El CNI cree que los rehenes están ya en el desierto del norte de Malí
Los cooperantes se hallan en poder de la rama menos radical de Al Qaeda
Los tres cooperantes españoles secuestrados el domingo en Mauritania están ya en el norte de Malí, en poder de Mokhtar Belmokhtar, jefe de la rama menos radical de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), según fuentes cercanas al Centro Nacional de Inteligencia (CNI). El Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC) se convirtió, en enero de 2007, en AQMI con la bendición de Osama Bin Laden. Su núcleo está en la periferia de Argel y en Cabilia, pero cuenta con dos patas, en el desierto argelino y en los países del Sahel. Una, algo menos violenta, la capitanea Mokhtar Belmokhar. El jefe de la otra, más extremista, es Abou Zeid.
Mokhtar Belmokhtar, apodado Belaouer (El Tuerto), no ha cumplido aún los 40 años y ha sido condenado ya dos veces a muerte en ausencia, una de ellas por un tribunal de Gardaia (suroeste de Argelia) por el asesinato de 13 aduaneros. Aprendió el oficio en Afganistán, en los años noventa, y regresó a Argelia para incorporarse al GSPC. Pese a su experiencia afgana, la prensa argelina asegura que fue reacio a que los salafistas argelinos se colocaran bajo la batuta de una Al Qaeda a las órdenes de Bin Laden.
Las dos ramas de Al Qaeda en el desierto del Sáhara son, en cierta medida, las que recaudan para comprar las armas que utilizan sus correligionarios del norte. "Los rescates obtenidos los últimos años se cuentan en millones de euros y con dos dígitos", afirma Fernando Reinares, del Real Instituto Elcano. El contrabando es otra fuente de ingresos.
El CNI lo habrá podido comprobar porque ha contactado con sus homólogos de tres de los países -los rehenes han sido canadienses y de seis nacionalidades europeas- cuyos ciudadanos han padecido secuestros los últimos años en el Sahel. Unos 60 europeos y canadienses permanecieron cautivos, desde 2003, entre cuatro y nueve meses.
Tres días antes del secuestro, AQMI apresó en Menaka, a 1.500 kilómetros al noreste de la capital de Malí, a Pierre Camette, un botánico francés. Sus captores son, según la prensa local, fieles de Abou Zeid, el más duro de los terroristas. AQMI tiene la costumbre de reagrupar a sus rehenes. "Van a juntar a Camette y a los españoles", prevé une fuente maliense. A ojos de Al Qaeda, es un botín valioso porque reúne cuidadanos de las dos potencias coloniales del Magreb, blanco de muchos de sus comunicados incendiarios. París y Madrid deberán coordinarse.
Que Camette esté en manos del más perverso de los terroristas y los cooperantes en poder del menos malo tampoco supone un alivio para la diplomacia española. La decisión de asesinar en Malí, en junio, al rehén británico Edwin Dyer, no fue tomada por sus secuestradores. La orden partió de las montañas de Afganistán o Pakistán después de que Londres rechazase liberar al jeque Abú Qutada, apodado el predicador del odio. Lo descubrió, meses después, la agencia NSA de EE UU.
Por otra parte, la Embajada de España en Mauritania recibirá dos funcionarios de refuerzo, según Exteriores. El anuncio coincide con la información, facilitada por tres fuentes (una española próxima al CNI, otra maliense y la agencia de prensa mauritana Nouakchott Info), de que los tres españoles están en Malí. La secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez, citó a las 13 ONG españolas que están en Mauritania y les pidió que extremen las precauciones.
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