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Reportaje:NIÑOS DEL MUNDO | NEPAL

La infancia perdida

Sergio C. Fanjul

El hinduismo dice que la cordillera del Himalaya es el centro del universo. Sin embargo, al visitar Nepal, cuyo territorio está copado en gran parte por dicha cordillera, más bien cree uno estar en el patio trasero del mundo. El país vive una delicada situación política, un enconado conflicto con la insurgencia maoísta -en la que combaten muchos menores- que, en una década, ha segado alrededor de 13.000 vidas y ha empeorado las condiciones de vida de los más vulnerables.

Cuando se le muestra a Sita Tamang, de 11 años, un mapa del país no sabe señalar su lugar de origen. No ha recibido una educación, ya que tuvo que dejar desde muy pequeña el hogar familiar y trasladarse a la capital de la región a trabajar como asistenta doméstica en la casa de otra familia. Podemos señalárselo: nos encontramos en Biratnagar, una ciudad situada al sureste, no muy lejos de la frontera con la India. Sita forma parte del 31% de niños entre 5 y 14 años que, según estima Unicef, se ven obligados a trabajar en Nepal para suavizar la pobreza de sus familias. Uno de cada tres.

Artículo 32 de la Convención sobre los Derechos del Niño

Es obligación del Estado proteger al niño contra el desempeño de cualquier trabajo nocivo para su salud, educación o desarrollo; fijar edades mínimas de admisión al empleo y reglamentar las condiciones del mismo.

No esperen encontrar aquí las afiladas montañas que aparecen en las portadas de las guías de viaje: estamos en el Terai, una zona de verdes llanuras y arrozales en la base del Himalaya, aplastada por una eterna y asfixiante humedad. Sita, que tiene una mirada tan intensa que cuando pone los ojos en la cámara hace temblar a los miembros del equipo, viene de una familia de campesinos de las colinas que cuidan ganado y plantan mijo. Dejó su casa a los seis años: "No teníamos para comer, así que me fui a la ciudad a trabajar para ayudar a mi familia", dice. Para ello tuvo que caminar durante cinco horas antes de llegar a la parada de autobús más cercana. "No tuve miedo de marcharme, me sentí bien, aunque luego me puse triste porque al principio no me trataban muy bien en mi nueva casa". Sin embargo, dice que le gusta el jaleo de la ciudad "porque está llena de gente". Biratnagar es la segunda ciudad del país, llena de edificaciones desvencijadas, carteles publicitarios envejecidos, y un tráfico caótico que circula sobre pistas de tierra.

Sita se levanta cada día a eso de las seis de la mañana y colabora en las tareas del hogar: lava la vajilla, cuida al niño de siete años, limpia la casa y se ocupa del jardín. No entiende muy bien el concepto de ocio: si se le pregunta qué le gustaría hacer si dispusiera de más tiempo libre, contesta que haría más tareas domésticas. Su único entretenimiento es ver la tele al atardecer, cuando le dan permiso. Y para distraerse le basta jugar con un puñado de piedras que lleva encima. ¿Y a dónde te gustaría viajar? "A una feria cercana, donde hay fuegos artificiales". Algunas veces -también cuando le dan permiso- acude a una escuela donde tratan de educar a estos niños trabajadores. De mayor le gustaría ser médico y cuidar a los enfermos.

Pero no sólo trabajan los niños nepalíes en tareas domésticas. En la cercana ciudad de Dharan, visitamos una paupérrima cantera al lado del río, llamada Naulo Basti (que significa nuevo asentamiento). Llegamos en mitad de la noche y la oscuridad es completa, los habitantes salen de sus chozas alertados por la presencia extraña y se acercan; la única luz son los faros de nuestro patrol, las estrellas y una legión de caóticas luciérnagas que pululan por las copas de los árboles. Es un momento extraño.

Estas familas, que a veces son vistas como intocables por la sociedad, se dedican a recoger piedras de la orilla del río y machacarlas (lo llaman gitti) hasta convertirlas en grava, por la que cobran una miseria. Gita es una de las niñas de la cantera. Cada mañana prepara arroz y vegetales para la familia y luego asiste a la escuela (ella sí recibe una educación: "Allí aprendo inglés y el alfabeto nepalí", dice). A la vuelta, machaca durante un par de horas piedras que recoge del río. "A veces no me apetece mucho y me hago daño con las esquirlas que saltan", dice. Sorprende escucharla decir, sin embargo, que, en general, le divierte realizar este trabajo, como si se tratara de un juego: desde dentro no se ven las cosas de la misma manera. El poblado está salpicado de niños y adultos que, aquí y allá, en cuclillas golpean con violencia las piedras que mantienen recogidas con gruesas cintas de cuero. Otros erran por el río, bajo el cielo nublado, en busca de más materia prima.

A pesar del panorama, Gita es una niña alegre. De mayor le gustaría ser conductora, "me encantaría conducir una moto a toda velocidad", ríe. Además, le gusta posar ante la cámara y jugar a la rayuela y bailar. Pero lo que más desearía es que su padre, que se marchó a trabajar en la construcción a Qatar, volviera a casa. "A veces por las noches sueño que él regresa".

Santoshi B.K., de ocho años, posa con su pequeña hermana Rupa, de cuatro, en una brumosa montaña cercana a la ciudad de Dharan. Forman parte de una familia de siete miembros que vive en un poblado-cantera a la orilla de un río. De allí sacan piedras para machacarlas y vender el resultado como grava. Santoshi ayuda a su madre cuidando de sus hermanos y, cuando puede, martilleando las piedras.
Santoshi B.K., de ocho años, posa con su pequeña hermana Rupa, de cuatro, en una brumosa montaña cercana a la ciudad de Dharan. Forman parte de una familia de siete miembros que vive en un poblado-cantera a la orilla de un río. De allí sacan piedras para machacarlas y vender el resultado como grava. Santoshi ayuda a su madre cuidando de sus hermanos y, cuando puede, martilleando las piedras.ISABEL MUÑOZ
La 'intocable' Santoshi. En las chozas del poblado de Naulo Basti viven familias paupérrimas, como la de esta niña, que no pueden pagar un alquiler y que, a veces, son consideradas como <i>intocables</i> por la sociedad.
La 'intocable' Santoshi. En las chozas del poblado de Naulo Basti viven familias paupérrimas, como la de esta niña, que no pueden pagar un alquiler y que, a veces, son consideradas como intocables por la sociedad.ISABEL MUÑOZ

Trabajo infantil

Ciento cincuenta millones de niños menores de 14 años trabajan en el mundo. La Organización Internacional del Trabajo calcula que más de las dos terceras partes de todo el trabajo infantil se realiza en el sector agrícola, y estima que, en las zonas rurales, los niños, y en especial las niñas, empiezan a desempeñar labores agrícolas entre los cinco y los siete años. Nepal. Uno de cada tres niños trabaja (33% de las niñas y el 30% de los niños) en este país.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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