Estás y luego de pronto no estás
"Estás, y luego de pronto ya no estás". Esto fue lo que me dijo José Saramago en una de esas sobremesas que se dan durante los ensayos de teatro. Estábamos en la feria del libro de Guadalajara ensayando la lectura dramatizada de una de sus novelas, Las intermitencias de la muerte, y sintomáticamente, comenzamos a reflexionar acerca de la muerte, de cómo la vida sigue, de cómo en México habiendo tanta vida se puede entender tanta muerte. La plática era muy amena y profunda -con esa sencillez característica de una buena charla con resaca frente al mar- y de la nada surgió una pregunta retórica: ¿qué pasa con la muerte? Él respondió: "Primero estás, y luego de pronto, ya no estás". Qué bueno que existe ese estado transitorio del ser para describir lo que pasa con la muerte y que nos libera del yugo del ser eterno.
Me invade un sentimiento tremendo, confuso, triste pero esperanzador. Uno en la vida va adoptando padres, aun sin conocerlos en persona, y ahora escribiendo esto me doy cuenta que arbitrariamente había encontrado en él una base, o una especie de compañero de viaje (seguro soy uno de los millones que sienten eso). Todo tuvo que ver con un momento que marcará mi vida para siempre; el momento en el que tuve el gran privilegio de compartir el escenario con él, y de jugar a actuar, a leer su novela e interpretarla bajo la dirección de Antonio Castro.
El maestro interpretaría al personaje del músico y yo haría la narración, señalando los sigilosos movimientos de la muerte, ahora enamorada, de aquel músico que se tenía que llevar y que se negó a hacerlo. La muerte quería seguir escuchando su música, y ahí Don José interpretaba los lamentos de un músico a quien lo inexorable le esperaba. Estaba sentado en un sofá rojo, con un perro al lado, mientras leía y escuchaba, y dormía tal cual el personaje del músico mientras la muerte lo veía embelesada. Es ahí, en el escenario, donde jugábamos a estar muertos, a estar enamorados, a estar durmiendo, pero principalmente era ahí donde más nos divertíamos. Estoy seguro que a él no le gustaría que dijera esto enfrente de él, pero aparte de gran escritor era un gran actor. Recuerdo la manera en que comienza Las intermitencias de la muerte: "Al día siguiente no murió nadie...".
Gael García Bernal es actor. Fue uno de los intérpretes principales de A ciegas, adaptación cinematográfica de Ensayo sobre la ceguera.
Babelia
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