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A cara de perro

Hubo una época, cuando Juan José Güemes era el máximo responsable de la atención sanitaria de los madrileños, en que tanto él como Esperanza Aguirre se deshacían en lindezas con los sindicatos. Los mejores piropos siempre salieron de la boca de Güemes, el belicoso: "Viven sin trabajar" o "Con el sueldo de los liberados sindicales se podría construir un hospital de 450 camas" son dos de los más sonados. También es cierto que entonces -finales de 2008 y principios de 2009- les recibían con algaradas cada vez que visitaban un hospital. Lo más bonito que le soltaban a él era aquello de "Pelo Pantén". Lo más feo, insultos de todo tipo. De "especuladora", "mentirosa" y "privatizadora" dejaban a la presidenta.

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Las críticas arreciaron cuando empezaron a abrir los nuevos hospitales y se vieron sus muchas carencias, entre ellas la falta de personal. Tampoco gustó que se cediera a empresas la gestión no sanitaria o que la Administración fuera inquilina de sus propios hospitales (propiedad de las constructoras que los levantaron). Era una guerra abierta que se prolongó durante meses. "Los liberados sindicales son un anacronismo y un escándalo", dijo Aguirre en diciembre de 2009. Entonces, la fricción estaba en la ley de libre elección de médico y de área única.

Aunque quizá lo más extravagante que ha hecho la Comunidad de Madrid fue enviar un vídeo a los medios de comunicación en el que, en sus propias palabras, "identificaba" a cuatro liberados sindicales que habían abucheado a Aguirre y Güemes en una visita al Puerta de Hierro. Incluso los señalaba con una rudimentaria flecha roja superpuesta a la imagen. El asunto acabó en los tribunales.

La relación entre sindicatos y Educación es menos beligerante, al menos en las formas. En los últimos tres años, los sindicatos han convocado protestas y un par de huelgas contra los recortes y la falta de negociación. En 2008, la consejera Lucía Figar tildó de "política" una de las protestas. Ellos la acusan siempre de "atacar" a la educación pública. No hay descalificaciones graves. El trato es casi exquisito pero también son enemigos. Educación fue la primera en meter mano a los sindicatos. Su representación quedó reducida a menos de la mitad en junio. No les llamó para negociar.

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