China 2.0: el gran objetivo
El gigante evoluciona del todo a cien a comprar cien de todo - 500 millones de clase media se suman al consumo
China sigue teniendo una enorme capacidad para construir murallas, pero las del siglo XXI ya no son defensivas, sino deliberadamente ofensivas. En apenas quince años sus dirigentes han sido capaces de levantar el nuevo skyline de Shanghai formado por decenas de impresionantes rascacielos, entre ellos el abrebotellas, el Shanghai Financial Center. Con sus 492 metros es el segundo del mundo, el primero si no se tienen en cuenta las antenas del Taipei, en Taiwan, que mide 509 metros.
Lo han hecho no sólo para convertir esa ciudad en un escaparate de su poder económico, y en un reclamo para las inversiones extranjeras, o para demostrar al mundo que China no es un país emergente más, sino con el objetivo de convertirlo en el nuevo centro financiero del siglo XXI. Y el eje se está desplazando. Ya son la segunda potencia del mundo, por delante de Japón, y hay quien vaticina que hacia el final de la próxima década podrán superar el PIB de Estados Unidos, pese a que sigue siendo un país en el que en un mismo día de viaje pasas de la Edad Media a la Revolución Industrial, para sumergirte después de lleno en la Era Digital. "Ha dejado de ser sólo un enigma para convertirse en un paradigma", asegura Germán Lorenzo, el director de Mondragón Corporación Cooperativa para Asia-Pacífico.
En todo el país hay 56 millones de ricos, concentrados en las ciudades
Euskadi importa 712,2 millones y exporta por valor de 259,6
El país del partido único es el de las infinitas gestiones burocráticas
El crecimiento ha traído problemas capitalistas como la especulación
Como explica con pasión Lorenzo, China es un imperio que reemerge con la misma capacidad que sus ancestros, hace cinco milenios, para afrontar con éxito obras faraónicas. Ya en 2006 finalizaron el embalse de las Tres Gargantas después de desalojar a 700.000 personas de las tierras que anegó. Es el dique más grande del mundo, con 2.309 metros de longitud y 185 de altura, y el mayor proyecto hidroeléctrico del planeta.
Pese a todo, esa no es su principal capacidad. Su potencia y potencial está en su creciente poder adquisitivo. Casi el 4% de sus habitantes tienen un poder de compra elevadísimo que oscila entre ser rico y casi serlo; la clase media ha crecido de manera exponencial hasta situarse en torno al 30% de sus 1.400 millones de habitantes, y el resto todavía vive en una especie de limbo entre el mundo rural y el primer contacto con el mundo industrial. Estos últimos no son pobres pero están en el límite.
Dicho en plata, el 4% de su población son 56 millones de chinos ricos -más que si todos los españoles lo fuéramos-, el 35% supone casi 500 millones adicionales de ciudadanos de clase media ávidos de consumir -hay 417 millones de internautas-; y el mercado potencial por desarrollarse es todavía superior a los 900 millones de personas.
Visto así, China, con el 20% de la población mundial, no es un país de contrastes, es un país de inmensas oportunidades.
Un gigante al que todo el mundo industrial y comercial mira con la calculadora en la mano y con miedo, pero con la certeza de que el gigante asiático, es ya no sólo un lugar donde producir a precios de risa comparados con los costes de occidente, sino sobre todo, y cada vez más, un gigantesco mercado en el que implantarse para vender. El gran objetivo de los comerciales de medio mundo es la segunda versión del gigante asiático, China 2.0, la que sin abandonar el todo a cien, empieza a demandar cien de todo.
Esas son las razones por la que el Gobierno vasco ha intentado crear un paraguas de relaciones políticas estables con las autoridades locales y regionales del área de Shanghai que facilite la implantación de empresas vascas y el flujo de capitales en ambas direcciones.
Siendo el principal mercado interior del mundo no tiene demasiado sentido que la balanza comercial entre Euskadi y el Gran Dragón siga estando desequilibrada con 712,2 millones de importaciones, frente a unas ventas de 259,8 millones. Aunque la española esté mucho peor. Las ventas a la península superan los 15.000 millones al año, y las compras rondan los 2.000, según datos de 2009. Las de Japón suman 3.120 millones, frente a 1.200.
Esa realidad es la que da más valor al acuerdo de Kunshan, el que firmaron el lehendakari Patxi López y el presidente de Mondragón Corporación Cooperativa, con el alcalde de la localidad en la que se ubica el Mondragón Park. El polígono industrial, que se va a ampliar en 220.000 metros cuadrados se va a convertir en la pista de aterrizaje de las empresas vascas, cooperativas o no, que quieran implantarse en el sureste asiático. El acuerdo facilitará los laberínticos trámites administrativos, y las complicaciones que surgen en el país del partido único, pero de las infinitas gestiones burocráticas.
