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Entrevista:Antonio Basagoiti | ENTREVISTA

"No me gusta ver a Falange acusando a un juez"

Jesús Ruiz Mantilla

La endogamia no va con Antonio Basagoiti. Ni las consignas. Ni las estrategias robóticas. Por eso, el joven político del Partido Popular destaca, llama la atención. Más después de haber sido capaz de relativizar los navajazos de la arena nacional y seguir alimentando un pacto que muchos veían contra natura. Pero lo de Basagoiti y Patxi López, lehendakari vasco del PSOE a quien mantienen los votos del PP en el Parlamento de Vitoria, se ha revelado como un referente al margen.

No estaba llamado para la política. Es el heredero de una poderosa familia de banqueros en el País Vasco. Pero mataron a Gregorio Ordóñez y se afilió al PP. Luego entró de concejal en el Ayuntamiento de Bilbao para disgusto de su clan. Aguantó 13 años. Pensó en retirarse. Pero le llegó la oportunidad de ponerse en cabeza de la formación en toda la región cuando se le abrió la puerta para sustituir a María San Gil. Nadie se acuerda ya de aquella líder que los sectores más enrocados del PP quisieron convertir en símbolo. La política pactista, posibilista y abierta de Basagoiti ha enterrado su memoria y ha puesto el foco sobre este político de 41 años a quienes muchos ven como nuevo valor emergente en el PP. Va por libre. Es capaz de no crucificar al juez Garzón, alabar a Rubalcaba y proclamar que le gusta Almodóvar. Lo suyo no es la provocación, dice. Es defender posiciones propias sin sentirse una marioneta.

"En el pacto han existido más recelos por parte de mi uegroZapatero"
"Me he rebelado contra el miedo siempre. Lo he racionalizado"
"En el PP ha habido demasiada manga ancha en la época del aso Gürtel"

Al revisar su biografía, uno de los datos que más me han llamado la atención para ser un político del PP es el siguiente: que le gusta el cine español. Eso es provocar.

Me encanta, pero de bastante antes de estar en política. Y reconozco que me gusta Almodóvar, y mucho.

Bueno, eso ya es un escándalo.

Hay gente buenísima, como Álex de la Iglesia, no porque sea de Bilbao, sino porque hace gran cine. Y eso me ha producido mucha rabia cuando he visto la reacción furibunda de los cineastas contra mi partido y, por el otro lado, los mecanismos de defensa. El cine español ayuda a ver las cosas con realismo absoluto. A saber qué es España.

Pero uno escucha a un político del PP declarar que le gusta el cine español y tiende a pensar que habla de Paco Martínez Soria. Viene usted con lo de Almodóvar y descoloca. ¿Pero le gusta, incluso, más que cualquier otro?

Más que cualquier otro. Yo veo una cartelera y tengo que elegir entre una película americana, una francesa y una española, y elijo la española; luego, la francesa, y luego, la americana. Me da más. El cine es una manera de conocer las cosas, desde la comedia hasta lo más profundo. De Almodóvar yo viví intensamente el fenómeno con Mujeres al borde de un ataque de nervios. Pero ya me gustaban las anteriores, aunque en casa no me dejaban verlas por el contenido.

¿Que no le dejaban?

No, veía clandestinamente Pepi, Luci, Bom?En el colegio nos daban una hoja para llevar a casa con las películas recomendadas y las que no se podían ver. Yo me apuntaba siempre las que no se podían ver. Me venía de narices. Sobre todo, las películas en las que había sexo eran las que más me motivaban.

En su casa no le dejaban ver a Almodóvar, pero tampoco entrar en política. ¿A quién se le ocurre? Un chico de buena familia, con el futuro resuelto, meterse en líos. Eso debió de ser una tempestad.

Es verdad que en mi casa no había tradición. Pero en la vida hay que hacer lo que a uno le motiva. Al principio no gustó. Pero más que por la política, por la amenaza terrorista. Después no convencía por la deriva y la decadencia que a veces coge esta carrera política. A mí me han llegado a decir en mi familia que les voy a dar un mal futuro a mis hijas, y eso es muy duro. He probado otras cosas. He trabajado en un banco. Pero yo me siento más satisfecho conmigo en política, intentando mejorar las cosas a nivel general que intentando engordar la cuenta de resultados de alguien.

Tampoco gustó que siguiera usted después de que se retirara María San Gil del cargo que ahora ocupa en el PP vasco.

Mi padre estaba empeñado en que eligiese otro camino en la vida y tuve muchísimos problemas con él. Pero es que la política me atrajo siempre.

¿Y su mujer?

Los padres, los abuelos, los hermanos, no se eligen. La vida sentimental, sí. Por parte de mi mujer he tenido siempre apoyo total. Es cierto que cuando se produce un atentado surge la reflexión de si esto merece la pena o no. Pero ella me ha apoyado.

