El apoyo populista radicaliza el veto al 'burka' y divide a los partidos
El Vendrell prohíbe el velo integral con el voto de una formación xenófoba
Se quebró el consenso sobre el veto al burka en los edificios municipales. El Ayuntamiento de El Vendrell (Tarragona, 36.000 habitantes, 18% de población inmigrante) se convirtió ayer en el segundo en restringir el uso del velo integral después de Lleida, y el primero en abrir una división en los grandes partidos catalanes. La brecha se debió un factor hasta ahora inédito: el protagonismo de Plataforma per Catalunya (PxC), partido populista y ultranacionalista catalán de tintes xenófobos que, junto al PP, pretende recoger los frutos del árbol que CiU y PSC han agitado a partes iguales.
El veto repleto de matices propuesto por el Gobierno en minoría de CiU requería los votos socialistas o los de PxC. La formación ultranacionalista dio su apoyo, radicalizó la prohibición y cerró el pleno entre aplausos al subrayar que supone el primer paso contra la "invasión" musulmana. En contra de lo ocurrido en otros municipios, el PSC había abandonado la sala. El principal grupo de la oposición se negó a contribuir con "un espectáculo lamentable". El mismo, en cualquier caso, que el PSC ha avalado en Tarragona, Reus y Cunit, entre otras. "Es un debate artificial y electoralista: aquí sólo hay tres personas con burka. Sólo beneficiará a populistas y a islamistas radicales", protestó el portavoz socialista, Josep Lluís Pascual. "Nosotros no somos como los socialistas de otros pueblos", dijo luego con desgana.
La persecución da alas a los sectores más intransigentes del islamismo
Los apoyos a la prohibición de PP y ERC fueron irrelevantes ante el desconcierto por la espantada socialista. Con el desplante, el PSC quiso evidenciar la proximidad entre la propuesta de CiU y el radicalismo de Plataforma. A las primeras de cambio, el populismo ha colapsado las contradicciones con que los grandes partidos manejan el debate sobre el burka. Una polémica tan improvisada como cercana a los comicios autonómicos, reconocen desde ambos partidos, muy atentos a las encuestas que constatan la creciente aprobación de la ciudadanía a la prohibición. "Estamos jugando con fuego", admitieron entre pasillos varios concejales. En primera fila, el líder y fundador de PxC, Josep Anglada, empleaba el móvil para grabar vídeos que empleará, probablemente, en la campaña electoral.
El consenso, de hecho, sólo ha existido a nivel municipal: las direcciones de CiU y PSC llevan semanas intentando frenar a sus concejales, que responden a esas presiones ampliando las propuestas. Este descontrol motivó ayer al líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, a cambiar su discurso, informa Ángels Piñol. Duran defendió que se regule el uso del burka más allá del nivel municipal. Lo mismo señaló el secretario general de ERC, Joan Ridao, pese a que ninguno concretó nada. CiU y ERC cuentan en el Parlament con mayoría para legislar sobre el asunto, pero esa medida supone abrir otro frente antes de la cita con las urnas. Convergència, el compañero de coalición de Unió, insiste por ahora en la necesidad de aplazar este debate "artificial" hasta después de las elecciones.
Entre tanto, otros partidos se consideran ahora legitimados para tomar el relevo en la prohibición. Anglada dijo que forzará a votar sobre el velo integral en las alcaldías de Vic, Manlleu, Manresa (Barcelona) y Olot (Girona). El PP planteó después otra moción en el mismo sentido en Terrassa (Barcelona), mientras una comisión presidida por el PSC comunicó que Barcelona debatirá el lunes si se lanza o no a regular la prenda. Finalmente, el Ayuntamiento socialista de Mollet (Barcelona), reveló que votará sobre la prohibición poco después del plantón de sus camaradas de El Vendrell.
Este frentismo político contrasta con una realidad más compleja. En Tarragona, provincia con fuertes tensiones por la presencia de corrientes islamistas ultraconservadoras que representan cerca del 25% de musulmanes de la zona, las asociaciones advierten de que el acoso al velo integral pondrá viento en las velas de los extremistas. "Hay tendencias sorprendentes", señala Elhassane Jeffali, de la entidad musulmana Adib Biladi, con sede en Reus. Se refiere a los inmigrantes llegados décadas atrás, entonces en pleno esfuerzo para integrarse. Lo lograron. "Pero ahora prescinden del español, critican a los que no llevan barba o pasan cada vez más tiempo en la mezquita", detalla sin alarmismos. "Solo conocemos un puñado de casos", dice. "Algunos más que el número de mujeres que usan burka o niqab en todo el país".
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