Cervantes, el liberalismo, el carlismo... y otras sorpresas del subsuelo
La cápsula del tiempo hallada bajo la estatua del escritor en la plaza de las Cortes da pie a una exposición sobre algunas controversias políticas del siglo XIX español
El subsuelo de Madrid oculta sorpresas. Una de ellas, la urna de plomo herméticamente sellada y repleta de testimonios del siglo XIX, que fue hallada a los pies de una estatua de Cervantes el pasado diciembre. Su enjundioso contenido ha movido al Gobierno regional a instalar ahora y hasta el 15 de septiembre, en su propia sede de la Puerta del Sol, una exposición sobre una controvertida etapa de la historia española. Se trata de una muestra que, a juicio de la presidenta regional en su discurso inaugural, vincula por vez primera a Miguel de Cervantes, muerto en Madrid en 1616, con el tránsito del absolutismo al liberalismo, consumado a partir de 1834, en plena primera guerra carlista.
Algunos interpretan la línea de la muestra en clave proclive al carlismo
Una nueva cápsula con testimonios de estos días se ubicará bajo la estatua
La exposición, con paneles táctiles y tridimensionales, emplea como hilo conductor de su relato el contenido de la caja fundacional del monumento en bronce y piedra a Miguel de Cervantes, urna encontrada en la plaza de las Cortes el 18 de diciembre de 2009 bajo la estatua, erigida hace 175 años. Bautizada como cápsula del tiempo, su hallazgo surgió durante las obras de remodelación de la plaza aledaña del palacio de Congresos.
El catedrático Alfonso Bullón, rector del Centro de Estudios Universitarios San Pablo-CEU y máximo experto académico en el estudio del carlismo -la corriente decimonónica opuesta al reinado de las mujeres- ha comisariado la exposición. Los visitantes pueden desgranar, en pantallas táctiles, los principales acontecimientos políticos de la época, de cuya vida cotidiana pueden hacerse una idea gracias a imágenes y textos. La exposición pretende ser metáfora de las turbulencias ideológicas y políticas que estremecieron el panorama peninsular entre 1831 y 1835, periodo bisagra entre el absolutismo y el liberalismo, en el que estalló la primera de las guerras carlistas. Aquella contienda civil enfrentó a los seguidores del pretendiente Carlos María Isidro, hermano del rey Fernando VII, muerto en 1833, contra su esposa y regente María Cristina de Borbón, madre de Isabel, la futura reina, cuyo reinado sería ferozmente cuestionado por los carlistas.
Esa etapa coincidió con el lapso de tiempo transcurrido entre el proyecto de monumento a Cervantes y su definitiva erección. Esculpida en Roma por el académico Antonio Sola, del que se exhibe un retrato en el acceso a la muestra, se trata de la primera efigie de este porte, 2,50 metros de altura más la peana, dedicada en España al autor.
Siguiendo una costumbre de la época, en un agujero horadado en su basamento de sillares de piedra se ocultaron en urna de plomo sellada y rociada de tóxicos fungicidas distintos documentos: siete tomos de dos ediciones del Quijote; dos monedas con la faz de Isabel II; dos retratos de la reina joven; 10 medallas conmemorativas de su infancia; el Estatuto Real de 1834, de corte liberal moderado; un texto liberal progresista que compendiaba la Historia española entre 1808 y 1834; diarios oficiales, como La Gaceta de Madrid, en los que constaba la proscripción perpetua para gobernar dictada por la reina regente, María Cristina de Borbón, contra su cuñado Carlos María Isidro, protagonista de la primera guerra carlista (1833-1840), que desangró al país en una cruenta disputa dinástica. Contenía también un ejemplar de la vida del general Francisco Espoz y Mina, a la sazón jefe del Ejército del Norte enviado a Navarra para combatir a la facción carlista alzada en armas contra Isabel II.
El relato de la exposición marca una línea argumental que algunos visitantes interpretan en clave proclive al carlismo. El comisario y catedrático Alfonso Bullón argumenta objetividad en la narración y en su tratamiento.
Una nueva cápsula del tiempo será en breve ubicada bajo los pies de la misma estatua. Contendrá testimonios de nuestros días sometidos a votación por los ciudadanos consultados. Entre otros documentos, se introducirá un ejemplar de la edición del diario EL PAÍS del 19 de diciembre de 2009, fecha siguiente a la del descubrimiento de la primigenia urna de plomo.
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