Dicen de usted que es el Gallardón vasco.

Pues, a propósito de Gallardón, ¿sabe quién fue a hablar con mi padre cuando se abrió la posibilidad de sustituir a María San Gil? Él. Yo se lo pedí y me hizo un gran favor. Le dijo que la política era una profesión noble y que yo tenía mucho futuro. Se lo he agradecido siempre. Así que, si me lo pregunta en el buen sentido, es un halago.

¿Ah, es que hay un mal sentido?

Bueno, hay veces que se le utiliza para acusarle de todos los males.

Sobre todo dentro de su propio partido.

Dentro del entorno mediático que a veces rodea a mi partido. Pero yo reconozco que hay cosas de Esperanza Aguirre que también me gustan. No me he fijado en iconos determinados. Yo procuro actuar con racionalidad y sensatez. No imitar.

¿Racionalidad y sensatez quiere decir, según usted, huir del discurso oficial o de la rueda de prensa de los lunes de Cospedal?

Quiere decir que no siempre estoy de acuerdo al cien por cien con lo que se plantea en mi partido. Reconocer que uno no siempre tiene la razón y que a veces el adversario sí la tiene. Que es bueno en política tener planteamientos propios. La política no es una secta.

¿Ponerse en el lugar del otro en política le viene de su paso por los jesuitas o por el Opus?

Aprender del otro me viene del País Vasco. Es un lugar muy plural. En las familias y los grupos de amigos hay gentes de todos los colores, de su padre y de su madre. Del Opus he aprendido cosas buenas, como algunos valores, y de los jesuitas, otras, como el interés general y saber ajustarse a los tiempos.

Vayamos a algún ejemplo concreto en eso de no robotizarse con su partido. El 'caso Garzón'. ¿Cómo lo ve?

El debate sobre Garzón debe ser mucho más racional. No comparto que no haya que reconocerle nada. Fue el primero que metió la cuchara en el entramado de ETA como tinglado financiero. Pero el problema está en que no se actúa con racionalidad y se revuelve lo peor de la historia de España. Uno cree que es legítimo defenderle y no defenderle. Ha hecho cosas buenas por la democracia y en otras ha metido la pata. Pero todos somos iguales ante la ley yuno debe sentarse ante un tribunal lo mismo si es lehendakari, obrero de la construcción o juez.

Pero es que parece que aquí se le juzga por haber traspasado una línea. Muchas veces podríamos comparar la caverna de la derechona española con la Mafia siciliana. Quien la hace, la paga. ¿No le asusta?

Lo que me asusta es el extremismo, y lo de Garzón es un episodio más. En este caso vuelve a incitarse la radicalidad a derecha e izquierda.A mí no me hace ninguna gracia ver a Falange denunciando a un juez, pero de la misma manera debo admitir que un juez puede ser juzgado. De ahí no vamos a deducir que sea un villano, el problema es la utilización por parte de la izquierda para volver a épocas oscuras de la historia. Algunos quieren resucitar a Franco por interés electoral.

¿Qué errores ha cometido su partido en el 'caso Gürtel'?

No controlar a la gente que teníamos. No estar al tanto. Demasiada manga ancha en la época en que se produjo. Quienes poseen un patrimonio superior al que le supone su actividad, deben dar explicaciones. De esto tenemos que aprender. Establecer mecanismos propios antes de llegar a los jueces.

Me habían dicho lo de que era usted verso suelto y hasta ahora sí que lo parece. ¿Va por libre?

Así piensa la inmensa mayoría de los militantes del PP.

Pero no lo dicen.

Porque no tienen la posibilidad, ni acceso a los medios de comunicación. De la misma manera le digo que, al contrario de lo que piensan muchos sobre cómo ha actuado Rajoy en este caso, creo que lo ha hecho bien.

¿No ha estado demasiado lento?

No, al final ha conseguido que las personas imputadas no estén al frente de sus responsabilidades sin histrionismos. A día de hoy, la casa está limpia, y lo ha hecho con mano izquierda.

Bueno, ahí veo que el verso suelto vuelve al redil, a formar parte del poema.

No sé. Porque en el poema, a lo mejor, lo que cuenta es criticar a Rajoy, así que sigo siendo verso suelto.

Tampoco me extraña que quiera formar parte del poema porque, según su adversario y amigo del PNV, Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao, nació usted en Madrid y su futuro está en Madrid.

Nací en Madrid de casualidad, pero mi futuro no está en Madrid. Se equivoca. Igual a él le gustaría por si me toca disputarle alguna vez la alcaldía de Bilbao. Mi aspiración como un líder vasco es la lehendakaritza, aunque reconozco que lo que más ilusión me haría es ser alcalde de Bilbao. Mi vocación la entiendo en el País Vasco. Es el lugar por el que siento pasión. Mi objetivo es que se pueda vivir en libertad, que a uno no le peguen un tiro, que uno pueda defender las ideas propias. Eso no se tiene en Madrid, donde todo está más pegado al poder. Me faltaría motivación. Aunque nunca digas que este cura no es tu padre.

