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El veto contra el comercio del atún rojo suma apoyos internacionales

A la propuesta monegasca de que se prohíba la comercialización de atún rojo (Thunnus thynnus) le ha salido un aliado de peso: el secretario ejecutivo de la convención internacional sobre comercio de especies amenazadas (CITES por sus siglas en inglés), Willem Wijnsteker. Esta especie "cumple los requisitos" para que se decrete la suspensión, dijo ayer Wijnsteker antes de la inauguración de la convención que va a debatir el asunto en Doha.

La prohibición tendrá efecto si se acuerda la inclusión del atún en el anexo I de la convención, donde están las especies más amenazadas. Esta calificación "ha sido avalada por la Agencia de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), y por el comité científico de la Comisión Internacional para la Conservación de Túnidos del Atlántico (ICCAT)", dijo Wijnsteker.

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El representante de CITES no está solo. También el del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Achim Steiner, se manifestó al respecto. "De lo que no hay ninguna duda es de que el atún rojo está en crisis", dijo.

Acuerdo difícil

La decisión se discutirá el jueves, pero es posible que, dada la diferencia de criterio entre las partes, no se llegue a ningún acuerdo. Estados Unidos es partidario de la medida, mientras que la Unión Europea se opone a la prohibición, ya que la campaña de pesca de este año está amenazada. De todas formas, el mayor enemigo de la decisión es Japón, el país que consume el 80% del atún rojo pescado, que considera que no existe peligro de desaparición de la especie. "Si no se llega a ningún acuerdo, designaremos un grupo de trabajo para resolver la cuestión", dijo el secretario de CITES. Luego, esta resolución deberá ser refrendada por los 150 países miembros de la convención.

Pero no sólo se discutirá de atún en la reunión. Los elefantes y su marfil serán otro de los puntos calientes del encuentro. El comercio de los colmillos fue prohibido en 1989, pero más tarde se permitió que Suráfrica, Namibia, Botsuana y Zimbabue exportaran hasta 150 toneladas a Japón. Este año, Tanzania y Zambia, que acumulan unas reservas de 100 toneladas de marfil, quieren que se les permita hacer lo mismo, y argumentan que con el dinero obtenido podrían financiar los programas de conservación de la especie.

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