_
_
_
_
_
LA ZONA FANTASMA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La crítica de mi tiempo

Javier Marías

Ya que se avecina el Día del Libro? Primero fue el tópico de que todo crítico era en realidad un artista frustrado, que a menudo se vengaba de quienes habían tenido el talento o la audacia -novelistas, poetas, pintores, cineastas, músicos- que a él le habían faltado. Este tópico sigue vigente, en boca de muchos creadores que se sienten maltratados. Luego alguien le dio la vuelta a la frase, y apareció la rebuscada idea de que todo artista era en realidad un crítico frustrado. Hay bastantes individuos que parecen haberles dado la razón a ambos tópicos: escritores que ejercen la crítica y críticos que por fin se atreven a escribir una novela o dirigir una película. A mí me parecen incompatibles las dos actividades, aunque sólo sea por elegancia. Si uno escribe novelas y juzga las de los demás públicamente, en ello va implícita la presunción de que las propias son mejores. Si uno hace reseñas cinematográficas y luego también películas, se supone que en estas últimas no incurrirá en ninguno de los defectos que en tantas ocasiones habrá detectado y censurado en otros y que su obra será por fuerza impecable.

"A un crítico se le solía exigir que no se quedara en el gusto y que desarrollara el juicio"

Quizá por eso escribí seis o siete críticas hace más de treinta años y no he vuelto a reincidir, si la memoria no me falla. Debo confesar que a veces le doy la razón al segundo tópico y que me apetecería ejercer ese oficio que otros ejercen sobre mis novelas, profusamente. El autor se cansa de que se opine sobre lo que él da a la imprenta -sea para bien o mal, eso acaba por resultar secundario- y de no opinar sobre lo de los otros más que en privado. (También se cansa de no poder criticar al crítico, en particular a algunos que le parecen llamativamente ignorantes o imbéciles, pero así están establecidas las reglas del juego: si uno hace público lo que escribe, no le queda sino callar ante los veredictos; le puede hacer vudú en casa al idiota de turno, pero nunca rebatirlo con otro texto.) A veces pienso que si dejara de escribir novelas (todo se andará), me sería posible iniciar una carrera de crítico literario, y a continuación me congratulo de que no me quepa esa opción, todavía, porque me temo que no dejaría títere con cabeza, o, mejor dicho, que iría completamente contracorriente, y me da la impresión de que eso es cada vez más inaceptable y "sacrílego", y de que el peaje que se paga por ello es muy alto.

Hoy en día hay muchas obras o autores con los que se da una extraña unanimidad ensalzadora, y esa es sin duda una de las razones por las que la crítica cuenta tan poco y a la mayoría le trae sin cuidado. Desde que tengo memoria, nunca había sido mayor su descrédito. Es un género que siempre me ha interesado, y como soy más lector que escritor, y además espectador sin mezcla, la sigo leyendo bastante, aunque con crecientes pereza y hastío. Lo que me sucede con ella es preocupante, probablemente más para mí que para quienes la ejercen: cuando se produce una de esas frecuentes unanimidades elogiosas, suelo acabar acudiendo al libro o a la película entronizados, y casi invariablemente me encuentro con que las supuestas obras maestras me parecen directa y objetivamente malas. Con "objetivamente" quiero decir que me siento capaz de explicar por qué lo son, de razonarlo y argumentarlo. "El gusto es la anticipación del juicio", escribió Sánchez Ferlosio, y a un crítico se le solía exigir que no se quedara en el gusto -que está al alcance de cualquiera- y que desarrollara el juicio. Demasiados reseñadores no pasan hoy de lo primero, se comportan como cualquier espectador a la salida del cine ("No me toca, no me ha llegado") o como cualquier lector común al cerrar el volumen ("Qué apasionante", o "Vaya rollo"). O como cualquier iletrado bloguero, a los que los críticos profesionales se van asemejando peligrosamente. Lo peor de estas unanimidades es que crean un estado de opinión poco menos que "obligatorio", y que el disidente es sepultado en el acto bajo la acusación de resentido, o de provocador oficial, o de envidioso. Afinar está casi prohibido, cuando la tarea del crítico sería esa precisamente, afinar lo más posible.

Cuando leo o veo una de esas proclamadas "obras maestras", detecto con frecuencia en ellas trucos de mala ley, o percibo que son inertes, o que caen en cursilerías inadmisibles, o que no inquietan ni interesan ni turban ni intrigan ni desde luego hacen pensar, o que halagan al lector con baraturas y lugares comunes de su agrado, o que copian descaradamente de otros (he dicho "copian", no "plagian", casi nadie es tan tonto como para plagiar hoy en día), o que se presentan como novedosas y repiten fórmulas ya gastadas hace cuarenta o más años, o que el autor es un simple y no suelta más que obviedades, o que se está adornando estilísticamente como si esperara un "olé" tras cada frase, o que se ha equivocado de arte y remeda series de televisión o cómics creyendo que con eso inaugura una nueva literatura, cuando no está entregando más que obras deudoras y epigonales, o que es un mero pendolista acumulativo y puntilloso, o que sus mayores fuerza y mérito no son suyos, sino de unos archivos policiales a los que tuvo acceso ? Entonces no me queda sino preguntarme por qué los críticos profesionales no han visto nada de eso, cuando se les paga por verlo, o si es que yo no estoy capacitado para apreciar y disfrutar la literatura de mi tiempo. Lo cual sería muy grave en mi caso, dado que también lo que escribo pertenece a ese mismo tiempo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_