Bueno, proclamar eso tiene su aquel, porque lo de los curas últimamente es de aúpa.

Mi eterna amenaza de niño fue: o apruebas o te llevamos interno a un colegio que había en Álava. Hasta que lo cerraron por pederastia. Menos mal que al final no fui. A la Iglesia le ha costado reaccionar como debía porque intuía que había un cuestionamiento de la institución como tal. Pero no han sido lo suficientemente ágiles, delicados, rápidos y duros con los que han actuado así bajo su paraguas. Esas actitudes absolutamente repugnantes les ha costado reconocerlas y asumirlas porque querían evitar que se cuestionase el fondo de su labor. Ellos saben que es injustificable y que ha habido errores por parte de sus responsables. Los jesuitas te dicen muchas veces que las instituciones no están por encima de los hombres, y lo que han hecho es tapar cosas de hombres para intentar salvar instituciones. Eso no está bien.

Hablemos de psicología de masas. De amnesia colectiva. ¿Cómo ha logrado usted que ya nadie se acuerde de María San Gil?

Eso no es mérito mío. Eso es porque nadie en la vida es imprescindible. Los políticos que crean que sin ellos no funcionan las cosas, se equivocan. María San Gil no era así, pero empezamos a equivocarnos cuando empezamos a pensar así. Ninguno es imprescindible. Estamos de paso. Todos los gobernantes tienen el mismo problema, no es el caso suyo porque nunca tuvo responsabilidades. Cuando empiezan a levitar es cuando más cerca están de darse la bofetada, y cuanto más alto subas, más grande será.

Otro que se cree imprescindible es Mayor Oreja. Cuanto más se alejan los acontecimientos de su percepción de la realidad, mayores declaraciones estrambóticas hace. ¿Cómo le sientan a usted esas cosas cuando uno se esfuerza por lo contrario?

A mí no me preocupan ni me incomodan las personas que son claras con sus planteamientos. Él piensa cosas así y lo expone. A mí me habría gustado debatirlo con él primero, esas declaraciones de la connivencia entre ETA y el Gobierno, pero no me quita el sueño.

Hombre, a lo mejor necesita un poco de ayuda. Porque esas declaraciones hechas tan en contra de la realidad parecen más un delirio que otra cosa. ¿O es maldad y torpedeo frente a su línea de actuación?

Yo estoy muy seguro de mis planteamientos. Si tuviese dudas, quizá podrían desestabilizar, pero no creo que tuviera mala intención. Es una reflexión. El problema de Euskadi no son las declaraciones de Mayor Oreja, sino que tengamos altura de miras.

¿Cómo valora usted la política del ministro Rubalcaba?

Desde el punto de vista objetivo es buena. Es la que tiene que ser. Por eso, a lo mejor, me acusan de verso suelto, porque reconozco aquello en que tus adversarios aciertan. Ahora lo está haciendo bien, con políticas firmes y con aliento a las fuerzas de seguridad. Me guío por los hechos. En política no estamos para hacer actos de fe. Estamos para tener unas convicciones y mejorar los hechos. Los acuerdos no van a misa tampoco, se revisan día a día.

Acuerdo, pacto. Esa cosa tan rara y que usted sabe practicar en el País Vasco con Patxi López. Han llegado a un acuerdo y no ha pasado gran cosa. Ni se hunde España, ni nada.

Es más, a unos les debe quedar claro que cuando uno pacta no renuncia a sus convicciones, y a otros, que el PP no tiene la gripe A, que, ya sabemos, no es tan grave. Todo esto viene de la radicalización de la política española desde que se ha intentado aislar al PP. Hay que jugar con razones, no con sentimientos.

Cada uno tiene su parte de culpa, pero ustedes también se han subido al monte muchas veces. Sus estrategas, ese aislamiento lo ven más una ventaja que un inconveniente. Insisto, ¿por qué no les habla usted de las bondades del pacto?

Lo nuestro en el País Vasco tiene una alternativa concreta. Tuvimos suerte con los números y pudo darse el pacto. Entiendo que España necesita este tipo de acuerdos y esa concordia, pero entiendo que quien debe tener altura de miras es quien gobierna. Y deben intentar evitar la fractura de las dos Españas; si siguen en esa política, sólo beneficiarán a los extremos.

¿En qué matiz ideológico dentro del PP entra usted?

Yo me defino como un vasco liberal conservador.

Tela.

