Sin embargo, "en los protocolos de emergencia solo se contemplaba que hubiera 400.000 metros cúbicos de agua sobre el fango".
Gusztav Winkler, de la Universidad Politécnica de Budapest, ha declarado a la prensa húngara que él ya advirtió en los años ochenta de que el exceso de agua en la balsa podía hacer que cayera, porque los muros se asientan sobre dos tipos distintos de arcillas, lo que puede provocar corrimientos de tierra. MAL afirmó en un comunicado que buscará ese informe, pero que no tiene constancia, ya que la empresa fue privatizada a tres millonarios húngaros en los años noventa.
Los muros de la balsa están hechos a partir de un residuo de la central térmica de carbón que hay junto a la planta de aluminio. Cada año se añadía una capa nueva: "La balsa número 10 abrió hace unos 10 años y tenía capacidad para dos años más", explica Pad, que insiste en que MAL no tiene fondos financieros para reparar la catástrofe.
Una pared frágil
- Aumenta el riesgo. La pared norte de la presa que se rompió muestra "signos de ruptura", lo que implica "riesgo de que haya un nuevo vertido".
- Dique de contención. Las autoridades tratan de evitar otra fuga tóxica mediante un vertido bajo control. El Gobierno está levantando un dique de 600 metros de longitud, cinco metros de altura y 25 metros de ancho que bastaría para proteger a la población de los pueblos afectados incluso si revienta la segunda balsa.
- Zona afectada. El derrame del pasado lunes afectó a una extensión de entre 800 y 1060 hectáreas. Casi 1.200 personas y 180 vehículos participan en las tareas de limpieza.
- Danubio. La alcalinidad del río es casi neutra: 7,45.
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