Fango en Argentina
Cristina Kirchner abre una crisis institucional por su arbitrario plan de pagar deuda con reservas
Cristina Kirchner, presidenta de Argentina, y su Gobierno, tras el que se adivina la sombra de Néstor Kirchner, se han enfangado en un conflicto institucional de imprevisibles consecuencias. Un juzgado de Buenos Aires ha suspendido los decretos de urgencia que cursó el Ejecutivo para utilizar las reservas del Banco Central con el fin de pagar la deuda del país y para destituir al gobernador del banco, Martín Redrado, que se negó a cumplir sumisamente el encargo de la presidenta. Así pues, el Gobierno argentino tiene ahora un doble enfrentamiento, con su autoridad monetaria y con los tribunales de Justicia, y, con su torpe arbitrariedad, ha conseguido además que su debilidad económica aparezca ante los mercados mundiales con tintes de gravedad extrema.
La pretensión del Gobierno de que el Banco Central comprara deuda argentina con reservas para reducir la prima de riesgo y, por tanto, la carga financiera, es una decisión difícil de justificar. En último extremo, los inversores y acreedores están puntualmente informados de la peculiar manera con que Kirchner y su equipo pretendían recortar su endeudamento, así que difícilmente recuperarán la confianza en un equipo de Gobierno que utiliza tales métodos. No es difícil suponer que Martín Redrado se negó a la operación arguyendo que el efecto sería precisamente el contrario, es decir, que la prima de riesgo subiría inmediatamente. El decreto excepcional de destitución del gobernador es prueba suficiente de que Cristina Kirchner y su equipo de asesores ya no atienden a una mínima racionalidad y simplemente se dejan llevar por impulsos despóticos.
Pero lo peor de este episodio es que continúa la cadena de arbitrariedades del Gobierno de Kirchner. Recuérdese cómo hace un año se dictó abusivamente la nacionalización de los fondos privados de pensiones para hacer frente al pago de la deuda. Quienes gobiernan en Argentina han decidido lisa y llanamente que el Estado de derecho es un engorro, que lo más rápido y seguro es saltarse la ley y que la seguridad jurídica es un lujo innecesario. Mientras la economía argentina renquea a causa de una inflación desbordada y el peso de una deuda asfixiante, su Gobierno, frustrado por su incapacidad para articular un sistema fiscal sólido que le aporte los recursos públicos que necesita, sólo encuentra soluciones tercermundistas para el problema de la deuda.
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