Eso es una posición liberal fueristadentro del País Vasco, creencia en la unidad de España y poner por encima de las identidades la igualdad ante la ley y de derechos, y colocar las peculiaridades vascas en un ámbito general dentro de la nación española. Y en el ámbito más cotidiano creo en una política que sirva para resolver los problemas, los valores y las personas por encima de cualquier cosa. Una posición humanista. Pero que antepone a los ciudadanos por encima de la ideología. Defiendo unos planteamientos racionales adecuándonos a los cambios que nos exigen los tiempos.

¿Eso no tiene nada que ver con un 'neocon'?

No, nada que ver. No creo que lo público sea el culpable o la mala madre de todos los problemas del mundo. No creo que Estados Unidos sea perfecto, y otros lugares, un estercolero. Hay teorías liberales que les han dado la razón, pero todo debe tener límites.

¿Cómo explica usted esto en la FAES?

No me hace falta. Aznar llevó en el partido hacia el centro las posiciones de derecha y como propuesta hacia un patriotismo constitucional, algo que compartirían en el centro-derecha y el centro-izquierda. De todas formas, me da pena cómo se le utiliza para hacerle responsable de todos los males. No es justo. Ha hecho muchas cosas bien.

Con Patxi López, ¿sigue manteniendo esa relación más de sexo que de amor, como ya ha comentado alguna vez?

Yo quería decir con aquello que esto no era un pacto para toda la vida. Que no era un matrimonio indisoluble.

¿Qué era? ¿Una canita al aire, entonces?

Una canita y ya se verá. Un año después podemos decir que ese sexo ha sido necesario y no ha caído en la rutina. Mejor así, no vaya a ser que tengamos que buscar cosas fuera de casa.

Hombre, Patxi tiene su 'sex appeal'.

Yo no se lo veo, pero, en fin. Se ha querido transmitir que este pacto funciona por una buena relación personal entre nosotros dos. Pero no es lo fundamental. Yo no lo conocía especialmente, incluso lo habíamos criticado duramente. El pacto se sustenta por una lealtad con un proyecto determinado, no estamos en la gresca cotidiana. Somos conscientes de que tenemos una oportunidad de colocar al País Vasco en una situación mucho mejor que la del enfrentamiento y las amenazas. En el día a día hablamos mucho, por teléfono y a través de nuestros colaboradores. Hay cosas que no nos gustan, pero tenemos la obligación de mirar por encima.

Cierta química debe existir.

No es tanto la química personal, sino la lealtad y responsabilidad con lo acordado. Nos conjuramos en lo político. Sabíamos que nos encontraríamos problemas puntuales: enfrentamiento nacional entre nuestros partidos, discrepancias en algunos ámbitos, pero los dos supimos que todo eso debía quedar al margen.

Y sus partidos, ¿cómo llevan este buen rollo?

Siempre he sentido un apoyo total. Rajoy estaba en la tribuna de invitados el día de la investidura. Esperanza Aguirre ha dicho que le parecía muy bien en muchas ocasiones. Ha habido más recelos por parte de mi suegro Zapatero. Su esquema era otro. Prefería otra novia para López. Lo que pasa es que la dote no era suficiente. Además, tiene al PNV en Madrid y al PP en el País Vasco?

De todas formas, lo que une es ir con guardaespaldas por la calle.

Sin duda. Sin duda. Hemos estado muy solos, sin comprensión por parte del nacionalismo. El mérito de ellos ha sido unirnos. Deben hacer examen de conciencia: ¿qué hemos hecho para que estos dos se pongan de acuerdo?

De ETA, ni comentamos?¿Es más pasado que presente?

Pues, mire, aunque ya no es lo que era, es bueno recordar para que no se vengan arriba.

¿Se debe seguir hablando de miedo?

Yo he pasado miedo. Me ha supuesto peleas y marrones en el ámbito personal. Lo he pasado mal. Pero lo he racionalizado y me he rebelado contra él siempre, permanentemente.

Antonio Basagoiti, líder del PP vasco
Antonio Basagoiti, líder del PP vascoJORDI ANDRIÀ

Entre el Opus y los jesuitas

Antonio Basagoiti

nació en Madrid en 1969, pero pronto se trasladó con su familia a Bilbao. Allí estudió en colegios del Opus y los jesuitas, se licenció en Derecho por la Universidad de Deusto y entró en el Partido Popular a raíz del asesinato de Gregorio Ordóñez. Desde 1995 formó parte de la corporación municipal de Bilbao como concejal durante 13 años, con un paréntesis en el que se dedicó durante un año al Instituto de la Juventud. Está casado y tiene tres hijas.

Líder del PP vasco. En 2008 pasó a liderar el Partido Popular del País Vasco tras la salida traumática de María San Gil. A partir de entonces imprimió un sello radicalmente opuesto a la anterior dirección y pactó con el PSE el apoyo parlamentario a un Gobierno de Patxi López. El entendimiento entre ambos es total.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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