Gutiérrez Aragón y su amor por Cuba
El certamen de Málaga ha programado entre sus sesiones especiales de documentales el que podría ser el último trabajo como director de Manuel Gutiérrez Aragón. El año pasado aseguró que dejaba la dirección. Su primer trabajo tras la renuncia fue literario: La vida antes de marzo, su debut en la novela, con la que ganó el premio Herralde. Pero ha seguido como productor en el mundo audiovisual con una serie de cinco capítulos que ilustra algunos grandes momentos de la música cubana y que saldrá a la venta en DVD.
El festival andaluz proyecta dos de sus partes, una realizada por Pavel Giroud y otra dirigida por Gutiérrez Aragón, Música para vivir, centrada en la vida del promotor de jazz Gilberto Torres. "Es una historia de la amistad a través de la música, o de la música a través de la amistad. En Cuba la música es mucho más que música, es una manera de vivir, y eso es lo que pretendíamos sacar". El director recordó: "En Cuba todo está controlado por el régimen. La única forma de mantener una postura coherente es el exilio. A los de dentro sólo les queda callarse o el martirio". La abuela de Gutiérrez Aragón era cubana, y su padre nació allí.
Junto a su coguionista, Mauricio Vicent, el cineasta habló, sorprendido ante el lleno de la sala, sobre la dificultad de tocar jazz en Cuba tras la revolución. "Se inventaron todo tipo de términos para esconder lo que en realidad interpretaban". Eran, según los nuevos gobernantes, las melodías del imperialismo, un género a prohibir. En su documental, la memoria de Torres, empleado de una tabaquera, se mantiene viva entre sus viejos colegas, amantes del jazz. Con ellos, su hijo celebra el aniversario de la peña en la que en secreto se reunían. "A pesar de lo que se vive en Cuba, es increíble la riqueza de sus sonidos, la fuerza de su música".
Babelia
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