Aunque políticos y empresarios vascos saben que llegan tarde a China, aspiran a que todavía tenga solución sobre todo porque sigue siendo un país en el que mercado y crecimiento económico van juntas como un cohete. "Cuando nuestro presidente, José María Aldekoa llegó aquí en los 80, había unos 200 españoles, pero ya estaban 8.000 franceses o 6.000 alemanes", cita Lorenzo.
Sin embargo, lograr inversiones del Gran Dragón en Euskadi, como se propone el Gabinete de Patxi López va a ser difícil cuando el nivel de las inversiones españolas allí es modesto. La compra del 15% del China Citibank por el BBVA y del 10% de China Unicom por Telefónica o el 14,9% de Criteria en el Bank of East Asia son muy cortas, de momento. A ellos, Euskadi les interesa por los sectores en los que pueden crecer internamente como mecanizado, automoción y energías renovables. De hecho, ya ha habido visitas de inversores chinos a Euskadi, y alguno más está por llegar. En renovables Euskadi es uno de los gallitos mundiales. También ejerce un liderazgo respecto de la industria española en gastronomía. Los cocineros vascos siguen en el olimpo con industrias que no sólo generan recursos sino imagen.
Pero en Euskadi tampoco interesa cualquier inversión. China tiene potencial como, por ejemplo, comprar Gamesa, pero ese tipo de operaciones no son deseables. Euskadi acabaría por perder tejido industrial y tecnología, pero sobre todo, dejaría de ser un referente.
Y las autoridades chinas tienen capacidad para hacerlo. Un ejemplo del potencial casi ilimitado es la cuantía de sus reservas internacionales, que ascendían a 2,45 billones de dólares a finales de junio tras un aumento de 15.1% interanual. En torno al 10% de la deuda española está en manos del Banco Central de China, que compró bonos a 10 años por 400 millones en la subasta de julio pasado, según adelantó el Financial Times.
De hecho, el potencial de sus flujos de inversión directa en el extranjero, unido al control creciente de la producción de materias primas, y la capitalización alcanzada por algunas de sus empresas, explican que, pese a ser un país comunista, sin elecciones directas y con cuestionables prácticas en materia de derechos humanos, sea un aliado básico de Estados Unidos y amigo de las principales potencias europeas.
La otra cara de la moneda es que el crecimiento ha traído aparejados algunos de los problemas del sistema capitalista. El asesor del Gobierno chino y profesor de Economía Wang Jianmao, advirtió el pasado jueves en Shanghai sobre la burbuja inmobiliaria china después de que los precios de las viviendas subieran un 17,7% en 2004, y desde entonces a más del 10%.
En España, ése fue el preludio de la crisis.
Medio ambiente sí, derechos humanos todavía no
Los derechos humanos no suelen estar en la agenda de los políticos cuando se reúnen con los dirigentes chinos. De hecho, el lehendakari confirmó que en los contactos que había mantenido con las autoridades locales y regionales, es decir, con el alcalde de Kunshan, Ai Guo Guan, y con el gobernador de la provincia de Jiangsu, Luo Zhijun, estos le mostraron inquietud por los temas medioambientales, pero ni una palabra sobre los derechos humanos. "Es un país que tienen que abrirse todavía más en este campo", dijo López, consciente de que la nueva edición del Libro Blanco de Derechos Humanos, que hizo público el gobierno chino el pasado septiembre es todavía insuficiente. El libro defiende los avances en campos como la libertad de expresión en Internet o las garantías judiciales, frente a las críticas de la comunidad internacional.
Sin embargo, el gobernador de Jiangsu sí preguntó a López por la situación del País Vasco y en concreto de la banda terrorista ETA. "Es una persona muy informada sobre Euskadi", confirmaron fuentes del Gobierno.
Los temas medioambientales sí empiezan a ser un problema para el Gobierno chino que observa, cada vez con mayor preocupación las emisiones de CO2, y los vertidos incontrolados de residuos sólidos y gaseosos. Una de las principales fuentes de energía son las centrales de carbón. En Shanghai, el Pudong se ilumina con el ocaso, pero los edificios se apagan automáticamente a las 23,30, para ahorrar energía y emisiones.
Pero ése no es el único problema del país oriental. El sueldo mínimo en China es de 920 yuanes, unos 100 euros, y lo complementan con las 40 horas extraordinarias mensuales. En total 2.940 dólares per cápita en datos de 2008. Aunque desde la aplicación de las reformas emprendidas por Den Xiaoping de 1978, se han sucedido muchos años de crecimiento ininterrumpido, muy superior al promedio de la economía mundial, le costará llegar a ser la primera en PIB per cápita. En ese ratio está en la cola de los emergentes. También en cuanto al bienestar de la población, en educación y en cuidados sanitarios.
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