El paro se instala en las alturas
Zapatero no tiene suerte con el paro. El año pasado el presidente llegó al debate sobre el estado de la nación dos semanas después de que se conociera la encuesta de población activa (EPA) del primer trimestre, una verdadera debacle: más de un cuarto de millón de puestos de trabajo destruidos, 800.000 parados más. Todo un lastre.
Este año, en cambio, faltan dos semanas para que se publiquen los datos del segundo trimestre. Casi con total probabilidad, el paro -(ahora en el 20%)- bajará por primera vez desde que ha comenzado la crisis, pero Zapatero no podrá esgrimir los datos en el atril.
Entre una EPA y otra, ha cambiado el escenario. La destrucción de empleo, con permiso de lo que suceda en los últimos meses del año, ha dejado paso a un nivel de paro altísimo que amenaza con enquistarse y lastrar la salida de la crisis.
Y la reforma laboral, como ha admitido el propio ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, no va a crear empleo. Como mucho evitará que se destruya. Es decir, consolidará el nuevo escenario.
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